Soraya de vicepresidenta y Guindos de hombre fuerte

Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 23/12/11

Sorpresa relativa en los nombres del nuevo Ejecutivo. El flamante presidente del Gobierno no jugó a sorprendernos sino a formar un equipo solvente. Y como la solvencia es un bien escaso, tampoco podían equivocarse demasiado las quinielas. Así que, aparte del número de departamentos, más de los previstos, nadie se cae del guindo.

Del guindo no se cae ni don Luis, el ministro de Economía y Competitividad, madrileño, 51 años, verdadero número dos del equipo. No por el organigrama sino por el alcance de sus medidas, sus gestiones en Bruselas, sus diagnósticos sobre la crisis económica y sus remedios para devolver la salud a la economía nacional. Al llegar a la cima, el sherpa de Rajoy en el mundo de las finanzas se queda con el escalador.

En el organigrama Soraya Sáenz de Santamaría, de la máxima confianza del jefe, aparece de vicepresidenta. También estaba cantado. Será una coordinadora del trabajo de los ministros y sus iniciativas legislativas. Dígase así para dejar claro que Rajoy no comparte el control del timón político con nadie. Después de haber coordinado el traspaso de poderes, esta aventajada abogada del Estado era quien estaba en mejores condiciones para coordinar también el ejercicio de los poderes heredados del Gobierno de Zapatero.

El cuarto nombre relevante del nuevo Gobierno es Cristóbal Montoro, en Hacienda y Administraciones Públicas, que supo estar a las duras como un leal colaborador de Mariano Rajoy en la travesía del desierto. Preparado, riguroso y muy mentalizado en el reto de la contención presupuestaria. “Soso, aburrido y previsible”, como se autodefine, Montoro tiene el perfil adecuado para combatir el déficit público desde la trinchera que vuelve a ocupar. Con carga añadida. Ahora con vara alta sobre el famoso capítulo 1 de los PGE (gastos de personal).

Por De Guindos y Montoro pasará prácticamente todo el quehacer de unos ministros muy condicionados por los Presupuestos Generales del Estado, al menos en los tres próximos ejercicios. Y lo demás es pedrea, si nos atenemos a los desafíos que aguardan al nuevo Gobierno,  fundamentalmente económicos, como se puso de manifiesto en el programa expuesto esta semana por Rajoy en el Congreso. Empezando por el Ministerio de Asuntos Exteriores, encomendado a José Manuel García Margallo, que será como un brazo más de Luís de Guindos en la recuperación de la imagen de España. O el de Fomento,  encomendado a Ana Pastor. El poder inversor del Estado sólo será tal con luz verde de Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda. Y lo mismo puede decirse del el poder

“Soso, aburrido y previsible”, como se autodefine, Montoro tiene el perfil adecuado para combatir el déficit público desde la trinchera que vuelve a ocupar. Con carga añadida. Ahora con vara alta sobre el famoso capítulo 1 de los PGE (gastos de personal).

gastador del Estado en servicios al ciudadano, repartido entre Ana Mato (Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad) y Fátima Báñez(Empleo y Seguridad Social). Ahí van a instalar los socialistas su puesto de vigilancia por si Rajoy pisa esa raya roja trazada porRubalcaba: el desmantelamiento del llamado Estado del Bienestar.

A la vista del tiempo que Rajoy dedicó en su discurso de investidura a Justicia, Defensa, Interior, Medio Ambiente, etc. decae la importancia del resto de los nombramientos. A destacar, en todo caso, el de Ruiz Gallardón, (Justicia), por su efecto político en la alcaldía de Madrid, cuya beneficiaria cantada eraAna Botella. Y el de Jorge Fernández Díaz, que tiene la misión de gestionar el presunto adiós a las armas de Eta, conectado a la política penitenciaria de Ruiz Gallardón.

Pedro Morenés en Defensa (ya fue Secretario de Estado con el ministro Serra), Arias Cañete en Agricultura, José Manuel Soria en Industria y Jose Ignacio Wert en Educación, completan el cuadro. Todos ellos sobradamente preparados para el cargo. Por matizar: con la que está cayendo, yo diría que más que un cargo es una carga. Pero nadie dijo no.

Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 23/12/11