Javier Elorrieta-Editores
Participaremos, Teo Uriarte y yo, en fechas que se acercan enuna charla para jóvenes cuyo título es «ETA en la perspectiva histórica». Me pregunto a menudo, viendo y comprobando el descaro con el que se usa la simbología de los derrotados, y el miedo del uso de la simbología oficial y legal en la cotideanidad de la ciudadanía, cómo poder expresar, sin atisbo de duda y de error, si verdaderamente ETA, en el cese de su acción más criminal, el asesinato, ha sido ciertamente derrotada. Cuando ni se ha arrepentido, ni ha variado el objetivo político de su acción criminal.
También me suelo preguntar, si los que insisten con vehemencia, y sin dudas, en la afirmación de su derrota, a pesar de ser los de ETA-HB los únicos que expresaron felicidad tras las negociaciones con el Psoe de ZP. Y el conjunto de víctimas del terrorismo su enorme decepción. A pesar de no no repudiar las acciones de asesinatos, a pesar de no cambiar un ápice el proyecto político totalitario sobre el que se asienta esa acción.
Si no lo hacen, pienso, como una fórmula de alivio moral para la aceptación acrítica de lo que ha sido la evolución antidemocrática del PSOE. Que rompieron los acuerdos de Estado y la política de alternativa constitucionalista, firmaron el sectario y antidemocrático Pacto del Tinell. Que ha evolucionado, comprobado ayer mismo, una vez más, en el Parlamento a qué cota de indignidad política ha llegado el PSOE con ZP y con Sánchez.
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