¿Continuismo?

ABC 28/12/12
MANUEL MARTÍN FERRAND

El Govern ofrece una nota singular, que entronca con el dame pan y llámame tonto del refranero y del código ético más generalizado entre nosotros

LA prensa barcelonesa, que arrastra un pasado más brillante que su presente, ha calificado de «continuista» el Govern con el que Artur Mas deberá lidiar, con perdón, una gestión en la que cabe suponer ingredientes más sólidos y nutricios que los suspiros secesionistas con los que, peor que mejor, viene encubriendo su solemne incapacidad política. Un líder que, sin necesidad, interrumpe una legislatura con la infundada pretensión de incrementar en veinte escaños su parcela en el Parlament y, a la hora de la verdad, lo reduce en doce—una diferencia real de treinta y dos— no escribirá su nombre en el cuadro de honor de la Historia. ¿En qué puede consistir un continuismo diseñado por Mas a partir de las exigencias asamblearias de Oriol Junqueras? El error forma parte de la condición humana y, bien dosificado, nos ennoblece y dignifica; pero, convertido en contumacia, entronca con el esperpento que ayer valorábamos en esta columna para subrayar la incuestionable españolidad del líder de CiU.

El nuevo gobierno de Mas se sustenta en dos notables economistas: Andreu Mas-Colell, un profesor con prestigio internacional germinado en sus nueve años de docencia en Berkley y catorce en Harvard, y Francesc Homs, profesor de Economía y ex conseller de la especialidad, que llevará el peso político del equipo. Un reparto de lujo para una función de dudosa viabilidad e inoportunidad rotunda en razón de su «patriótico» orden de prioridades. El Govern, contemplado con el espíritu crítico que define el periodismo independiente, ofrece una nota singular y que, en su permanente exhibición de los vicios más típicamente españoles, entronca con el dame pan y llámame tonto del refranero y del código ético más generalizado entre nosotros. La reforzada presencia y notoriedad de Unió Democrática de Catalunya, el tenderete de límites imprecisos—¿esquizofrénicos?— que maneja Josep Antoni Duran Lleida y completa el lote de la derecha nacionalista. A más cuota de poder en las instituciones, menos disgusto frente al soberanismo de combate con el que Mas aparenta no ser menos.

Un pronóstico frío y distante debe asumir, casi con seguridad, el fracaso del president antes de que concluya la legislatura que ahora se pone en marcha. Incrustado en un escenario escandaloso, endogámico y corrupto el separatismo, pivote sobre el que gira su alianza con ERC, es poca cosa. En tiempos de bonanza cabe el lujo diletante y fantasioso de un nuevo Estado y la ensoñación de convertir en verdadera y palpable una Historia inventada y una identidad de escaso recorrido; pero las circunstancias actuales, insoportables para una mayoría de la población, no favorecen el lirismo que transparenta la letra de ElsSegadors, pomposamente reconocido como «himno nacional de Cataluña».