Pedro Ontoso, DIARIO VASCO, 27/11/11
Casi la mitad de los votantes asegura que apoya siempre la misma opción y un 24% se mueve por distintas causas
¿Es polígamo el electorado vasco, que convive con distintas expresiones políticas antes de decantarse en el momento de acudir a las urnas? ¿Qué grado de infidelidad desarrolla el votante en Euskadi, que luego se traduce en oscilaciones y bandazos significativos a la hora de medir y cuantificar los apoyos ideológicos? Estas son algunas de las preguntas a las que tratan de responder estos días los estrategas de los partidos y los sociólogos, que coinciden en que el mapa electoral se ha simplificado y tiende a la estabilización.
Pese a que los sondeos de opinión y los análisis postelectorales tienen un cierto margen de engaño, sí sirven para proporcionar pistas sobre la conducta política de los ciudadanos. Tras la convocatoria de los comicios municipales del pasado mes de mayo, la investigación realizada por el Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno Vasco arrojó algunos datos significativos. Algo más de la mitad de la población aseguró que vota siempre (52%), mientras que un 14% no lo hace nunca. Un 30 % acude a las urnas en algunas ocasiones y otras veces no lo hace. «El dato es bueno, porque certifica una fidelidad al ejercicio de votar, que hay una tendencia a votar de manera permanente, un comportamiento saludable de un derecho fundamental para el funcionamiento de la democracia», observa un politólogo.
Si se desmenuzan estas respuestas aparecen aspectos más significativos. Un 43% afirma que vota siempre lo mismo, mientras que un 31% lo hace en función del tipo de convocatoria, ya sea para formar ayuntamientos o Juntas Generales, o comicios autonómicos, generales o europeos. Y hasta un 24% dice que depende de otras causas. Esta última bolsa electoral es la que da más margen para los movimientos en un sentido o en otro. «Aquí entran muchos factores coyunturales. Puede ser la situación de la crisis económica, el anuncio del cese definitivo de ETA o la necesidad de contener el avance de Amaiur. Es un voto movilizado, que obliga a tomar una decisión», arguye un investigador social, convencido de que «el miedo a lo que pueda pasar siempre activa los localismos».
Capitalizar la paz
Sobre los efectos de «la coyuntura» no todos los analistas coinciden a la hora de medir el peso de la crisis o del final de la violencia en la orientación del voto. Socialistas y populares no han capitalizado las expectativas de paz, mientras que sí se ha primado por esa cuestión a la izquierda abertzale. «Hay una cierta ambigüedad en el comportamiento de los votantes con respecto al PSOE. Se le castiga por su gestión de la crisis económica, pero no se le premia por su contribución a la eliminación de la violencia, pese a que la han sufrido en su propia carne», advierte un investigador que destaca la ausencia de «un plus ético» en esa conducta. El propio experto, que suscitó este debate en la última reunión de la Asociación Vasca de Sociología, sitúa la explicación en la «actitud olvidadiza en la ciudadanía». «Hay un recurso al olvido cuando el terrorismo ha dejado de ser un problema. Sobre todo en una sociedad satisfecha y acomodada como la vasca», señala.
La crisis ha sido como una pesada losa en España, pero no en Euskadi, donde la economía ha funcionado mejor. «La situación económica ha tenido un impacto demoledor en el PSOE, que se ha visto castigado con extrema dureza. Parte de su voto se ha ido a la abstención o a los partidos minoritarios, pero no ha supuesto más apoyo para el PP», describe un sociólogo. En Euskadi se ha producido una bipolarización de signo distinto, lo que ha hecho que no sean una elecciones generales al uso, sino que han tenido un cierto sesgo de autonómicas. «El PNV y Amaiur se han querido superar, lo que ha activado y movilizado a su electorado. En el caso de los jeltzales, cuentan con una fidelidad casi religiosa, mientras que el electorado de Amaiur es más volátil. De hecho, ha perdido votos con respecto a las municipales», destaca.
Los líderes de esta coalición consideran que esta opción política no ha tocado techo y que puede lograr votos del socialismo más vasquista e izquierdista y del sector más soberanista del PNV, lo que denominan ‘el cinturón de Ibarretxe’. Decisiones como la de Rajoy de no recibir a los representantes de Amaiur y la posibilidad de que Arnaldo Otegi salga de la cárcel cerca de las vísperas electorales incrementan sus expectativas. «Las formaciones nacionalistas han estado a competir entre ellas, una rivalidad que ha acentuado sus respectivos apoyos. El PNV ha tenido que elevar su discurso soberanista, la épica a la que se refiere Urkullu, lo que le ha perjudicado en determinados territorios. Los datos apuntan a una cierta estabilidad electoral en la comunidad nacionalista, mientras que en el ámbito del PSE y del PP queda más abierta la trasferencia de votos», asegura un especialista.
Cita crucial en 2013
En cualquier caso, nadie tiene la menor duda de que la convocatoria de 2013 será «la madre de todas la citas electorales», en una Euskadi que encara un «nuevo tiempo» en el que se adivinan cambios de pareja y pactos inéditos. Y que en la próxima legislatura el protagonismo será para un gobierno de coalición, que dependerá de quién gane. También entrará en liza el debate sobre el modelo de sociedad, con tijeretazos, recortes y reformas fiscales, que obligará a posicionarse a los partidos y a retratarse a los sindicatos.
«Un frente muy importante en las próximas autonómicas va a estar en la rivalidad entre el PNV y lo que representa Amaiur, que será Sortu cuando lo legalice el Supremo. En esa competición por asumir la hegemonía en la comunidad nacionalista van a saltar chispas», anticipa un analista. «También entre el PNV y el PSE, sometido a un desgaste sistemático por haber llegado a Ajuria Enea. Las acusaciones de que no es un Gobierno legítimo, que no representa a la mayoría social o que el lehendakari es un ‘okupa’ no son admisibles en democracia», reprocha.
¿Y quién conservará la codiciada centralidad en una comunidad con territorios de distinto color? El debate sobre el modelo de Estado emerge como una cuestión crucial. «El autonomismo es un componente transversal en todos los partidos, salvo en Amaiur, marcadamente independentista. El PNV reclama un nuevo estatus para 2015, pero, por otro lado, tiende la mano al PP para colaborar. En el PP hay regionalistas, pero también centralistas. También en el PSE conviven distintas corrientes. Todo este ‘potaje’ va a generar muchas tensiones y va a ser un elemento de cambio electoral que puede romper fidelidades», sostiene el politólogo, quien adjudica también un papel fundamental en ese escenario preelectoral a la cuestión del relato.
Pedro Ontoso, DIARIO VASCO, 27/11/11