Jorge saínz.Vospópuli
La coalición entre PP y Ciudadanos en el País Vasco estuvo casi hecha antes de las elecciones del 28 de abril, pero las reticencias de Rivera y la guerra en el PP vasco han terminado por tumbarla para el 10-N
Si existió una posibilidad, por mínima que fuera, de que PP y Ciudadanos concurrieran juntos en el País Vasco a las elecciones del 10 de noviembre, ésta saltó por los aires hace unos días. Y no sólo eso. El episodio de la fallida coalición electoral ha devenido en un cruce de acusaciones, que ha disparado la tensión y la desconfianza entre las dos formaciones políticas a niveles previos a sus pactos autonómicos y municipales.
El acuerdo entre PP y Ciudadanos en el País Vasco estuvo prácticamente hecho antes de las generales del 28 de abril. El pacto se negoció con una inmensa discreción, al igual que el navarro. Sin embargo, nunca vio la luz. El líder naranja, Albert Rivera, dudó.
La principal reticencia de Rivera era y sigue siendo la ausencia de un tercer actor que ejerza de pegamento entre los dos partidos. En Navarra era más fácil, porque UPN (Unión del Pueblo Navarro) actuaba como punto de encuentro. PP y Ciudadanos nunca firmaron juntos en la comunidad foral. UPN hizo un acuerdo con Rivera y otro con el líder popular, Pablo Casado.
Poca negociación para el 10-N
La repetición electoral del 10-N ofreció una nueva posibilidad de alianza. Pero tampoco la han aprovechado. Nunca llegó a existir una negociación tan en serio como la de abril. En el PP todavía escocía la negativa de Rivera.
¿Volvió a intentarse? Sí, pero no a través del cargo cesado en el partido naranja. Lo ocurrido con el secretario de Organización de Ciudadanos en el País Vasco ha sido una maniobra personal y de un sector del PP vasco, que nadie conocía en las direcciones nacionales de ambos partidos. Su cese fulminante, y las declaraciones del líder del PP vasco, Alfonso Alonso, culpando a Rivera han socavado la entente entre Rivera y Casado.
«El PP ha cruzado una línea intentado comprar a uno de los nuestros», dicen fuentes de Ciudadanos. «Tomamos nota».
Para el PP tampoco ha sido una situación sencilla. El PP vasco está dividido en varias familias, sin apenas interlocución entre ellas. El sector de Casado, refugiado en Vizcaya, nada tiene que ver con Alonso, Borja Sémper y los dirigentes que todavía manejan el partido.
A Casado no le gustan estos rifirrafes. El líder del PP ha elegido un perfil extremadamente bajo en este arranque de campaña. Las encuestas apuntan a una recuperación electoral del PP que Casado no quiere estropear. Perfil bajo, dormir la campaña, nada de mensajes ocurrentes y sobre todo nada de errores. Es la consigna ahora mismo en el PP, que espera recoger la cosecha en forma de votantes desencantados de Vox y Ciudadanos el 10-N. Todo lo que sea alterar ese plan es un problema.
Plataforma liderada por un independiente
A pesar de esta crisis puntual, la relación entre los dirigentes vascos del PP y Ciudadanos, que lidera Luis Gordillo en esa comunidad, es bastante buena. Existe el convencimiento por ambas partes de que la alianza es más necesaria que nunca. Y las bases de PP y Ciudadanos en el País Vasco, pocos pero bien avenidos al estar en la misma trinchera, reman desde hace tiempo en esa dirección.
La dinámica del bloqueo nacional y la batalla por el liderazgo del centro derecha que mantienen Casado y Rivera han torpedeado las opciones de acuerdo muy a pesar de algunos militantes y dirigentes populares y naranjas. Pero nadie da por muerta la coalición. La cercanía de las elecciones autonómicas vascas, previstas para el 2020, brindará una nueva oportunidad.
«Esto hay que hacerlo bien, con discreción y con el tiempo suficiente«, reconocen fuentes de ambos partidos.
Hay fórmulas que están sobre la mesa. Una de ellas es superar las siglas mediante alguna plataforma liderada por algún independiente de reconocido prestigio en el mundo del constitucionalismo vasco. De momento, sólo ideas. Pero Euskadi Suma sigue viva. Y seguramente acabe viendo la luz más pronto que tarde.