Delincuencia moderna

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 15/02/13

· Siempre supusimos que Barcelona tenía un toque más europeo, más chic que el resto de España, prejuicio que se nos fue desvaneciendo a medida que conocíamos a la clase política catalana. Madrid estaba muy sobrevalorado cuando Machado lo llamó «rompeolas de todas las Españas». Tal día como ayer, semejante greguería le correspondía por derecho propio a Barcelona: espionaje político, tráfico de divisas, corrupción a gran escala, blanqueo de dinero, paraísos fiscales, algo de geoestrategia en una nación buscándose a sí misma y un presidente que se lleva personalmente su maleta. Madrit tiene el Gürtel y Andalucía, los ERE. Pero Cataluña inventó la novela detectivesca española, con perdón. Vázquez Montalbán decía que hasta Carvalho, los detectives privados eran tachados de huelebraguetas por los policías.

Los nacionalistas siempre hacen una réplica de España algo exagerada. Los vascos empezaron antes, es verdad. Agentes de la Ertzaintza espiaron al lehendakariGaraikoetxea. Éste se mosqueó porque al descolgar el teléfono oía conversaciones mantenidas por él anteriormente. El presidente de Telefónica, que era Luis Solana, le dijo que era escuchado. Como decía el técnico Agirre: ¿Y si era un montaje del espiado para hacerse la víctima? El técnico, síntesis de telefonía y txalaparta, se puso marujón: «A saber de qué hablará cuando tanto le importa que le escuchen». Era aquél un espionaje rudimentario y solipsista. «Conócete a ti mismo» ponía en el templo de Apolo en Delfos, pero es mucho más práctico saber qué trama tu escisión.

Recuerden aquel tiempo en que el ministro de Defensa era Narcis Serra, el Cesid y sus escuchas aleatorias que acabaron grabando al mismísimo Rey de España, los papeles de Perote y todo aquello que nos pareció decadencia pasajera cuando en realidad era estructural.

Total, que ayer era un día apropiado para que Barcelona le disputara a Madrid la condición de escollera y la ex novia de Jordi Pujol hijo se sintiera superada por los acontecimientos. Considera Mª Victoria Álvarez una aberración que la espíen en un restaurante donde fue a comer con la popularCamacho, y otra, que su declaración ante el juez haya sido filtrada y difundida con su propia voz de manera tan universal. En realidad, esto ya pasaba con los sumarios que instruía aquel juez suspendido por prevaricador. Lo que se filtraba era sólo el texto, pero eso sí, mucho más rápido. Ése es el camino: el acortamiento de los tiempos.

Siempre sostuve que a medida que las treguas se acortan se van convirtiendo en amenazas. Habría que aumentar la rapidez entre las declaraciones de imputados y testigos ante el juez y su divulgación por los medios. Es más, la transparencia debería empezar por la instrucción de los casos en la plaza pública, lo que nos permitiría ahorrarnos gastos en detectives privados en tiempos de austeridad. Eso, por una parte. Otra ventaja es que los clientes de los restaurantes de Barcelona podrán dejar de mirar con sospecha los floreros.

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 15/02/13