Juan Mari Gastaca,EL PAÍS, 10/10/12
Las previsiones electorales sobre Euskadi del Centro de Investigación Sociológicas (CIS) se evaparan con el recuento de los votos. Pero son una referencia que anima la campaña. Para el 21-O, el sondeo tiene claro que ganará el PNV, que sumará una holgada mayoría junto a EH Bildu, que un impensable acuerdo desde posiciones de izquierda (abertzales, PSE y Ezker Anitza) tendría la mitad más uno de los escaños del Parlamento, pero que, de momento, todavía existe una bolsa de indecisos compuesta por uno de cada tres vascos.
La definición inamovible del voto se asocia tradicionalmente a la izquierda soberanista, basada en una imperturbable fidelidad que siempre acaba llegando a la urna, y en un porcentaje similar también se detecta entre los partidarios del PNV, precisamente los dos partidos con mayor respaldo popular. ¿Dónde está la amplia bolsa de indecisos? Según las conclusiones demoscópicas, habría que buscarlos en dos escenarios que caminan por vías paralelas. De un lado, quienes buscan mensajes atractivos donde acomodar su reivindicación social contra los efectos de las medidas económicas; de otro, aquellos ciudadanos que digieren su temor sobre una posible deriva independentista.
En ambos escenarios se sucederán combates bien distintos. PSE-EE, con una discurso abanderado desde el Gobierno vasco por Patxi López en favor de la justicia social y contra los recortes, busca reencontrarse con sus votantes desencantados y refugiados en la abstención; en el objetivo procurará que discursos más radicales como los de Ezker Anitza, la marca de IU en Euskadi, le arrebaten los votos suficientes para dulcificar el impacto de una más que previsible derrota.
En el miedo escénico al soberanismo, el PP despliega todo su verbo. Lo hace desde el convencimiento, con un mensaje con el que no necesita sobreactuar porque es consustancial a su razón de ser, pero que se siente obligado a retroalimentar para evitar que UPyD le amargue la existencia en Álava. Los populares necesitan de la victoria en este territorio que ahora gobiernan para sustentar un resultado global decoroso, conscientes de que encaran las elecciones menos propicias con el hándicap que supone secundar la política económica de Mariano Rajoy.
En unos comicios donde los partidos prevén una alta participación, precisamente por la doble pugna antagónica en cuestiones identitarias y económicas, la indefinición de un tercio de los ciudadanos con derecho a voto aconseja prudencia sobre el mapa resultante. Si bien nadie cuestiona ahora, por encima del elemento corrector de los indecisos, el triunfo del PNV, la redistribución de restos en algunos territorios y la suerte final de los partidos pequeños impiden una fotografía real para entrar en los juegos de posibles mayorías. aunque, eso sí, las tendencias son palmarias.
Juan Mari Gastaca,EL PAÍS, 10/10/12