Mikel Buesa-La Razón
Las ayudas previstas por el gobierno nacional son más bien mediocres: 16.639 millones de euros de los que sólo una cuarta parte son a fondo perdido
Aunque con cierto grado de provisionalidad, se van conociendo las estimaciones de los daños producidos por la DANA en la provincia de Valencia. Las cifras, que proceden de diferentes entidades regionales y nacionales, son estremecedoras. Así, las pérdidas por la destrucción del capital instalado en la zona afectada suman al menos 25.660 millones de euros (13.315 en capital productivo, 6.545 en infraestructuras, 4.000 en edificaciones y 1.800 en vehículos). Y a ellas hay que añadir las vidas humanas (950 millones) y el coste del cese de actividad para los trabajadores acogidos a ERTEs (137 millones). En total 26.747 millones de euros. Una cifra ésta que equivale a casi el 43 por ciento del PIB provincial. Y si nos atenemos a una comparación nacional, el quebranto del capital es igual al 16,4 por ciento de la inversión anual de España en activos fijos materiales.
A la luz de estas cifras se comprenderá fácilmente que las ayudas previstas por el gobierno nacional son más bien mediocres: 16.639 millones de euros de los que sólo una cuarta parte son a fondo perdido, mientras el 75 por ciento se materializará en créditos avalados que tendrán que ser devueltos, o bien en indemnizaciones del Consorcio de Compensación de Seguros que están financiadas con los suplementos que gravan las primas de seguro para cubrir estos desastres naturales –o sea, que han sido pagadas previamente por los asegurados y no conciernen al erario público–. Y se comprenderá también que la estimación presentada por el gobernador del Banco de España acerca de la dimensión de los efectos macroeconómicos de la DANA es poco creíble: una disminución de entre el 0,2 y el 0,3 por ciento del PIB español. Esa estimación se basa en la consideración de 115 eventos catastróficos previos cuya dimensión media, medida por el número de muertes ocasionadas en ellos, es casi siete veces inferior al que ha tenido lugar en Valencia. Es claro que Escrivá ha tratado así de echar una mano al gobierno al minimizar el daño macroeconómico, pues si se corrigen las cifras en función de esa dimensión relativa estaríamos ante una caída previsible del PIB de entre el 1,38 y el 2,07 por ciento. Y esto son palabras mayores.