- ¿Ha pensado el PP qué ocurrirá cuando al voto a los 16 y el voto nacionalista se sume el voto de los cientos de miles de inmigrantes naturalizados por el PSOE?
California es el estado clave de las elecciones estadounidenses.
California reparte 54 votos electorales, el 20% de los 270 que necesita un candidato para ganar las elecciones presidenciales. No hay otro estado con tanto peso en Estados Unidos.
California fue un estado tradicionalmente republicano hasta finales de los años ochenta
En las elecciones presidenciales de 1972, Nixon ganó en California por más de 13,5 puntos de ventaja sobre George McGovern.
En 1976, Gerald Ford ganó por 1,8 puntos a Jimmy Carter.
En 1980, Reagan ganó en California con 17 puntos de ventaja sobre Carter.
En 1984, Reagan volvió a arrasar, con 16,3 puntos de ventaja sobre Walter Mondale.
En 1988, Bush padre ganó en California por 3,6 puntos a Michael Dukakis.
En 1992, algo ocurrió en California.
Bill Clinton ganó con 13,4 puntos de ventaja sobre Bush padre. Era la primera victoria demócrata en décadas.
A partir de esa fecha, el Partido Republicano no ha vuelto a ganar jamás en California. Desde 2008, además, el Partido Demócrata ha superado siempre a los republicanos con ventajas superiores a los veinte puntos.
Tan garantizada está la victoria demócrata en California en todas las elecciones presidenciales que los republicanos apenas hacen ya campaña en ese estado, dándolo por perdido antes incluso de empezar la campaña electoral.
California ni siquiera tiembla cuando un candidato republicano arrasa a los demócratas en el resto del país. En 2024, Donald Trump ganó las elecciones con una ventaja arrolladora sobre Kamala Harris. Pero Harris ganó por veinte puntos de ventaja a Trump en California.
En Estados Unidos siempre ha habido estados tradicionalmente republicanos y estados tradicionalmente demócratas. Algunos, como Virginia, Colorado o Georgia, han sufrido también vuelcos demoscópicos similares. Pero ninguno con el peso, siquiera aproximado, de California.
¿Qué ocurrió en California en 1992 para alterar de una forma tan decisiva la demografía electoral y, por tanto, el resultado de las elecciones estadounidenses?
Ocurrió la inmigración.
Hubo otros factores, sí.
– El rechazo a la proposición 187, que negaba los servicios públicos a los inmigrantes ilegales.
– La sustitución de la moral tradicional de la California interior por la liberal de las grandes urbes, como Los Ángeles y San Francisco.
– O el auge de la industria tecnológica, de Silicon Valley y del tecnomesianismo progresista (el tecnolibertarismo de Musk, Zuckerberg y Bezos de hoy es una reacción alérgica a ese tecnomesianismo de herencia hippie que nació en la California de los años noventa).
Pero el de la inmigración fue el principal factor.
En la década de los ochenta llegaron a California 2,8 millones de inmigrantes, que se sumaron a los 3,7 ya existentes. Un aumento del 75,7%.
En la década de los noventa llegaron a California 2,3 millones de inmigrantes más. Un aumento del 35,4%.
Esa llegada masiva de inmigrantes fue impulsada, principalmente, por una ley. La Ley de Reforma y Control de Inmigración de 1986, que legalizó a unos tres millones de inmigrantes indocumentados, generando un efecto llamada masivo.
La ley fue obra de tres personas. El senador Alan Simpson, republicano; el congresista Romano Mazzoli, demócrata; y el propio Ronald Reagan, republicano.
Fue el mayor error cometido por Reagan durante sus ocho años de presidencia.
Tan grave, de hecho, que el Partido Republicano parte hoy, en todas las elecciones presidenciales, con una desventaja garantizada del 20% de los votos. Algo muy similar a lo que ocurre en España con Cataluña y el País Vasco, cuya bolsa de votos se suma de forma automática al PSOE en todas las elecciones desde 2004.
En Estados Unidos, y gracias también al aumento de la inmigración, a California se sumará pronto el estado de Texas, el segundo que más votos electorales (40) reparte en todo el país, también tradicionalmente republicano.
La suma de California y Texas supone el 34,7% de los votos necesarios para asegurar la presidencia.
Dicho de otra manera. El Partido Republicano deberá ganar a partir de ahora en el resto del país con una ventaja abrumadora del 55% de los votos (incluyendo en ese 55% estados tradicionalmente demócratas como Nueva York o Illinois) para asegurarse las elecciones.
Es decir, algo prácticamente imposible.
Eso explica en buena parte por qué Trump está deportando a cientos de miles de inmigrantes ilegales y por qué la principal preocupación hoy del Partido Demócrata, muy por encima de los aranceles, es impedir esas deportaciones.
Sí, es cierto: esos inmigrantes podrían también votar republicano. A fin de cuentas, el voto de la inmigración no es monolítico.
Pero la realidad es que la inmigración vota abrumadoramente demócrata. El porqué es evidente: la conversión por parte del progresismo del Estado del bienestar en un Estado asistencialista, que no es lo mismo: el primero te sostiene y el segundo te mantiene. Pero ese es tema para otro artículo.
Analicemos ahora las cifras españolas.
En 2004, cuando Zapatero llegó a la presidencia, la población nacida en el extranjero era en España de 3,5 millones de personas.
En 2011, cuando Zapatero abandonó la Moncloa, esa cifra había aumentado a 6,7 millones de personas.
Un aumento del 91,4% en sólo siete años.
Compárese con el aumento del 75,7% en diez años de la California de los años ochenta.
Y eso a pesar de que España es, desde el punto de vista de la logística de las mafias de la inmigración, una isla. Es decir, un país mucho menos accesible que Estados Unidos, que comparte con México una frontera terrestre de 3.145 kilómetros que atraviesa, además, cuatro estados: California, Arizona, Nuevo México y Texas.
Entre 2011 y 2025, y gracias a políticas apoyadas tanto por el PSOE como por el PP de Mariano Rajoy, esa población aumentó hasta los 9,38 millones.
Un aumento del 40% respecto a 2011 y del 168% respecto a 2004.
Compárese con el aumento del 35,4% en la California de los años noventa.
Dicho de otra manera: el aumento de la población inmigrante, y por tanto el cambio en la demografía electoral nacional, ha sido muy superior en España al de la California de los años ochenta y noventa.
De momento, los inmigrantes sólo pueden votar en las elecciones municipales si son ciudadanos de la UE o si España tiene con su país de origen un acuerdo de reciprocidad. La Constitución no permite su voto en autonómicas o generales. Pero sí pueden hacerlo los naturalizados.
Y sólo en cinco años, los que van de 2019 a 2023, se han naturalizado en España casi 800.000 inmigrantes, que ahora tienen la nacionalidad española y, por tanto, derecho a voto.
Pero lo importante es la tendencia claramente ascendente de esas naturalizaciones.
2019: 98.954 naturalizaciones
2020: 126.266 naturalizaciones
2021: 144.012 naturalizaciones
2022: 181.581 naturalizaciones
2023: 240.208 naturalizaciones
Y ahora, súmese a ese incremento de la población inmigrante naturalizada la reducción del voto a los dieciséis años y el voto periférico nacionalista.
¿Realmente será posible para el PP superar en el futuro la combinación de esos tres factores: voto naturalizado, voto nacionalista y voto joven?
¿Tiene el PP un plan para revertir esas circunstancias a su favor?
Observen la noticia anterior: Así se comporta el voto de los migrantes: marroquíes y colombianos prefieren al PSOE, y los venezolanos al PP.
Pero, ¿contra cuál de esos tres grupos de inmigrantes ha iniciado la prensa monclovita una campaña de desprestigio por su presunto impacto en el mercado inmobiliario?
Esta es sólo una selección de algunos de los titulares publicados durante los últimos años por la prensa española:
– Los millonarios venezolanos agitan el mercado inmobiliario en Madrid
– Los venezolanos lideran la compra de viviendas de lujo en Madrid
– Los súper-ricos latinos convierten Madrid en la nueva Miami
– Un empresario [venezolano] procesado por el expolio de PDVSA tiene siete pisos de lujos en Madrid
– Los extranjeros extracomunitarios compran casas el doble de caras que los españoles
– Podemos propondrá prohibir la compra de viviendas a extranjeros en Madrid si ya tienen inmueble en la región
Y el remate, un titular de Feijóo, que esquiva por motivos que se me escapan y que deberían explicar en Génova los verdaderos motivos del aumento de los precios inmobiliarios: la okupación, la fiscalidad extractiva, el control del suelo por parte de las administraciones, las trabas burocráticas, el endose de la responsabilidad de la construcción de viviendas baratas al sector privado y el veto político de facto al libre mercado inmobiliario y la construcción de nuevas viviendas.
– Feijóo asegura que la vivienda en Madrid se ha encarecido por la llegada de latinoamericanos «de rentas altas»
Si yo fuera el PP, estudiaría a Reagan. Sobre todo, sus errores. Porque es probable que, en un plazo de tiempo no superior a una década, ganar unas elecciones sea bastante más complicado para ellos de lo que ya lo es ahora.