Olatz Barriuso-El Correo
A Jorge Pueyo se le conocía hasta ahora como ‘el Broncano aragonés’ porque, además de abogado especialista en Derecho Mercantil, activista, divulgador y diputado de la Chunta, este polifacético treintañero tiene también su propio ‘late night’ en el que hace entrevistas en aragonés, catalán y castellano a personalidades del territorio.Todo un personaje, sí, a cuyo extenso currículum añade desde esta semana el haber sido el único que, desde la órbita del Gobierno de Pedro Sánchez –como miembro del grupo parlamentario de Sumar–, se ha atrevido a señalar, como el niño del cuento de Andersen, que igual resulta que el rey está desnudo.
En realidad, lo que ha apuntado Pueyo al cumplirse este martes el plazo constitucional para registrar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado en tiempo y forma sin que se sepa nada aún del proyecto –y sin que Francina Armengol, como presidenta de la institución que debería recibirlo, haya dicho esta boca es mía–, es que si Sánchez es incapaz de sacar adelante las Cuentas públicas debería convocar elecciones.
Puede que el aldabonazo le sirva al diputado para subir la audiencia de su programa pero desde luego no para inquietar las posiciones de su jefa de filas, Yolanda Díaz, que, como quien oye llover, ha insistido en que el Ejecutivo puede seguir gobernando con las Cuentas prorrogadas. Eso al mismo tiempo que discrepaba de la posición oficial del Gobierno no ya sobre el plan de paz de Trump para Oriente Medio –que también– sino de la orden dada por Defensa a la fragata ‘Furor’ que acompaña a la flotilla rumbo a Gaza para que se detenga antes de entrar en aguas israelíes.
Pero la vicepresidenta, claro, no hace de portavoz del sentido común ni siquiera del sentido de Estado, sino de comandante de la escuadra Sumar en la guerra sin cuartel con Podemos por los escombros de la izquierda a la izquierda del PSOE. El descalabro épico que las encuestas vaticinan a su plataforma le empuja a una hipérbole permanente, máxime tras el naufragio de la reducción de jornada –su iniciativa estrella–, que podría desembocar en el absurdo de que Hamás acepte la ‘hoja de ruta’ que ella ha desdeñado.
La incógnita es hasta dónde llegará Podemos en la escalada. De momento, ya ha incitado a movilizarse contra la retirada del ‘Furor’, consciente de que en sus manos está acelerar la caída de Sánchez. La otra llave que abre la puerta al precipicio la tiene Junts, acogotado por el ascenso en los sondeos de Aliança Catalana e incapaz de vender una escoba tampoco, tras el rechazo del Congreso al traspaso de las competencias migratorias a Cataluña, el estancamiento de la amnistía y las infructuosas gestiones para culminar la oficialidad del catalán en la UE.
En esta hora convulsa de la legislatura –más que todas las anteriores–, con Vox al galope (hasta los 74 escaños según la empresa de Iván Redondo) y el PP presa del miedo escénico, Sánchez, sin el traje nuevo de los Presupuestos, sigue al frente como si el derrumbe y el caos en la mayoría que un día le aupó no fuera con él. ¿Está el rey desnudo? Quizás haya concluido, para escarnio de los manuales de Derecho Constitucional, que no hacen falta ropajes para seguir al frente. Y que ganar tiempo es, ahora mismo, su única salida.