La bravuconería de los necios: Felipe González

No voy a entrar ahora en si las palabras de Felipe González, al decir que no sabe si hizo bien en no volar la cúpula de ETA, son o no oportunas, pertinentes o impertinentes, pues lo que apunta con ellas es que ha recobrado la consciencia y empieza a remorderle la conciencia.

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No voy a entrar ahora en si las palabras de Felipe González, al decir que no sabe si hizo bien en no volar la cúpula de ETA, son o no oportunas, pertinentes o impertinentes, pues lo que apunta con ellas es que ha recobrado la consciencia y empieza a remorderle la conciencia. Todo ello hace que tales declaraciones denoten ahora confusión en el entendimiento de González y lo sitúen a un bajo nivel.

No nos extrañe. De la estupidez mayúscula más o menos abundante y ocasional, jamás se libra el ser humano. Pero es que en los gobernantes, sobre todo en los vanidosos y los ególatras, la estupidez se convierte en cretinez en cuanto dejan la política y aparecen los remordimientos. Y ya no saben si lo que hicieron debieron hacerlo o si hubieran debido hacer lo que no hicieron. Por eso Confucio pedía a su dios que le diera valor para cambiar lo que pudiese cambiar, serenidad para aceptar lo que no pudiese cambiar, y entendimiento para distinguirlo. Está visto que González no ha madurado. Y es que es muy difícil decirse socialista y ponerse al servicio del mayor capitalista del mundo que es el mexicano Carlos Slim: algunos monstruos tiene que generar ese maridaje…

El argumento de González de que si hubiera volado la cúpula de ETA hubiese podido salvar muchas vidas, es de lo más miserable y está en línea con el canallismo de los canallas históricos. Desde el Truman que arrojó bombas atómicas en Nagashaki e Hiroshima, pasando por la Thatcher que ordenó asesinar a miembros del IRA en Gibraltar en 1988, hasta el Bush que ahora se miente a sí mismo al escribir que descubrió “luego”, después de la invasión, que en Irak no había armas de destrucción masiva, todos alegan para descargar su conciencia postrera el ahorro de vidas.

Pero es que todos ellos en activo están cortados por el mismo patrón del desalmado, es decir, sin alma, es decir, sin conciencia. Una conciencia que aflora más tarde, cuando han dejado la política, como le ocurre a González. Porque mientras están los gobernantes con el poder en la mano, han de arrancarse de un tajo la conciencia para cometer las mayores tropelías y conformar no a esa conciencia moral que se han extirpado, sino a los codiciosos, a los necios y a los que como ellos en ese trance tampoco la tienen. Luego, cuando ha cesado el embrujo del poder, pasado el tiempo, es cuando se ven envueltos por las noches en los andrajos morales en que se convirtieron las galas con que Cenicienta acudió al baile de palacio en un esplendoroso carruaje a su vez convertido en Calabaza…

Pero no era esto lo que hoy me ha traido a escribir. Lo que quiero decir es que se necesita ser obtuso o imaginar que los demás lo somos, para no percatarse de que nunca pudo volar González a la cúpula de ETA. Y no la pudo volar, porque sencillamente una organización armada de ese calibre nunca iba a concentrar a todos los miembros de su cúpula en un mismo recinto y a la misma hora. ¿Quién imagina que unos combatientes curtidos en mil peripecias atentarían contra la más elemental estrategia, incurriendo en la ingenuidad y el error craso de poner al alcance de sus eventuales verdugos a todos sus altos mandos? Si González se hubiera decidido a volar esa cúpula, no le quepa duda -por si le alivia esta reflexión a González- que otra cúpula acechaba lejos de allí para proseguir con odio redoblado su lucha. Quede tranquilo González, pues si hubiera volado por los aires a los seres humanos componentes de cualquier cúpula de ETA, además del múltiple crimen, se hubieran cometido a cargo suyo muchos otros más.

Y es que, como González, los politicastros lo son precisamente por eso: porque aunque hace tiempo que se hubieren retirado de la política, siguen creyendo que quienes les prestan atención y les escuchan somos los patéticos residentes de un tonticomio.

Jaime Richart, Argenpress.info, 15/11/2010