El Correo 11/12/12
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
El brutal atentado etarra, del que hoy se cumplen 25 años, se perpetró en el marco de los preparativos de las conversaciones de Argel
El francés Henri Parot, uno de los autores materiales del atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza –el 11 de diciembre de 1987, hoy hace 25 años– junto a su hermano Jon y a los también ciudadanos galos Jacques Esnal y Frederic Haramboure, declaró tras su detención que su jefe, Francisco Múgica Garmendia, ‘Pakito’, le había dicho que aquel ataque era «una postura de fuerza ante las negociaciones o por la caída de ‘Santi Potros’». Los dos eran trazos de un mismo dibujo: la captura de ‘Santi Potros’ se había producido tres meses antes y, entre bastidores, los preparativos de las negociaciones de Argelia se desarrollaban con toda intensidad en el país magrebí.
El 21 de noviembre, apenas veinte días antes de que Parot y sus cómplices hicieran estallar el coche bomba de Zaragoza matando a 11 personas –5 de ellos niños–, se había celebrado en Argel el último encuentro entre el enviado del Gobierno, Julen Elgorriaga, y el representante de ETA Eugenio Etxebeste, ‘Antxon’.
Los contactos exploratorios de Argel se habían iniciado en noviembre de 1986, primero con Txomin Iturbe y tras su muerte con Antxon. Las expectativas de una negociación espolearon la actividad etarra, ya que su lógica establecía que su fuerza en la mesa de conversaciones dependía del número de muertos que pudiera poner delante de su interlocutor. Así, el año 1987, con 52 asesinatos, se convirtió en el cuarto con mayor número de víctimas mortales de la historia de la banda terrorista, solo por detrás del trienio 1978-1980. Fue el año de Hipercor y de la Comandancia de Zaragoza.
Había que forzar al Gobierno a base de acumular asesinatos. ETA y su entorno querían demostrar que no iban a negociar en situación de debilidad a causa de la caída de ‘Potros’ y de los cientos de detenidos que se produjeron en las semanas siguientes en lo que constituyó el golpe más fuerte que había recibido la organización terrorista hasta ese momento. Así lo reflejaba una circular interna enviada a los militantes de KAS tras el atentado en la que se afirmaba que había quedado patente «que las últimas acciones de ETA en Zaragoza y Euskadi han trastocado algunos análisis superficiales o excesivamente policiales que existían sobre el estado del MLNV y de ETA». Herri Batasuna explicó también el brutal atentado en la misma clave asegurando que ETA había tratado de «equilibrar la relación de fuerzas».
En eso consistía la estrategia de la negociación y no puede decirse que no tuviera algunos éxitos. En enero de 1987, Txomin Iturbe había pedido al Gobierno que trasladara a Argelia a Etxebeste, que estaba en Santo Domingo, pero el traslado no se hizo efectivo hasta un mes después del atentado de Hipercor. Y tras el atentado de Zaragoza el portavoz del Gobierno, Javier Solana, modificó la postura oficial mantenida hasta entonces y que se basaba en la idea de que «con atentados no hay contacto». Después de Zaragoza el listón bajó y pasó a ser «con asesinatos no hay contactos».
Los etarras interiorizaron la eficacia de atentados como aquel. Una carta de Parot, fechada en la cárcel de Córdoba el 2 de junio de 2001, proponía a los dirigentes de ETA hacer atentados más fuertes: «Estoy convencido que si hacéis eso, se sentarían a negociar (en el 88 se sentaron después de que les volamos el cuartel de Zaragoza)», concluía.
El grupo autor del atentado, el ‘comando Argala’, era la célula más secreta de ETA, que estaba a las órdenes directas de los miembros de la dirección de la banda. Sus jefes habían sido, sucesivamente, Txomin, ‘Txikierdi’, Azkoiti y ‘Pakito’. Los máximos responsables de la logística, ‘Mamarru’ y ‘Fiti’, les habían adiestrado y proporcionado el armamento. La orden para atentar en Zaragoza la impartió ‘Pakito’ y el material explosivo se lo proporcionó Joseba Arregi Erostarbe, ‘Fiti’. Los dos formaban parte del comité ejecutivo de ETA, en el que también estaba integrado ‘Josu Ternera’, máximo responsable entonces del aparato político. ‘Ternera’ se encuentra procesado y con orden de busca y captura por el atentado de Zaragoza, ya que el instituto armado sostiene que el atentado fue una decisión adoptada en el comité ejecutivo de ETA «en función del análisis de la situación realizado por el aparato político».
El informe de la Guardia Civil fechado el 20 de junio de 2001 con imputaciones contra ‘Ternera’ sitúa el contexto del atentado en los siguientes términos: «ETA necesitaba realizar una acción terrorista de relevancia, tanto como reacción ante las múltiples detenciones de sus militantes, como para mantenerse en una posición de fuerza ante una futura negociación con el Gobierno. Ante esta coyuntura, el comité ejecutivo de ETA decidió realizar una acción terrorista de envergadura. Y para ello utilizó el instrumento de mayor agilidad que poseía en aquellos momentos: el ‘comando Argala’».
El atentado de Zaragoza conmocionó, una vez más, a la sociedad española en su conjunto. También a la sociedad vasca. Sus instituciones reaccionaron con declaraciones de condena aprobadas de forma simultánea el 17 de diciembre. El Parlamento, las Juntas Generales y la gran mayoría de los ayuntamientos tomaron ese día acuerdos de rechazo de la acción terrorista. Sólo Herri Batasuna se negó a apoyar los acuerdos o condenar los once asesinatos. En San Sebastián, además de votar en contra, presentó una moción alternativa pidiendo apoyo para un preso etarra. En Bilbao los ediles de Batasuna tuvieron que aguantar el reproche del entonces concejal socialista Rodolfo Ares: «No sé que es peor, no sé quienes son más asesinos, no sé quienes tienen más manchadas las manos de sangre, si quienes ejecutan los actos o quienes los ordenan, los justifican y los aplauden».
El Correo 11/12/12
FLORENCIO DOMÍNGUEZ