Las palabras enfermas

FÉLIX MADERO, ABC 16/09/13

· Ser nacionalista resulta moderno, rompedor y progresista, pero es de carcas declararse español. Ya vale con la bromita.

Cuando las palabras no significan lo que pretenden, cuando lo que quieren decir se equivoca torticeramente, cuando el órdago es un envite y un gol, un córner y un nacionalista catalán, cosa distinta a un nacionalista español –un españolista, vamos–, entenderse es imposible. Con las mismas palabras expresamos cosas distintas, y ya se sabe que cuando no entendemos lo mismo que nombran las palabras la realidad se hace dubitativa y escurridiza, la actualidad una masa amorfa que manejan los aprovechados y la verdad una entelequia, un lujo que la inteligencia no se puede permitir. Al menos en este país.

No está mal ser nacionalista, es más resulta moderno, rompedor y hasta progresista, pero es de carcas y casposos declararse español, y si se trata de calificarse españolista, como hace Albert Boadella, entonces no falta un historiador que desde el pesebre te titula de fascista. No hay cosa más difícil que un fascista se reconozca como tal; no hay circunstancia más a mano del fascista que creer que lo son los demás. De nada sirve que uno apele a su patriotismo constitucional, porque hasta un concepto como este que tanto costó conseguir te hace sospechoso. Y sin embargo ese es mi patriotismo. Aquí decir que el nacionalismo es propio de la tribu y la caverna te convierte en un ser extraño y suspicaz. Aquí anunciar que cumplirás la ley se convierte en un acto noticioso. Da un poco de miedo, y bastante vergüenza, preguntarse cómo hemos llegado a esto.

El mismo día de la cadena catalana decía Luis del Val –es un gozo escucharlo en la COPE por las mañanas– que si Albert Boadella no podía pasear tranquilamente por las Ramblas entonces la conclusión era que en Cataluña hay un problema de libertad. Pero eso, ya ven, no es fascismo. Y siendo esto así, cuando se trata de que te lo cuente un nacionalista, entonces el problema con la libertad lo tenemos nosotros, el resto de los españoles, España que cercena y bloquea la democracia y la libertad de Cataluña. Cuando los periódicos –ayer lo hacía LaVanguar

dia, un diario respetable, necesario para cualquier coyuntura política–, solemnizan lo evidente, cuando lo normal se hace noticioso y la noticia no es más que una exaltación de la obviedad entonces tenemos un problema. Y así LaVanguardia destacaba en su portada esto que les traigo: Rajoyofrecediá

logosinunafechalímiteydentrodelaley. Ya lo ven, ofrecer diálogo y respetar la ley es la noticia. Sí, tenemos un problema enorme porque lo que Rajoy ofrece es lo único que un político responsable puede ofrecer si en el otro lado hubiera otro capaz de entenderlo. Artur Mas no tiene ningún interés en dialogar. Y menos en respetar las leyes. Cumplirlas, han de pensar es propio de fascistas, o sea, al revés de cómo la Historia enseña. Manolo Martín Ferrand decía que su abuela Rafaela no recomendaba las sobredosis ni siquiera de agua bendita. Me temo que con la apelación al diálogo ocurre lo mismo. Un día de estos Rajoy descubrirá que la abuela Rafaela tenía razón. Y a ver qué pasa.

FÉLIX MADERO, ABC 16/09/13