Tonia Etxarri-EL CORREO

Son dos las pesadillas que explican tanto insomnio colectivo: las normas aleatorias que cada Gobierno autonómico tiene que afrontar para protegerse del Covid y el aumento de la tarifa eléctrica. Hoy caerá el precio de la luz pero seguiremos pagando el doble que el año pasado. Las primeras reacciones de los sufridos contribuyentes en las redes sobre las horas nocturnas para planchar ya han dejado de tener gracia al ver al Gobierno tan desbordado.

Se han contabilizado cinco choques entre los socios de La Moncloa en cuestión de dos semanas. Desde la campaña de Podemos contra la Corona, hasta la crisis de la tarifa eléctrica pasando por la ampliación de El Prat, la venta de participaciones de Naturgy o la devolución de los ‘menas’ de Ceuta a Marruecos. Desautorizaciones en la plaza pública. Todo un espectáculo.

Vistos los bandazos del Gobierno, Sánchez ha quedado en evidencia: no tenía nada preparado ante semejante dispendio que está afectando a millones de hogares. Y lleva ya tres años gobernando.

Algo tenía que hacer este Gobierno porque el ‘tarifazo’ eléctrico se puede convertir en el problema social más grave de la legislatura de Sánchez. Eso pensaban en La Moncloa cuando a la ministra Ribera no se le ocurrió mejor cosa que comparecer ante los medios para culpar a Europa, bromear sobre Putin y abrir la puerta a la nacionalización de la energía eléctrica. Tal como quiere Podemos. Tal como los socialistas no querían.

En lugar de aceptar las sugerencias de la Comisión Europea, la ministra optó por dar carta verde a la creación de una empresa pública de la energía. Adelante con los faroles. Pura necesidad de ganar tiempo mientras ese tiempo juega en su contra y favorece al socio que amenaza con estar sentado en el Consejo de Ministros y a la vez repicando en la calle. El Gobierno cede, su socio aplaude y se cuelga una medalla.

Pero ha sido la indolencia de Pedro Sánchez la que ha permitido que Podemos le esté marcando el paso. Porque el Ejecutivo tiene herramientas legales para reformar esa factura trufada de impuestos y costes fijos por necesidad política. Se lo ha indicado la Comisión Europea: que utilice los ingresos fiscales por impuestos y CO2 extraordinarios (el 70% de las facturas).

En Alemania tienen precios cerrados (y pagan el 30% menos ). En Francia tienen centrales nucleares de nueva creación (y pagan el 50% menos). Pero Sánchez no quiere dejar de recaudar más de 2.300 millones de euros que obtiene de los derechos de emisión de CO2. Evidentemente, nuestro país no es tendencia.

La posible nacionalización de la electricidad ha encendido todas las alarmas. Una empresa pública no se crea de la noche a la mañana. Pero ha quedado la idea sobre la mesa. El secretario general de los socialistas de Bizkaia, Mikel Torres, reconocía ayer a EL CORREO que «el Gobierno tendría que tomar rápido medidas más efectivas que la rebaja del IVA… pero no nacionalizar».

Un Gobierno desnortado (¿entre acoger al ‘Aquarius’ y devolver en masa a menores a Marruecos donde está el criterio?) solo busca apaciguar a su socio.

Hace falta coherencia y más transparencia donde ahora se ven tan pocas luces. Menos bromas con Putin, más sentido común y menos intervencionismo. Por eso el PP aprovecha la falta de criterio en el Gobierno para destacar su punto débil. «Cabeza fría» le recomienda Díaz Ayuso a Sánchez para que no dé tantos volantazos en sus decisiones.