Toda La estrategia del PP vasco, cuidadosamente montada sobre la coherencia de los principios, se viene abajo en dos días sólo por el engreído personalismo de quien decide no estar donde todos los suyos juzgan que se debe estar o, lo que todavía es más deplorable, por la desidia de quien desdeña estar a lo que realmente está.
Saben ustedes -por comenzar el año con un poco de humor no exento de mala uva- de aquellos dos amigos (bilbaínos, por más señas) que fueron al monte en busca de setas. Uno encuentra un magnífico rólex en la hierba y corre alborozado a enseñárselo a su compañero. Este, centrado en su labor, le corta en seco con un tajante reproche: «Pero, bueno, ¿a qué hemos salido? ¿a rólex o a setas?». Y es que algunos nunca están a lo que están.
Es el caso de Jaime Mayor Oreja. Sale del Ministerio de Interior, donde ya había ejercido, por cierto, la función adicional de jefe fáctico de la oposición al nacionalismo vasco, con la intención de erigirse, esta vez de forma oficial, en líder de la nueva alternativa constitucionalista. Embarca en la operación a compañeros de siempre y a aliados de ocasión. Tras un primero y frustrado intento, se encuentra inmerso, por inescrutables designios ajenos y por ambición propia, en la carrera de la sucesión a la candidatura presidencial. Las prioridades cambian. El objetivo no está ya aquí, sino allí. Lo que antes eran setas, vuelven a ser ahora rólex.
Mientras tanto, sus compañeros de aquí, que siguen, absortos y abnegados, a lo de siempre, es decir, a las setas, acatan con desconcierto decisiones que no comparten y soportan con decepción tardanzas que no comprenden. Así, en el plazo de una semana, se ven impedidos, en contra de su voluntad, de acudir a la marcha convocada por Ibarretxe bajo un lema tan suyo como ‘ETA kanpora’ y forzados a esperar, paralizados en sus escaños, la llegada de quien, como Godot, no llega cuando se le espera. El resultado se les antoja desolador. Toda una estrategia cuidadosamente montada sobre la coherencia de los principios se viene abajo en dos días sólo por el engreído personalismo de quien decide no estar donde todos los suyos juzgan que se debe estar o, lo que todavía es más deplorable, por la desidia de quien desdeña estar a lo que realmente está.
Puede quizá pensarse que las setas que no se recogen aquí se verán de sobra compensadas con los rólex que se encuentran allí. De hecho, suele decirse que, desde el punto de vista electoral, la estrategia de perder votos en Euskadi para ganarlos en España resulta siempre acertada. Yo comienzo a dudarlo. No puedo creer que sea nunca rentable, ni aquí ni allí, una política que pasa por la desautorización o el abandono de quienes siempre se han mostrado leales. Ni la ambición puede eternamente camuflarse de voluntad de servicio ni el engreimiento disfrazarse de coherencia personal ni la desidia escamotearse como retraso involuntario. A la postre, la gente espera que cada uno esté a lo que de verdad está. Si a setas, a setas.
José Luis Zubizarreta, EL CORREO, 2/1/2003