Pedro Chacón-El Español
  • Con un origen ideológico basado en una mentira, con una fiesta que es una engañifa y con un presidente actual y un lehendakari maketos, ¿qué clase de partido nacionalista es el PNV?

Ahora que se acaba de celebrar el Aberri Eguna, el día de la patria vasca que se hace coincidir desde su primera celebración, en 1932, con el Domingo de Resurrección, acabamos de asistir a otra representación de la gran mentira que es en sí mismo el nacionalismo vasco en todas sus ramas.

Bildu también celebra el Aberri Eguna, en su caso en Pamplona, porque ellos consideran que su nacionalismo tiene otra raigambre distinta de la peneuvista, y colocan al reino de Sancho el Mayor de Navarra, con su capital en Pamplona, allá por el siglo XI, como el primer Estado vasco. Otra mentira histórica colosal. Pero en eso están, para diferenciarse del aranismo.

Pero a lo que no le han encontrado alternativa hasta hoy es al Aberri Eguna, que sólo hay uno y cuyo origen fue en Bilbao en 1932, y con el PNV y los Arana como protagonistas.

Todo en esta ideología es una gran mentira. La última, la de los dos máximos dirigentes actuales del PNV. Unos maketos de libro, descendientes de los mismos a quienes el fundador del nacionalismo vasco rechazaba por no tener apellidos ni ser de la tierra. Aun así, Aitor Esteban ha dicho en el mitin que «somos un pueblo, somos una nación que después de tantos siglos nos seguimos reconociendo como tal».

Pero resulta que todos los ascendientes de Esteban y de Imanol Pradales son de Soria o de Burgos, o de cualquier otra parte de Castilla la Vieja, más españoles que la pata del Cid. Y resulta que un pueblo vasco que no se considera español sólo se ha visto desde 1895, cuando se funda el PNV, y sólo por una parte del pueblo vasco, la que se considera nacionalista.

Antes de eso no hubo vascos que no se consideraran españoles, sino todo lo contrario, como bien demuestra la historia de España en todas sus épocas y facetas.

El nacionalismo vasco se origina por el rechazo a los sobrevenidos de otras partes de España a quienes se consideraba no sólo ajenos a lo vasco, sino incapaces de ser como Sabino Arana consideraba a los vascos. Sabino Arana fue el único que en su época hablaba así en el País Vasco. Por lo cual no cabe decir que en aquella época todo el mundo hablaba de racismo.

Lo que a nadie en el País Vasco se le ocurrió, salvo a Sabino Arana, fue rechazar a compatriotas por razón de su apellido. Una marca que, a fin de cuentas, sólo podemos considerar desde el siglo XIV para acá, como mucho, puesto que a partir de entonces empezaron a existir documentalmente lo que hoy son los apellidos. Y, aun así, hasta el siglo XIX la gente se los cambiaba en vida, en función de sus necesidades, y no tenían por qué ser los de los padres, incluso.

Pero es que, además, lo que se ha celebrado este pasado domingo de Resurrección, esa nueva edición del Aberri Eguna, es una fiesta completamente falsa, basada en un acontecimiento falso con el que Sabino Arana quiso remontar el origen de su ideología: que su hermano Luis se la había comunicado en 1882 en el jardín de su casa de Bilbao, la llamada «revelación», que dicen ellos.

El Aberri Eguna se empezó a celebrar en 1932, en plena Segunda República, en un ambiente de exaltación de todo lo antiespañol. Y se basó en que se cumplían entonces los cincuenta años de esa «revelación» de 1882. Pero dicha revelación fue imposible, puesto que en 1882 los hermanos Arana eran todavía integristas españolistas.

De hecho, entre 1888 y 1890 participaron activamente en el periódico El Euskaro de Bilbao, filial de El Siglo Futuro, cabecera del integrismo español, y la transición hacia el nacionalismo en Sabino sólo se dio a partir de 1890.

Arana quiso adelantar todo lo posible el origen de su ideología, sin duda para ocultar su pasado tradicionalista e integrista español. Y la hizo recaer en Luis, que nunca jamás (Luis murió en 1951, mientras que Sabino lo hizo prematuramente en 1903) dio su versión de ese episodio, puesto que él sabía muy bien que todo eran cosas de su hermano.

Pero cómo iba a ser Luis el primer nacionalista vasco si, como también tengo demostrado (y en EL ESPAÑOL he escrito ya algunos artículos al respecto) tuvo engañado a su hermano y a todo el mundo con una doble vida.

Una doble vida en la que tenía un hijo con una aragonesa a la que conoció en Barcelona (era la criada de la casa cuando los Arana vivieron allí). Y con la que no se casó hasta 1898, tres años después de la fundación del PNV, violando así todas las normas del partido. Y siendo vicepresidente del mismo cuando, por el reglamento del PNV, dada su condición de padre sin estar casado, sino en concubinato con una maketa, le hubiera supuesto su expulsión inmediata del mismo.

En fin, con un origen del partido así, con un Aberri Eguna que es una engañifa y con un presidente actual del PNV maketo y un lehendakari maketo¿qué clase de partido nacionalista tenemos aquí?

La verdad es que el nacionalismo, durante toda la Transición y hasta hoy, ha vivido muy bien en España. Y, en particular, en el País Vasco, y más concretamente en Vizcaya, donde hasta el día de hoy ha gobernado siempre la todopoderosa Diputación Foral de esta provincia.

No olvidemos que en el País Vasco son las Diputaciones las que recaudan los impuestos. Todo el mundo en el País Vasco, sea vasco de origen o no (como por ejemplo la familia de Pradales o de Esteban), ha querido ser nacionalista, para así poder disfrutar de muchas ventajas en todos los ámbitos: social, económico, cultural, educativo y, por supuesto, político.

No nos olvidemos tampoco del ascendiente que siempre ha tenido el PNV en Madrid, y cómo despidieron entre aplausos a Aitor Esteban cuando fue nombrado presidente del PNV. El problema que tenemos muchos en el País Vasco es que no hay alternativa al régimen nacionalista. Y que lo que se nos podría venir encima, en caso de caer el PNV, sería mucho peor todavía.

*** Pedro Chacón es profesor de Historia del Pensamiento Político en la UPV-EHU.