Urkullu y Rajoy buscan liderar juntos el fin de ETA pese al escollo de los presos

EL CORREO 07/02/14

· El presidente pide al lehendakari que rebaje sus exigencias públicas en materia penitenciaria para no alentar el marcaje de Vox, UPyD y las víctimas.

Buena disposición, pero escasa concreción. La cuarta visita de Urkullu al palacio de La Moncloa desde que es lehendakari, celebrada el pasado martes por la noche, sirvió para que tanto él como Mariano Rajoy constataran la idoneidad de «compartir» la gestión del final de ETA. Sin embargo, resulta a todas luces prematuro hablar de un acuerdo sólido para liderar juntos el cierre de la etapa terrorista en Euskadi.

La voluntad existe por ambas partes, que coinciden en que las fisuras entre el Gobierno central y el vasco en este terreno solo benefician electoralmente a la izquierda abertzale. No obstante, en esa declaración de intenciones se interpone un escollo no precisamente menor: la política penitenciaria.

La estrategia a seguir con los presos de ETA, que corresponde en exclusiva a Rajoy al no haberse transferido nunca la competencia a Euskadi, continúa marcando entre ambos líderes una distancia aparentemente insalvable, aunque, según fuentes conocedoras de la cita, la actitud del presidente del Gobierno no resultó tan «hermética» como a priori cabría esperar. «Ojalá sea así y exista esa voluntad de gestionar de forma conjunta el fin de ETA en el Gobierno central. En el Gobierno vasco existe, pero compartir una estrategia no consiste en que uno asuma la del otro, sino en que ambos cedan», advierten en el entorno de Urkullu, cuyo gabinete, al igual que La Moncloa, continúa mostrando un sorprendente hermetismo sobre la reunión.

La celebración de la esperada cita ha dado paso a una fase de tanteo mutuo, en la que ambas partes parecen nadar y guardar la ropa a la espera de comprobar cómo se posiciona el otro. Mientras el Gobierno vasco quiere ver si «en los próximos días» los gestos del gabinete de Rajoy permiten constatar una mayor flexibilidad a la hora de abordar el fin de ETA, también en La Moncloa y el PP vasco confían en que Urkullu dé señales de que prefiere avanzar de la mano de populares y socialistas en la gestión de la paz. Y de que no se aliará en ese camino con la izquierda abertzale.

De hecho, la decisión del PNV de convocar una manifestación por los presos al alimón con las fuerzas integradas en Bildu y la posterior filtración de la hoja de ruta que el lehendakari hizo llegar en secreto a Sortu en octubre pasado ante el «inmovilismo» y el «bloqueo» del «proceso», enfriaron notablemente la relación entre La Moncloa y la Lehendakaritza, extraordinariamente crítica con la política antiterrorista impulsada desde el Ministerio del Interior. El posterior encuentro del presidente del Gobierno con la líder del PP vasco Arantza Quiroga y el respaldo otorgado a ésta en el congreso celebrado por los populares en Valladolid el pasado fin de semana han alentado asimismo la idea de que Rajoy prefiere tener a su lado a Urkullu y al PNV que favorecer indirectamente una alianza entre nacionalistas en Euskadi. Seguiría así la línea marcada por el PP vasco, convencido de la necesidad de asumir la «nueva realidad» tras el cese de la violencia y de buscar un «liderazgo compartido» con jeltzales y socialistas en el fin de ETA

Un buen termómetro para comprobar si el Ejecutivo central está dispuesto a implicarse de forma más decidida en este proceso serán los viajes que próximamente tiene previsto hacer Rajoy a Euskadi. Si el presidente confirma finalmente una primera visita, este mismo mes, para arropar a los populares vascos en la gestión de la paz antes de la cumbre económica de Bilbao y el congreso en el que su partido ratificará a Quiroga, podría interpretarse como un signo de su voluntad de caminar de la mano con el lehendakari.

Sin margen de maniobra

No obstante, ese liderazgo compartido no será fácil. El Ejecutivo vasco dice ser consciente del escaso margen de maniobra que tiene el presidente del Gobierno ante la cercanía de las elecciones europeas y el estrecho marcaje al que le someten tanto UPyD como la nueva formación surgida a su derecha, Vox. Aparte de la presión que ejercen determinados colectivos de víctimas, que culpabilizan al PP de las excarcelaciones de etarras propiciadas por la derogación de la ‘doctrina Parot’. Es más, según ha podido saber este periódico, Rajoy pidió a Urkullu en su entrevista del martes que, al menos públicamente, rebaje sus exigencias en materia penitenciaria para no colocar permanentemente el foco en un asunto que al jefe del Ejecutivo central le provoca no pocas «incomodidades».

Sin embargo, no parece que Rajoy vaya a ver cumplidas sus expectativas. Ayer, justo un día después de la reunión, se filtró un plan del Gobierno vasco para la exarcelación «progresiva» de los presos de ETA, incautado según el diario ‘El Mundo’ a la abogada de los reclusos etarras Arantza Zulueta. Según el Ejecutivo autónomo, forma parte del texto que Urkullu entregó a Rajoy hace justo un año, en su primera cita tras ser investido lehendakari.

De aplicarse la propuesta del presidente vasco, pensada para un escenario posterior a la disolución definitiva de la banda, supondría la salida escalonada de todos los reclusos etarras de las cárceles, una vez hubieran asumido el «sufrimiento injusto» causado a sus víctimas tras abrazar la violencia como un «mal necesario» y pidieran «disculpas» por sus crímenes.

Esa iniciativa nunca ha obtenido respuesta del presidente del Gobierno. Tampoco en el encuentro del martes, en el que, evidentemente, el asunto de los presos «volvió a estar sobre la mesa» aunque el lehendakari no hizo llegar a su interlocutor ningún nuevo documento. Sus propuestas siguen siendo las mismas –aun siendo muy consciente de que solo la desaparición de ETA o un primer gesto de desarme podrían contribuir a mover el tablero–, del mismo modo que la posición pública del Ejecutivo central permanece invariable. Portavoces autorizados de La Moncloa, que rechazaron dar detalles de la entrevista entre los dos mandatarios, sí insistieron en que su política antiterrorista no variará un ápice y que el único camino que le queda a ETA es disolverse.

Desde el PNV, Joseba Egibar tampoco dio muestras de querer apartar a los presos del debate público. A raíz de la muerte del recluso Arkaitz Bellón, el portavoz parlamentario jeltzale hizo público ayer un comunicado en el que exige a Rajoy un «cambio radical» de la política penitenciaria «que despoje a la misma de la excepcionalidad con que fue diseñada».

 

La Moncloa no quiere fotos de las entrevistas

La Moncloa parece que no quiere testigos de las reuniones convocadas por Mariano Rajoy con otros políticos y mandatarios. No hubo foto de su encuentro con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, celebrado el pasado agosto para firmar una tregua en su particular ‘guerra fría’. Tampoco de su reciente entrevista con la líder del PP vasco, Arantza Quiroga. Ni ahora con Iñigo Urkullu, en la que ha sido la cuarta cita con el lehendakari. De todas ellas, sólo una oficial y pública. El resto, material reservado, especialmente la última de ellas.

El hermetismo que ha rodeado la reunión del martes entre los jefes de los gobiernos central y vasco para abordar un asunto tan trascendental como es el final de ETA no parece casar bien con los reiterados anuncios de instituciones y partidos en favor de la transparencia, en su intento por acabar con el descrédito que sufre en la sociedad el ejercicio de la política. La decisión de La Moncloa de no difundir imágenes del encuentro ni declaraciones públicas posteriores, en una medida secundada por la Lehendakaritza, acentúa el secretismo que todavía envuelve la entrevista, tres días después de celebrarse. Y eso, a pesar de que había sido solicitada a bombo y platillo por el Ejecutivo vasco, con Iñigo Urkullu a su cabeza. Sin embargo, sus protagonistas han camuflado la cita de una discreción que no concuerda con la relevancia pública del tema tratado para Euskadi y el conjunto de España.

Con esta tesis, el consultor de comunicación Joseba Lopezortega consideró ayer «un contrasentido» los intentos de «ocultar» encuentros de esta naturaleza que sus interlocutores «saben» que saldrán a la luz, en pleno siglo XXI y de la información en tiempo real a través de redes sociales, medios digitales y confidenciales. «La decisión de La Moncloa de no comunicar no es tanto para tapar la entrevista como para subrayar el poder de quien gobierna», explicó Lopezortega, gestor de la firma ‘Suministros de imagen’.

En este caso, lo que se trataría es de «recalcar la capacidad» de Rajoy como anfitrión de la reunión y darle «un carácter excepcional», cuando, a su juicio, una entrevista con el lehendakari debería ser presentada hoy como un acto «normal» e «imprescindible». «Si hay que ser transparente con algo, eso es con ETA. No es política; es un asunto de Estado», señaló ayer Lopezgorta.

«Preocupado» por la proliferación de comparecencias sin posibilidad de preguntas o por medio de pantallas de plasma, el consultor censuró «la mala gestión» comunicativa de la cita, pese a que los líderes políticos están más apoyados que nunca por equipos con jefes de prensa, asesores e, incluso, ‘coaches’ (entrenadores personales) y expertos en liderazgo.

EL CORREO 07/02/14