La puta y la Ramoneta

José García Domínguez, LIBERTAD DIGITAL, 12/9/12

Singular esquizofrenia la de Artur Mas y su escudero Duran Lleida. El uno asistió «en espíritu» –¿un viaje astral?– a la procesión secesionista. El otro estuvo presente de cuerpo más no en alma, según repite a quien le quiera escuchar. Se ve que al pío Duran le ocurre como a San Agustín de Hipona. «Yo soy dos y estoy en cada uno de los dos por completo», sentenció en memorable ocasión el autor de Las confesiones. Aunque no acaba ahí la diglosia moral de los máximos patronos de ese catalanismo que aún se dice moderado. Así, mientras el espectro incorpóreo del Doctor Jekyll desfilaba por las calles de Barcelona vindicando un estadito propio, Mister Mas recordaba cómo logró impedir con sus votos que el Parlament proclamase la independencia de Cataluña.

Tragicómica eventualidad que, merced a una moción del patriota Laporta, fue sometida no ha mucho a la consideración de la Cámara. Sépase al respecto que de no ser por la frenética movilización de Oriol Pujol & Cía a fin de evitarlo, a estas horas ya seríamos una nación de la Señorita Pepis con todas las de la ley. «Síndrome soberanista bipolar» llama la psiquiatría clínica a esa extraña afección que sufren. Enfermedad a la que no debe de ser ajena cierta evidencia estadística, a saber, 56 céntimos de cada euro que entra en Casa Nostra como pago a las exportaciones proceden del malvado y expoliador Estat Espanyol. Aciaga fatalidad que igual acontece con el 44 por ciento de las importaciones.

Sin embargo, el pueblo, que no entiende de sutilezas retóricas, tiene de muy antiguo acuñada una expresión para describir ese tipo de comportamientos. Que hacen «la puta y la Ramoneta», dicen de cuantos se conducen igual que Mas y Duran. Un teatral escapismo frente a la realidad que ahora responde por «pacto fiscal». Máscaras tributarias al margen, un genuino remake del Plan Ibarretxe. Y como el original, algo de imposible acomodo dentro de las lindes de la Constitución. Viaje a ninguna parte que abocará a Mas a una disyuntiva simple. O emular al Companys del 6 de Octubre convocando un plebiscito ilegal desde la Genearlitat. O envainársela discretamente tras antes adelantar las elecciones domésticas. A lo hora de la verdad, apuesten por la Ramoneta.

José García Domínguez, LIBERTAD DIGITAL, 12/9/12