ETA como asociación civil

XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 07/02/14

· Tras renunciar a la violencia, el desarme en sí no representa ningún valor añadido a la decisión adoptada.

El cierre o final de ETA, es decir su disolución, se ha convertido en la cuestión nuclear para la consolidación definitiva e irreversible de lo que algunos llaman proceso de paz, y otros simplemente prefieren referirse a él como el final por desistimiento de una organización que durante décadas utilizó la fuerza destructiva de la violencia para imponer su proyecto. La cuestión del desarme resulta irrelevante tanto en su significado como en sus efectos en un contexto de cese definitivo e incondicional de la actividad violenta.

El desarme podría tener sentido como expresión de la voluntad de desistimiento y como anticipo de la decisión de cese definitivo de la violencia. Sin embargo, una vez se ha tomado la decisión de renunciar a la utilización de la violencia, hace ya más de dos años, el desarme en sí no representa ningún valor añadido a la decisión adoptada. Al contrario, cualquier pretensión de plantear el desarme bien como elemento de trueque, bien como instrumento para tratar de conseguir algún cambio o movimiento en la actitud del Gobierno resta valor a la decisión del cese definitivo, o cuando menos introduce dudas y plantea interrogantes sobre el carácter incondicional e irreversible de la renuncia a la violencia.

Estamos ante un tiempo nuevo donde lo que hay que gestionar desde la política y de las instituciones es el cierre de ETA mediante su disolución como organización. Ello constituye una exigencia y una auténtica prioridad no solo desde el punto de vista de la democracia, sino también como elemento imprescindible para allanar el camino en el tratamiento de la cuestión de los presos, una vez aceptado por éstos que las alternativas serán individualizadas y en el marco de la legislación penitenciaria vigente en cada momento.

En la exigencia de la disolución de ETA deberían de estar interesados los propios presos que suscribieron el manifiesto del EPPK. También la izquierda abertzale en todas sus variantes debería tener clara esta cuestión, salvo aquellos que en su fuero interno piensan que la decisión del cese definitivo fue un error de calado por su carácter unilateral e incondicional, aunque no se atrevan a expresarlo.

En este contexto resulta cuando menos sorprendente la propuesta hecha pública por Patxi Zabaleta, coordinador general de Aralar, sobre la reconversión o refundación de ETA en una organización civil tras su desarme, como alternativa a la exigencia de la disolución. Una propuesta que busca la transformación de una organización ilícita y clandestina en una entidad legal, con finalidades civiles pero no como agente político. No le auguro futuro a la propuesta de Zabaleta. Resulta francamente inaudita y absolutamente extemporánea, pues ciertamente la refundación de ETA en un movimiento de carácter exclusivamente político pudo tener sentido en los inicios de la Transición.

Además, la idea del coordinador de Aralar tiene el peligro de abrir en torno a este tema, con cierto aire de cachondeo, todo un concurso de ideas sobre el futuro de ETA. No veo a la organización armada, ni a su supuesta dirección y a sus posibles militantes, sumidos en un proceso de autotransformación radical para pasar a ser una asociación legal, de corte civil y pacífico, para ocuparse de los presos y de los hechos que como organización violenta se le pudieran atribuir. La propuesta carece de todo sentido, tanto político, social como jurídico.

Desde un punto de vista legal, el tránsito de una organización terrorista a una asociación civil resulta no solo imposible, sino también inimaginable. Pero además, desde el punto de vista de los objetivos que se le atribuirían a la organización reconvertida, como ocuparse de los presos, resulta inútil y perjudicial. Corresponde a la izquierda abertzale tomarse en serio, con inteligencia, realismo y pragmatismo la cuestión de los presos, comprometiéndose con salidas viables para los encarcelados y huidos. Para esta pretensión, el mantenimiento de ETA, sea bajo la forma que sea, es un auténtico estorbo.

XABIER GURRUTXAGA, EL CORREO 07/02/14