Amaia Guridi, viuda de Santiago Oleaga, director financiero de El Diario Vasco, dice que «a Santi le asesinaron disparándole siete tiros. No me cabe en el cuerpo que me pidan perdón y, además, no lo necesito para vivir».
Amaia Guridi se presta a «remover la olla», como ella dice. Es la olla del dolor y la tragedia que carga sobre sus espaldas desde que aquella mañana del 24 de mayo de 2001 un terrorista de ETA disparó siete tiros sobre su marido, Santiago Oleaga, director financiero de El Diario Vasco. Diez años después, a pesar del profundo sufrimiento que le acompaña, la viuda ya no pide explicaciones porque sabe que «no las hay»».
– ¿Cómo se encuentra diez años después de aquel 24 de mayo?
– Con muchos recuerdos en la cabeza. Han pasado diez años, el dolor no es el mismo, se va mitigando. Y gracias a Dios. Porque si llega a ser el dolor como al principio no estaría hablando aquí ahora. Te vas sujetando en la familia, en los amigos, y vas sacando la cabeza como puedes. Muchas veces pienso que ésta no es mi vida, que alguien me ha puesto en un camino que yo no elegí porque yo estaba en otro.
– ¿Cómo están sus hijos?
– Ellos tienen el tema oculto en un cajón. Y hasta ahora la cuestión es que nadie lo abra. No hablan del día del atentado, no quieren.
– ¿Lo más difícil de asimilar?
– Que Santi no está en tu vida. Es dificilísimo. Pasan meses y te despiertas cada mañana pensando que eso no me ha podido suceder a mí. Me costó dos o tres años asumir que Santi ya no estaba.
– ¿Qué ha hecho para poder sobrellevar su vida?
– Pienso que esto no se supera. Me costó mucho hacer las cosas del día a día que hacía con él. Para mí ha sido fundamental mi familia, mis hijos, mis padres, mis hermanas, porque les he sentido muy cerca, en todo momento han estado muy pendientes de mí.
– ¿Sigue pidiendo explicaciones?
– No pido explicaciones porque pienso que no las hay. Además, ya no las necesito. Al principio sí, porque te preguntas cómo ha pasado, por qué, qué ha hecho. Vas buscando algo, pero llega un momento en que eso ya no te vale y piensas además que no hay ninguna explicación, que no hay nadie que me lo vaya a explicar.
– Se habrá preguntado por qué él, quién puso su nombre en una lista.
– Sí, pero tengo la respuesta. Fue Santi porque era una presa fácil en ese momento, no llevaba escolta y lo tuvieron fácil.
– ¿Tiene algún recuerdo especial de su vida con Santi?
– Muchos. Los paseos por la playa, los encuentros cuando yo salía de trabajar y me iba hasta el túnel de El Antiguo a buscarle, los cumpleaños en familia, sobre todo de nuestros hijos, las cenas con mis padres, las fiestas familiares… Llevábamos mucho tiempo juntos. Era una chica de 18 años cuando le conocí y cuando le mataron yo tenía 49. Hace poco, cuando se casó mi hijo Jon, en la boda pasaron unos vídeos con montajes de fotografías. Yo no sabía nada y puso en un proyector enorme una fotografía del día de mi boda con Santi. Jon cogió la foto y encima escribió: «Te echo de menos». Para mí fue algo&hellip. Dije: «Dios mío…». Yo sé que ellos echan mucho de menos a su padre.
– ¿Sigue llorando mucho?
– No como al principio, porque me habría desintegrado en agua. Pero siguen los recuerdos, las vivencias, a mí me hace mucho daño pensar que Santi no está y que se ha perdido muchas cosas de esta vida, de sus hijos, de su familia, de mí, de él. Mi hija no había empezado la carrera y la ha terminado, está haciendo un máster, cosas que él hubiera disfrutado y que se le hubiera caído la baba. Mi hijo ha hecho dos carreras, va muy bien por la vida. Las cosas que él soñó que fuesen sus hijos se han cumplido y él no las ha visto. Y muchas veces pienso: ¿Por qué le han privado de ver, de disfrutar todo lo que tenía que haber disfrutado, de que se casase su hijo, todo&hellip? ¿Por qué?
– ¿Se ha imaginado qué le diría a la persona que disparó a Santi si la tuviese enfrente?
– ¡Uff! No lo sé, no sé si yo estoy tan fuerte como para afrontar esa situación. Creo que ni me gustaría, porque pienso que no hay ningún motivo. ¿Cómo alguien ha sido capaz de hacer eso a una persona inocente? No lo puedo entender. Esto no es una guerra en la que tú tienes un fusil y yo otro. ¿Qué le pasa en ese momento por la cabeza?
«Que esto se solucione»
– ¿En la medida en que vaya avanzando la normalización en Euskadi, usted sería capaz de darle una segunda oportunidad?
– No lo sé. Me parece muy difícil. Las leyes están para que se cumplan y si alguien ha cometido un delito lo tiene que pagar. No se puede hacer como que aquí no ha pasado nada, porque sí ha pasado. Se está viendo ahora que salen presos a la calle y llegará el momento en que será así. Pero a mí no me valen los arrepentimientos, aunque prefiero que se arrepientan. Si me dicen ahora que el terrorista se ha arrepentido, le preguntaría por qué no se arrepintió antes de matar a Santi. Tenía 54 años, una vida por delante para disfrutar. ¿Y ahora, qué quieres, pedirme perdón? No me cabe a mí eso en el cuerpo.
– ¿Necesita ese perdón?
– Para nada. No necesito que me pidan perdón por matar a mi marido. Yo vivo perfectamente sin el perdón de nadie. ¿Perdonarle porque mi marido no está ahora aquí? Si le asesinaron disparándole siete tiros. No me cabe en el cuerpo que me pidan ese perdón y además no lo necesito para vivir. ¿Acaso mañana va a resucitar Santi y mi vida volverá a estar donde estaba? Pues no.
– ¿Cree que los pasos que se han dado el último año pueden llevar a Euskadi a una paz definitiva?
– Deseo fervientemente que esto se solucione. Tiene que llegar un momento en que la sociedad entera se deba reconciliar, no particularmente Amaia Guridi con esa persona, no, porque yo no necesito reconciliarme con él ni lo quiero, pero tiene que llegar un momento de una convivencia humana y de que podamos vivir en paz, sin amenazas, sin tiros, sin muertes, sin terrorismo.
– ¿Qué pensaría Santi ahora sobre los avances que se dan desde la izquierda abertzale?
– Estaría muy ilusionado con que viviésemos en paz, con que supiésemos buscar los medios para una convivencia en paz y en libertad.
«Bildu debería respetar todo lo que se ha avanzado sobre las víctimas»
¿Qué le ha parecido el resultado de Bildu en las elecciones?
– Me ha sorprendido el número de votos.
– Como víctima del terrorismo, ¿qué pediría a los miembros de esa coalición?
– Que si gobiernan hagan las cosas bien. Que respeten todo lo que se ha avanzado en el terreno de las víctimas y que se sigan dando pasos en el tema de la pacificación.
– ¿Durante estos años se ha apoyado en otras víctimas de ETA?
– Desde el momento en que te sucede esta tragedia vas apoyándote en todo y vas viendo que hay otras personas que han pasado por lo mismo. Y al final, sobre todo las más cercanas, se convierten un poco también en tu propia familia. Se establece un lazo de unión muy fuerte. El hecho de pasar por tanto dolor y por una pérdida tan fuerte te une mucho. A mí me ha servido y sigue siendo como un núcleo familiar que tienes ahí.
– Si participara en el plan de Educación para la Paz que impulsa el Gobierno vasco y tuviera que contar lo que le ha pasado, ¿qué les diría a los alumnos en las aulas?
– Me gustaría que ellos llegasen a sentir mi sufrimiento, que se llegase a palpar ese dolor tan profundo por el que he tenido que pasar para que viesen lo inútil que ha sido todo eso. Que viesen y palpasen que con la violencia y el terrorismo no se ha solucionado nada. No hay que transmitir ningún ánimo de venganza, sino que vean que ese no es el camino.
EL CORREO, 24/5/2011