Siete años más tarde, la situación está planteada exactamente en los mismos términos. Batasuna sigue pidiendo al PSE lo mismo que entonces, que le abra la puerta de Navarra, mientras en paralelo se prepara una reunión con ETA. En esos siete años han cambiado muchas cosas, pero no las exigencias de Batasuna.
Arnaldo Otegi cumplió ayer 48 años y para celebrarlo Patxi López le hizo un regalo impagable al devolverle a él y a su partido la legitimidad política y social que habían perdido por su connivencia con el terrorismo. Y regalar, según la Real Academia, significa dar algo sin recibir nada a cambio. No importa lo que hablaran o dejaran de hablar en la reunión. Sólo importa la foto de Otegi y López, consagrados por las cámaras como interlocutores con la misma legitimidad de hecho.
Hasta ahora, había una norma no escrita en la política vasca que señalaba que cuando ETA y Batasuna se encontraran con el agua al cuello, aparecería el PNV para echarles un flotador. Es lo que ocurrió en 1992, cuando ETA se tuvo que enfrentar a la crisis de Bidart y el PNV accedió a reunirse con HB poniendo a disposición de la izquierda abertzale un salvavidas propagandístico de primer orden. Volvió a ocurrir en 1997, después de la crisis derivada del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, cuando el PNV inició un acercamiento a HB que condujo a los pactos de Estella un año más tarde.
Pero el PNV ha perdido el monopolio en el salvamento de náufragos políticos. Ahora tiene que hacer frente en ese negocio a la competencia del Partido Socialista de Euskadi que se fotografió ayer con los dirigentes de un partido ilegalizado que, hasta el momento, no han hecho público el desmarque nítido y claro de la violencia que se les viene reclamando desde el momento mismo en que fueron puestos fuera de la ley. No lo hicieron ni siquiera para expresar agradecimiento hacia el paso dado por el PSE.
Debe ser tan difícil de justificar una reunión como la de San Sebastián que los socialistas dicen que no quieren repetirla a no ser que Batasuna se legalice, lo que deja sin una explicación convincente a la cita de ayer. ¿Por qué la segunda vez es pecado y la primera no?
La última vez que de manera oficial, aunque no pública, se reunieron dirigentes del PSE y de Batasuna fue en diciembre de 1999, cuando ETA se disponía a romper la tregua. En aquel encuentro, los representantes de la izquierda abertzale pidieron a sus interlocutores que les facilitaran un reunión con los socialistas navarros. Ofrecieron a cambio la posibilidad de tener una cita con ETA. Siete años más tarde la situación está planteada exactamente en los mismos términos. Batasuna sigue pidiendo al PSE lo mismo que entonces, que le abra la puerta de Navarra, mientras en paralelo se prepara una reunión con ETA. En esos siete años han cambiado muchas cosas, pero no las exigencias de Batasuna.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 7/7/2006