En el rincón de Inaxio Uria

DIARIO VASCO, 4/12/11

Familiares, amigos y políticos recuerdan al empresario de Azpeitia asesinado en 2008. Los Uria pidieron que no fuera al acto nadie que «no condene con mayúsculas» a ETA, incluido el alcalde

«Inaxio, tu muerte no es una ausencia, solamente una diferencia de presencia». La frase que cuelga plastificada de la farola situada junto al monolito cobró ayer otra vez sentido. Han pasado tres años ya desde que ETA asesinó al empresario azpeitiarra y un 3 de diciembre más la numerosa familia Uria volvió al lugar del atentado para recordarle. Inaxio estaba presente de nuevo en el rincón próximo a la basílica de Loyola donde hacía su vida. Allí cerca tenía su casa, allí levantó su empresa de construcción y allí echaba todos los días la partida de mus con sus amigos antes de ir a comer con su mujer. Era la rutina diaria que aquel miércoles rompieron de golpe dos terroristas. La rutina que también rompieron a su mujer Manoli, que sigue teniendo muy presente al principal apoyo de su vida pero a quien la ausencia de Inaxio pesa demasiado como para detenerse frente a su recuerdo.

En el mensaje que emitió la familia, advierten de que «la paz no se consigue con concesiones y olvido»

Los hijos de Korta, Sandra Carrasco o Josu Puelles arroparon a los cinco hijos del constructor

Diciembre no es un buen mes para Manoli Aramendi. Tampoco éste, el primero sin ETA, que lamentablemente llega demasiado tarde para la familia, como también llegará tarde la condena de la violencia, «y no solo el rechazo», que exigen a la izquierda abertzale. La viuda de Inaxio no pudo estar en los quince minutos de silencio que ayer a la una de la tarde, como siempre, se guardaron frente al monolito de recuerdo. Pero sí estuvo en la misa de doce a la que solía acudir junto al empresario, muy creyente, cada sábado en la basílica donde además cantaba en el coro. Allí, a solas, prefirió recordar a su marido sin el barullo de políticos, empresarios, vecinos, empleados de Altuna y Uria, amigos y otras víctimas que se dieron cita frente a la escultura, con la vírgen de Olatz, que mantiene encendida la memoria de Inaxio.

De forma contenida, sin declaraciones, sin protagonismos, como le gusta a la familia Uria, varios cientos de personas tomaron parte en el acto de homenaje, al que al parecer esta vez intentó sumarse el alcalde de la localidad, de Bildu, pero al que como al resto de dirigentes abertzales que «no han condenado con mayúsculas» los atentados de ETA la familia «no quiere a su lado». Así lo manifestó hace unos días en el comunicado que hizo público para pedir «justicia, condena y respeto» a las víctimas, al tiempo que advirtió de que «la paz no se consigue haciendo concesiones y olvidando la historia de terror y sufrimiento que ha vivido este país».

Los Uria, la viuda, los cinco hijos, ocho hermanos y 32 sobrinos que forman esta gran familia azpeitiarra, prefirieron adelantar su mensaje para fijar su posición y su exigencia antes del homenaje a una izquierda abertzale en la que no ven «ninguna humanidad» y a la que recordaron que si «ETA ha dejado de asesinar» no es por ellos, «sino por todos los demás». «Están equivocados, como siempre», indicó la familia en su mensaje -que probablemente colgará como los anteriores de la farola que alumbra el monolito-. «Ellos creen que han ganado algo en todo esto» y «todos ellos perdieron cuando ETA asesinó a su primera víctima», añadió.

A los Uria, especialmente dolidos con el gobierno de Azpeitia por su silencio ante el asesinato de su vecino durante estos tres años, no les parece suficiente el desmarque de la violencia que hasta el momento ha realizado la izquierda abertzale. «No hay duda de que estamos ante una nueva era», indicó la familia en referencia al cese definitivo de ETA, «pero el rechazo a la violencia tiene que ir de la mano con la condena», reiteraron en su texto, como mensaje directo a esa corriente integrada en Bildu y, especialmente, al alcalde de su localidad, que ayer por primera vez envió una declaración institucional de apoyo a la familia, aunque sin la condena explícita a «todos y cada uno de los atentados terroristas» que ésta reclama.

Ese intento de acercamiento, según explicaron los dos dirigentes de EA, Pello Urizar y Rafa Larreina que sí estuvieron presentes en el acto, no llegó a fructificar. El «proceso» que necesita la izquierda abertzale para cumplir el grado de exigencia de ésta y otras familias de víctimas es especialmente difícil de entender para los Uria cuando se trata de los máximos responsables de su propio pueblo, los que conocen a toda la familia y se cruzan con ella por las calles de Azpeitia. Urizar trasladó a Josu, uno de los hijos del empresario, ese argumento en la breve conversación que mantuvieron al finalizar el homenaje. Según ha podido saber este periódico, el ahora dirigente de Bildu explicó al familiar la situación dentro de la coalición y los pasos que se van dando, especialmente con las víctimas de ETA, con las que EA está ejerciendo, cuando puede, de intermediaria. La mayoría de la familia Uria «sabe» quién condena y ha condenado siempre dentro de la coalición abertzale y quién no, aseguran quienes les conocen. Por eso, la invitación a no acudir al acto no se hizo extensiva a todo Bildu.

Apoyo entre víctimas

Los que no faltaron fueron, en nombre de los empresarios, los máximos representantes de Confebask, Nuria López de Gereñu; y Adegi, Eduardo Zubiaurre y José Miguel Ayerza; y numerosos representantes políticos, quienes manteniendo un respetuoso segundo plano se acercaron al final a saludar a los familiares. Los consejeros del Gobierno Vasco Iñaki Arriola y Eduardo Bengoa estuvieron acompañados por varios cargos socialistas; la presidenta del Parlamento Vasco, Arantza Quiroga, guardó silencio junto a dirigentes del PP vasco; el presidente del PNV en Gipuzkoa, Joseba Egibar, acudió junto a Markel Olano y Arantza Tapia; y Ain-tzane Ezenarro fue la representante de Aralar en el acto.

Tampoco algunas víctimas, cercanas a los Uria, quisieron dejar de arropar a los hijos y hermanos de Inaxio. Ibai y Lander Korta, hijos del empresario de Zumaia asesinado en 2000; Sandra Carrasco, hija del edil del PSE abatido en Arrasate nueve meses antes que el constructor; y Josu Puelles, hermano del policía nacional muerto en 2009 -la última víctima de ETA en Euskadi- compartieron con la familia azpeitiarra recuerdos y sentimientos en el rincón de Inaxio.

DIARIO VASCO, 4/12/11