Treinta años diseñando la arquitectura de los servicios secretos le sitúan en el podio de la Inteligencia a nivel internacional. Después de un dilatado periplo, Gregory Treverton ha recalado como director en el Centro para el Riesgo Global y la Seguridad en la Rand Corporation, «think tank» vinculado al Congreso de los Estados Unidos.
Ahora comparte esta labor con la de vicepresidente del Comité de Innovación de Interligare, empresa española puntera en Europa en el diseño de sistemas de Inteligencia y de gestión de la información estratégica. Treverton, que fue vicepresidente del Consejo Nacional de Inteligencia de EE.UU. y director en el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, entre otros cargos, es autor de obras sobre Inteligencia, crimen organizado y terrorismo.
-Ataques como el 11-S y los intentos de atentados de Detroit o Times Square han cuestionado la credibilidad de los servicios de Inteligencia. ¿Puede decirse que también están en crisis?
-No creo que pueda ni deba definirse de crisis, pero sí es cierto que esos acontecimientos han introducido cambios profundos en los servicios de Inteligencia. No tanto en el campo operativo como en los procesos de análisis. Se han corregido técnicas pero no podemos olvidar que prevenir al cien por cien un ataque es imposible. Por ello, además de los métodos de análisis, los servicios de Inteligencia deben potenciar su coordinación, una carencia generalizada. Se dice que los terroristas pudieron cometer el 11-S porque hubo un fallo en la conexión de los datos. Ahora, años después, en el intento de atentado de Detroit se vio que ese déficit se había reconducido. Pese a todo, creo que Al Qaida tendrá un día éxito en cualquier país.
-¿Tiene Al Qaida su propio servicio de Inteligencia?
-No lo sé, pero estoy seguro de que tiene Inteligencia, como vimos en el 11-S. Los terroristas hicieron una vigilancia táctica para vulnerar la seguridad y lo consiguieron. En cuanto a la organización terrorista, me parece más una inspiración ideológica para personas radicalizadas que se estructuran en pequeños grupos con un comportamiento poco predecible y bastante difuso.
-¿Es difícil hacer compatibles la seguridad y los valores?
-Sería un error que las democracias llegaran a renunciar a sus valores éticos en aras de una mayor «sensación» de seguridad, porque siempre sería una «sensación» ya que la invulnerabilidad total no existe. Los servicios de Inteligencia se han de adaptar a los valores democráticos, porque la Inteligencia cuanto más transparente sea más refuerza su condición de soporte de la seguridad y su efectividad. Creo que otro de los errores fue la sobreestimación que se hizo de la amenaza de Al Qaida tras el 11-S. Los gobiernos tienen que mantener el equilibrio entre seguridad y privacidad, para que una no vaya en detrimento de la otra.
-¿Qué diferencias destacaría en el terreno de la Inteligencia entre el terrorismo y el crimen organizado?
-La principal deriva de que el crimen organizado es un negocio con un gran potencial de corrupción. Pero me gustaría destacar un nexo importante: la cárcel. La Inteligencia no puede estar al margen de lo que sucede en estos centros y ni los gobierno deben desperdiciar el caudal de información que se genera en ellos. Basta pensar que los dirigentes terroristas y del crimen organizado suelen terminar en la cárcel, y desde ella muchos siguen controlando a sus redes. Además, se ha comprobado que estos centros sirven para adoctrinar y reclutar. A todo este contingente de información, a toda esta actividad se le tienen que aplicar las herramientas de la Inteligencia. Varios países ya trabajan en este campo con excelentes resultados.
-¿Es partidario de negociar con los terroristas?
-Todos los gobiernos dicen que nunca van a hacerlo, pero muchos lo hacen. En algunos casos puede compensar abrir ese proceso. Recuerdo que el Gobierno de Londres siempre dijo que nunca negociaría con el IRA y mientras lo decía estaba negociando. No obstante, son asuntos internos de los gobiernos.
ABC, 19/5/2010