En busca del gafe

Campmany prosigue en su aventura de descubrir al malvado causante de tanto daño colateral.

EL profesor Occhipinti ha llegado a Madrid. Tan pronto como cenó sus tres platos de lentejas con zampone para recibir el Año Nuevo con la vieja tradición del símbolo de la prosperidad, cada lenteja un zecchino de oro, tomó el avión para Madrid, y aquí lo tengo dedicado en cuerpo y alma a la búsqueda del Gafe de La Moncloa. Que san Calógero lo ilumine y le ayude a terminar pronto su intrincada tarea.

El profesor viene apercibido contra el peligro que conscientemente corre. Ha llegado bajo la protección de todos los elementos conocidos de la scaramanzia para evitar que el influjo maléfico del poderoso jettatore caiga sobre su cabeza. «No quisiera comprobar en mí mismo el poder formidable cenizo que padece vuestro Gobierno».

Porta el profesor abundantes cuernos de coral de diversos tamaños, herraduras de siete agujeros, tréboles secos de cuatro hojas, la flor de la mandrágora, un muñeco de vudú, una astilla del lignum crucis de las jesusinas de Jerusalén, la reproducción en cedro del falo del coloso de Rodas, un molde de las tetas de santa Águeda, y además me ha pedido una cabeza de ajos de Las Pedroñeras, muy eficaz contra el aojo y la serpeta, y una fotografía de la víbora cornuda, propia de estos páramos.

«La faena que me has encomendado es más ardua de lo que parece», me ha confesado Occhipinti. «Estoy confeccionando la larga lista de tribulaciones y desgracias que razonablemente se pueden achacar al influjo del Gafe, y realmente sale una relación apabullante, desde la prematura renuncia de Aznar al hundimiento del «Prestige» pasando por la invasión del islote Perejil, el submarino nuclear en Gibraltar, la rendición ante Polanco, el cisma de las iglesias nacionalistas y así hasta el espantable número de cincuenta y ocho infortunios graves.

»La influencia es tan descomunal que estoy convencido de que en los efluvios malignos del Gafe existen reflejos, naturalmente involuntarios, del poder maligno de la Bestia del Mal descrita por san Juan en el Apocalipsis. Como la Bestia estaba marcada en la cabeza por el guarismo del triple seis (666), me ocupo ahora en buscar algún personaje de la política o sus alrededores que pueda tener también una marca de tres seises en su filiación o en su biografía. Si se te ocurre alguno, te agradeceré me informes, pues resulta muy difícil para mí identificar esas señales en personajes que por fuerza desconozco totalmente o sé muy poco acerca de su vida y milagros.

»Ya sabes: 6,6,6. Estoy seguro que de alguna manera el Gafe de La Moncloa se encuentra marcado con esa cifra, tan ligada desde antiguo a muchas clases de desgracias, catástrofes y propósitos maléficos, como la «Logia Roosvelt», por ejemplo y otras muchas empresas temibles. Nos encontramos ante un Gafe de la envergadura de un Luis Yáñez, de un Amadeo de Saboya, del célebre Zetazeta, del temible Juan Chabás o del famoso y anónimo Antofagasta, cuyo nombre nadie se atrevió a pronunciar nunca. Ayúdame en la búsqueda, pero te proveeré de esta triple reproducción en ámbar y marfil de la pilila de san Serafinito mártir, que es mi amuleto secreto y supremo.»

Jaime Campmany, ABC 3/1/2003