Del Blog de Santiago González
Hubo un tiempo en que Raúl Morodo tuvo un prestigio entre la izquierda española que retrospectivamente resulta sorprendente. Fue cofundador junto a Enrique Tierno Galván del Partido Socialista Popular en 1968, bautizado entonces como partido Socialista del Interior. Tierno fue un inolvidable alcalde de Madrid, además de uno de los políticos más sobrevalorados de su tiempo. Hay que leer la contrabiografía que le escribió César Alonso de los Ríos, ‘La verdad sobre Tierno Galván’, en la que desmenuza todas los embustes que el viejo profesor había urdido sobre sí, su familia, orígenes y demás circunstancias personales. Eso sí, sabía escribir pregones y tenía una cultura clásica.
O sea que en esto de mentir en público no hay que atribuirle todo el mérito a Sánchez. Tenía precedentes, incluso dentro del socialismo. En el arte de robar viene a pasar lo mismo. No lo inventaron los socialistas andaluces cuando idearon los Eres, aunque lo llevaron más lejos que ningún otro partido, como el doctor Bola alcanzó cotas en el arte de mentir que nunca había rozado Tierno. La tesis del viejo profesor era auténtica y él tenía una carrera académica de verdad.
Raúl Morodo, ahijado de Bono, fue su mano derecha. O su mano izquierda, que yo ya no sé. “No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha” escribió el evangelista Mateo y en ningún lugar estableció la excepción si hablamos de robar. Porque Morodo, embajador de Zapatero en la Venezuela chavista entre 2004 y 2007 fue un defensor acérrimo de la Revolución Bolivariana y estableció allí contactos muy provechosos que la Audiencia Nacional está investigando en su Juzgado de Instrucción número nº 1 que encabeza el juez Pedraz. Más de 30 operaciones realizadas por empresas relacionadas con Morodo, van a ser inspeccionadas para conocer el destino de los más de los 14,5 millones de euros desviados de la petrolera estatal venezolana, PDVSA por asesorías ficticias.
Morodo no lo hizo todo solo. Su mujer, Cristina Cañeque, su hijo Alejo y su nuera, Ana Caterina Varandas formaban una peña muy bien avenida. Como las izquierdas no son mayormente de prácticas religiosas adaptaron a su estilo la consigna del padre Peyton: “Familia que se forra unida, permanece unida”. Esto es así desde siempre. También se hizo una lectura alternativa creadora de la máxima de Zapata. En lugar de “la tierra para quien la trabaja”, consideraron más práctico y descansado establecer que la tierra fuese para quien la recalifica. Alejo Morodo, que fue detenido en los primeros compases de la investigación en mayo del año pasado, ingresó en una cuenta suiza (Credit Suisse) varios millones de euros y ¿a que no saben qué procedencia atribuyó el joven Morodo a los fondos, que procedían de la petrolera venezolana? A una herencia de su abuelo. ¿Se acuerdan del avi Florenci Pujol, a cuya herencia atribuyó el patriarca del latrocinio catalán el origen de todo?
Lo acabaremos sabiendo todo, al igual que en los contactos sin tacto que el ministro Ábalos mantuvo con la narcovicepresidenta Delcy Rodríguez. España, por el momento, premió a Raúl Morodo, que en 2013 ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Así está el tema.