La coartada del confidente de ETA, cuestionada

EL MUNDO 19/09/13

Un mando, que daba coberturas a Pamies, dice que el día del chivatazo no le llamó

Paso a paso, el juicio por uno de los mayores escándalos de la democracia, el caso del chivatazo a ETA, avanza hacia su final. Y paso a paso, los magistrados y las partes están logrando aportar algunos datos clave que arrojan luz sobre la presunta participación de los implicados en el caso Faisán. Ayer, fueron más de una veintena de mandos y agentes de la Policía Nacional los que acudieron a declarar como testigos.
Pero sobre todos los testimonios sobresalió uno, el del comisario de la Unidad Central de Información Interior, citado por la defensa del acusado Enrique Pamies. Su declaración fue corta pero muy precisa. Primero arremetió contra el investigador principal del caso, el comisario Carlos Germán, al que señaló como el responsable de un choque institucional con Francia por su afán de llevar a cabo la actuación contra el entramado de extorsión de ETA pese a la negativa de París.
Fue muy preciso cuando le preguntaron por el confidente de ETA, por El Romano, coartada de los acusados. Pamies siempre ha sostenido que el día del chivatazo él estaba haciendo gestiones para verse con un confidente y que le pidió al ex inspector José María Ballesteros que le diera cobertura ante su previsible encuentro con el informador que finalmente resultó frustrado.
Pues bien, el comisario de la UCII señaló que él conocía la existencia de este confidente y que «lo normal y habitual» era que Pamies le avisara cuando tuviera previsto reunirse con él. De hecho, explicó que los encuentros se solían producir con cierta frecuencia en el sur de Francia. «Lo normal es que me avisara de que se iba a ver con el confidente. Nosotros le dábamos cobertura. Le llevábamos y le traíamos en coche y nos quedábamos en la zona para vigilar durante su encuentro», explicó este mando que puso de relieve que era más fácil así por el vínculo directo que tenían con mandos policiales franceses. En su declaración, Pamies explicó que trató de contactar con un mando destinado en Vitoria para que le diera cobertura pero estaba de vacaciones y le puso en contacto con Ballesteros, que nada tenía que ver con la lucha contra ETA y no conocía la zona de Irún. Por tanto, fue la última pregunta la que dejó tocada la coartada de Pamies y de Ballesteros. El comisario declaró ayer que en aquellas polémicas fechas, 3 o 4 de mayo de 2006, Pamies no se puso en contacto para informarle de que tenía intención de verse con su informador. Así que se rompió, según el testigo, lo que había sido el comportamiento «normal y habitual».
Pero quizá la declaración más peculiar de ayer fue la de la inspectora jefa de San Sebastián, Teresa, amiga de Pamies, quien estuvo en el punto de mira de la investigación. En los informes policiales aportados a la causa la señalaron como la que filtró a Pamies que se preparaba la actuación policial contra el entramado de extorsión del bar Faisán. Curiosamente, de la treintena de agentes que ayer declararon fue la que más perdió la memoria. Acudió con peluca, gafas de sol y abrigo. Disfrazada. Salvo aquellos datos (como la confirmación de que Pamies tenía confidente) ya conocidos, dijo no recordar si ella había tenido acceso a los detalles de las actuaciones que se estaban ultimando para actuar contra la trama de extorsión de ETA. Y también que no había asistido a una reunión donde se ultimó la operaciónUrogallo. Pero ya se acordaron por ella varios de sus compañeros en San Sebastián y que confirmaron ante el tribunal que había tenido acceso («siempre lo tiene, está siempre en todo», recordó uno de los testigos) a las actuaciones que se iban a producir sobre el Faisán y Joseba Elosua.

Las últimas balas de la defensa
Quizá eran las últimas balas de la defensa, un os peritajes que trataban de cuestionar los horarios aportados por los investigadores sobre la baliza de grabación donde quedó reflejado el chivatazo, la videocámara que grababa la entrada principal del bar Faisán y la duración de la llamada de la delación. Buscaban la duda razonable de que el material hubiera sido manipulado. Pero fue el juez Guevara quien aclaró la diferencia entre «datar y modificar», descartando el término manipular. En un hábil interrogatorio, tanto el fiscal, Carlos Bautista, como la abogada de Dignidad y Justicia, Vanesa de Santiago, cuestionaron las pericias de la defensa.