Editorial, EL PERIÓDICO.COM, 18/10/11
Es la presión policial y la firmeza democrática las que han puesto a ETA contra las cuerdas. Subrayado este extremo, si la banda necesitaba un pretexto, revestido de solemnidad, para anunciar el final definitivo de la violencia, ayer se lo sirvió en bandeja la Conferencia Internacional de Paz de Euskadi, reunida en San Sebastián. La entidad de las personalidades extranjeras convocadas, el comunicado de cinco puntos emitido y la ausencia de los gobiernos español y vasco deben bastar para que los terroristas anuncien el cese definitivo de la violencia a la mayor brevedad. Es más: es difícil imaginar un marco para acabar con la tragedia más cercano al reclamado con insistencia por la izquierda aberzale.
Aunque no faltarán quienes atisben cesiones en el texto aprobado, lo cierto es que el llamamiento a los gobiernos español y francés para que negocien –y a la sociedad en general para que promueva la reconciliación, con respeto a la memoria de las víctimas y a sus deudos– es algo que formaba parte del guion desde antiguo. Aunque sin la persecución policial y judicial la banda jamás hubiera estado tan cerca de tirar la toalla, esto no basta para zanjar tantos años de violencia.
Cuantos se empecinan en sostener lo contrario saben que, en algún momento, algo deberá negociarse -no contrapartidas políticas- para que ETA entregue las armas y desaparezca de escena. Suponer que no cabe más final que la claudicación de ETA es ignorar la historia de otros conflictos similares al de Euskadi.
De hecho, la conferencia de San Sebastián ha asumido en parte el esquema aplicado a la resolución de la violencia en Irlanda: allí no se exigió de entrada la disolución del IRA, sino el final irreversible de la violencia. Luego hubo que afrontar, como sucederá en Euskadi, la situación de los presos, y proceder con sentido político para avanzar. Es algo que conviene recordar para evitar que prevalezcan los fundamentalismos.
Es lógica, por su trayectoria, la ausencia del PP en esta cita. Pero si, como parece, le toca administrar el fin de ETA desde el poder, deberá actuar con altura de miras y voluntad de consenso. Que Mariano Rajoy medite gestionar el proceso de la mano del PSOE y el PNV es una buena señal.
Editorial, EL PERIÓDICO.COM, 18/10/11