JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 17/02/13
· Parece que los casos de espionaje político en Cataluña se cuentan por centenares. Algunos creen que el salto del sector detectivesco (de la investigación de conflictos empresariales e infidelidades, al seguimiento sistemático de políticos) habría comenzado en el tramo final de la última legislatura de Pujol o en la primera del tripartito. Pero examinemos más de cerca el ojo del huracán: la agencia de detectives Método 3, fundada a mediados de los 80 por Marita Fernández.
La gallega argentinizada (que había regentado antes otra agencia, pero de modelos) se encuentra con los primeros problemas en 1995, cuando es detenida junto a varios de sus detectives y dos empleados de Telefónica, por pinchar teléfonos. La prensa ya informó entonces de la posible presencia de políticos entre sus clientes. La Policía se incautó de centenares de grabaciones e informes, discos duros y tres armas de fuego. Fueron absueltos.
Las actuales investigaciones, iniciadas a partir de la denuncia de Alicia Sánchez Camacho por la grabación del restaurante La Camarga, y que cuentan con un equipo ad hoc de agentes policiales, centran su atención en Xavier Martorell, convergente del núcleo talibán, actual responsable de las cárceles catalanas, ex director general de Seguridad de la Generalidad, ex director de seguridad del Fútbol Club Barcelona y, justo antes de su cargo actual, director general de Análisis y Prospectiva, directamente subordinado a Presidencia. Martorell, que habría encargado informes externos según alguno de sus colaboradores, realizó una comprometida confidencia a sus íntimos: Artur Mas le habría encomendado, una semana después de ganar las elecciones de 2010, crear los servicios de inteligencia de Cataluña. No era la primera vez que se intentaba tal cosa. Durante el pujolismo ya ambicionaban los convergentes esa dudosa extensión competencial. El frustrado grupo resultante fue conocido como «los mortadelos». El nombramiento de Felip Puig como consejero de Interior en la breve primera legislatura de Mas fue un contratiempo para Martorell dada la mutua animadversión. Curiosamente, Puig sería unos de los espiados.
También se ha grabado y seguido a jueces, futbolistas, empresarios y personalidades varias. Varios centenares de informes de Método 3 estarían en venta en estos momentos. Nadie duerme tranquilo, toda vez que las informaciones recogidas entrarían de lleno en la esfera íntima de los espiados. De esta práctica «repugnante» (Rubalcaba dixit, con razón) no se ha librado ninguna formación. Sabemos que se espió a la vicepresidenta Ortega, de Unió; a Puig, de Convergencia; a Carod, de ERC; a Almunia, del PSOE; a Montilla, del PSC, a Sánchez Camacho, del PP. Sabemos que la asesora jurídica del PSC es hermana de una detective de Método 3. Sabemos que cuando Ignacio González fue espiado por la agencia, siendo vicepresidente de la Comunidad de Madrid, se especuló con la «estrecha relación» entre Marita Fernández, fundadora y copropietaria de Método 3, y Alejandro Pérez Rubalcaba, hermano de Alfredo, a la sazón ministro del Interior.
A la repugnante práctica pueden haber recurrido los principales partidos, e importantes cargos políticos de casi todos ellos han sido, a la vez, víctimas. En Cataluña se centraría la mayoría de informes, de modo que el famoso oasis catalán vendría a ser en realidad un puro estado de miedo colectivo donde todos tenían a todos cogidos por las partes blandas. Dos anécdotas peregrinas llaman la atención: que Método 3 recibiera 30.000 euros del tripartito por un informe sobre el cultivo de la avellana, y que Mas lo atribuya todo a los enemigos del soberanismo. Ja.
JUAN CARLOS GIRAUTA, ABC 17/02/13