Para los nacionalistas, ETA es la expresión de un conflicto, pero Basta Ya no es para ellos la expresión de ningún conflicto, sino el resultado de una conspiración.
Considerar a ETA como la expresión de un problema político, más que un problema en sí mismo, forma parte de las concepciones tradicionales del nacionalismo. Es la fiebre que avisa al organismo de la existencia de una enfermedad de fondo que hay que tratar. Este esquema de análisis político tan asentado no se utiliza en cambio para interpretar la aparición de movimientos sociales constitucionalistas en Euskadi. El nacionalismo oficial no considera a Basta Ya, al Foro Ermua o a la Fundación para la Libertad como síntomas de ningún proceso social de fondo. Para explicar su presencia pública se recurre a teorías conspiratorias, igual de asentadas en algunos dirigentes políticos: esas organizaciones, se dice, son apéndices del PP -a pesar del peso que la izquierda tiene en estos grupos- o submarinos del rebautizado CESID.
Al optar por estas interpretaciones, el nacionalismo evita plantearse preguntas sobre el significado de la aparición de estos grupos y rehúsa considerarlos interlocutores políticos válidos. Ibarretxe, que en sus famosas rondas de contactos se ha reunido a veces con peregrinas entidades, no ha citado nunca a representantes de estas organizaciones cuya capacidad de movilización en la calle ha quedado acreditada.
El nacionalismo ha elegido el camino de la confrontación, no el del diálogo, para conseguir neutralizar a este movimiento social. Ahí están como ejemplo las intervenciones de destacados dirigentes del PNV contra Basta Ya o las críticas de significados nacionalistas. Luis María Retolaza, junto a otros, la semana pasada reprochaba a los miembros de esta plataforma haber ido a gritar ante las puertas de Ajuria Enea y no haberlo hecho antes ante la verja de El Pardo. Obvía que muchos miembros de este grupo no estaban en edad de protestar ante el dictador y que otros que sí lo estaban no podían ir a menudo hasta El Pardo porque en la cárcel no daban permiso para esos menesteres. Hasta es posible que algunos prefirieran ver a Franco en la Plaza de Oriente, pero en eso no se diferenciarían mucho de los padres de destacados dirigentes del PNV o de HB.
Pero, sobre todo, se obvia que hoy la pregunta central no es dónde estabas cuando asesinaron a Kennedy ni cuando gobernaba Franco, sino qué hacías el día que mataron a Joseba Pagazaurtundua. Y los días anteriores y los posteriores. Ese es el interrogante realmente comprometido aquí y ahora.
Cuando Basta Ya se concentra ante Ajuria Enea está mostrando su reconocimiento a las instituciones autonómicas, al sistema del que nace la legitimidad del lehendakari, aunque se exprese con voz airada para conseguir que cambie su línea de actuación. El problema serio aparecerá el día que fracasen las organizaciones constitucionalistas y se extienda un sentimiento de frustración en la franja social que ellas representan, el día que se sientan excluidas del sistema. Entonces, los nuevos grupos que surjan tal vez no vayan a Ajuria Enea porque este nombre no signifique nada para ellos. Por lo menos, nada respetable.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 10/3/2003