ABCLUIS VENTOSO

El desprecio es absoluto, ni se nos cuenta que se le da al PNV

LOS fotógrafos de prensa son un gremio admirable. Siendo un poco cínicos –y no demasiado exagerados–, podríamos afirmar que hoy en muchas redacciones impera este lema: «Periodistas del mundo copiaos los unos a los otros». Todo va tan rápido que cada vez se pisa menos calle y se conversa menos con las fuentes. Solución: muchas informaciones son refritos, noticias puzle compuestas con retazos tomados de aquí y de allá. Pero los fotógrafos todavía siguen yendo a los lugares donde ocurren las cosas, por lo que cuando son buenos imparten lecciones de periodismo. Jaime García, de ABC, es uno de esos fotoperiodistas que pulsan la calle (como acredita su perenne bronceado). Ayer tarde, con su mirada veterana, se dio cuenta de que tras una ventana del Congreso se estaba negociando el apaño del PSOE con los nacionalistas para lograr que visasen los decretos de los Viernes de Propaganda de Sánchez. El fotógrafo sacó su teleobjetivo y tomó la imagen que hoy ocupa la portada de este periódico: la ministra de Trabajo del PSOE en pleno intercambio de risitas cómplices con los representantes de los partidos de Junqueras y Puigdemont y el del PNV (solo falta en la foto Bildu, que también apoyó a su socio Sánchez).

Esa foto, casi un editorial, supone una nítida advertencia de lo que sucederá si Sánchez gana las elecciones: España se vería tutelada de nuevo por partidos que tienen como meta manifiesta destruir el país. Pactos de esta naturaleza resultan impensables en las democracias de nuestro entorno (Alemania directamente prohíbe aquellos partidos que van contra su Constitución). Tampoco resulta admisible el oscurantismo con que se cerró el acuerdo de ayer. Tomando a los españoles por acémilas, Adriana Lastra, la portavoz del PSOE, manifestó que no había habido contraprestación alguna del Gobierno al PNV. Simplemente se habían sumado seducidos por la bondad de los decretazos. Es falso. Sánchez pasará por taquilla entregando siete transferencias, que, como todas, contribuirán a ir deshilachando el Estado y a vigorizar al nacionalismo. El propio PNV reconoció ese pago al decir que aunque no se había firmado nada se fiaban por completo de la palabra que les acababan de dar los socialistas. Por su parte Otegui alardeó de haber recibido varias llamadas del PSOE pidiéndole su apoyo.

Supone una burla a los españoles que el Gobierno de nuestro país nos niegue una información tan elemental como saber qué transferencias ha cedido para lograr el apoyo nacionalista. Es de primero de democracia que tras una cesión así un portavoz del Gobierno debe comparecer al momento para informar al público de las condiciones del acuerdo. ¿Dónde está la prometida transparencia? ¿Dónde quedan las promesas de regeneración y nueva luz en la vida pública?

A riesgo de resultar un poco plomo, repito una pregunta: ¿De verdad el 20% de votantes españoles todavía indecisos van a votar a Sánchez? O dicho de otro modo: ¿Apoyarán a un presidente que volvería a ser rehén de la logia del lazo amarillo y de Bildu? No está de moda decirlo, pero cuesta mucho creerlo.