- Atendiendo a numerosas consultas, he aquí algunos consejos para triunfar en esta sociedad super chulísima
Como sea que cada época tiene su moral, su estética e incluso su manera de preparar la tortilla, he aquí unas normas que le harán a usted, persona anclada en el pasado heteropatriarcal, fascista y nada sostenible, triunfar en sociedad. En primer lugar, debe tutear a todo quisque. Aunque la otra persona mucho mayor tenga una categoría social, religiosa o militar mayor a la suya. Llamar de usted a la gente es facha, sometimiento al clasismo y esclavitud literaria, porque si suprimimos el usted todo eso que nos ahorramos en gramática. Si usted detenta una condición sexual distinta a la del hombre hombre que se siente hombre emplee formas como cabestro machista, facha de futbolín, derechoso de wáter de discoteca que podrá encontrar en el ‘Manual de insultos a la casta’ que pronto alguien editará, si es que no lo está ya a estas alturas.
Otra cosa importante: el protocolo. En una manifestación para reventar un acto de Vox o cualquier entidad que defienda a la Constitución, ¿el cargo político podemita debe situarse a la izquierda del separatista? ¿Es de buen gusto lanzar la primera piedra antes que el convocante? Cuando se quema un ‘container’, ¿la gasolina debe sufragarse a escote? ¿Cuántas veces debe decirse «antifascismo» en un discurso y qué mínimos son considerados de buen tono?
Si después de todo esto no los hacen a ustedes cargos públicos con estos gobernantes, hijos míos, yo ya no sé
No podemos ofrecer respuestas pormenorizadas, el sentido común será siempre de utilidad. Por ejemplo, cuando se ocupa una vivienda deberá cederse el paso siempre a quien haya reventado la cerradura, salvo que sea un cerrajero contratado, en cuyo caso la preferencia la tiene siempre el que tenga más antecedentes penales. Es poco considerado, asimismo, escupir, insultar o agredir a la fuerza pública antes de que las cámaras de televisión estén presentes. Si sabemos esperar a su llegada podremos escupirles, insultarles y agredirlos también sin miedo al agravio comparativo. El dress code debe ser siempre: sudadera con capucha, tapabocas, deportivas cómodas y mochila en la que quepan unos cuantos adoquines, petardos y una llave inglesa. Se considera bien visto compartirla con quien la haya olvidado o, simplemente, la haya tirado al suelo a la que ha visto asomar a la Benemérita. También hay quien comparte preservativos, mascarillas o copas vaginales, pero esto siempre deberá ser a criterio del interesado.
El tono de voz ha de ser elevado, siempre y cuando la policía esté lejos y no tenga la porra desenfundada. Esto es especialmente divertido cuando chillas a una persona mayor. Se considera que ruidos y griterío deben ser siempre superiores a los sesenta decibelios, límite que soporta el oído humano. En especial los «¡Eeeeeehhh!» que se prorrumpen cuando un policía se acerca a medio metro de algún manifestante. Por lo demás, orinar en la vía pública, defecar ante sedes de partidos políticos, dar patadas en persianas metálicas, mobiliario urbano o similares a altas horas de la madrugada, incendiar automóviles, motocicletas, bicicletas e incluso velocípedos, o drogarse en misa de ocho siempre es signo de distinción progre.
En cuanto a la decoración es un tema harto prolijo para desarrollarlo aquí. Baste decir que se deben tener a la vista posters de Open Arms, el Che, Stalin, Puigdemont o Ada Colau. Nada de servir carnes, bebidas azucaradas o chuches durante las comidas. Menús recomendados: mijo, tofu, gusanos, alfalfa, pasteles de marihuana y peyote de postre.
Y si después de todo esto no los hacen a ustedes cargos públicos con estos gobernantes, hijos míos, yo ya no sé.