Entrevista a TEO URIARTE, EL MUNDO 23/02/14
· «Los verificadores se comportan como si aquí hubiera habido un conflicto de verdad. A alguno lo conocí en el Parlamento británico. Les encanta que existan conflictos para hacerse necesarios»».
Pregunta.– Llevamos desde 2011 en cese definitivo. ¿Qué estrategia está llevando a cabo ETA?
Respuesta.– ETA se está aprovechando, aunque operativamente esté destrozada, de la voluntad de diferentes partidos y organizaciones de sacarle rédito a su existencia pasada. Está intentando alargar un escenario de final donde se produzca mucho discurso y en el que, gracias a la presencia de partidos, colectivos y mediadores internacionales y si es posible algún miembro de algún Gobierno estúpido, se le dé dignidad y se prolongue este fin para que ETA siga entre nosotros.
P.– ¿Quiénes quieren sacarle rédito al final del terrorismo?
R.– El PNV no desea un fin sin dignidad ni legitimidad de ETA. Hay colectivos surgidos alrededor de la izquierda nacionalista que quieren lo mismo. La vieja Batasuna es la más interesada en que el final de ETA no se produzca en cuanto a su discurso y su legitimidad. Y el Partido Socialista, por falta de criterio político, acude a la romería sin darse cuenta de que en gran medida una ceremonia como la de los verificadores puede acabar resucitando a ETA.
P.– ¿Cómo resucitarla? ¿Favoreciendo que regrese a las armas?
R.– No tiene por qué. Pero sí resucitarla en su dominio del discurso del nacionalismo, tanto sobre la izquierda abertzale como sobre el PNV, que asumió la aventura soberanista e independentista en el Pacto de Estella. Si el PNV quiere aprovechar todo esto, darle un final feliz a ETA y otorgarle la titularidad del discurso nacionalista, lo que está haciendo es resucitarla.
P.– ¿Por qué le interesa al PNV un final feliz de ETA?
R.– Porque lo contrario supondría también un fracaso para el nacionalismo. Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, al PNV le dio miedo que todo el nacionalismo se viera desprestigiado por un fin traumático de ETA. Por eso le interesa un fin digno de ETA.
P.– ¿Los socialistas –su partido– actúan por ignorancia, por electoralismo…?
R.– Por orfandad ideológica y política. ‘Como va la gente de aquí, pues vamos, porque si no, no tendremos un espacio…’. Le puede pasar también al PP. Pero no, no. Hay sitios en los que en política no se debe estar, no vaya a ser que nos pase como al Partido Socialista de Navarra. ¿Por qué no con los de Bildu?, dicen. Porque no. En otros momentos ha habido corrupción y a nadie se le ha ocurrido plantear una moción de censura con Bildu.
P.– ¿Cuál sería el final deseado por ETA?
R.– Lo que ETA quiere es esto que está pasando. Una vez que ha asumido que no puede continuar con la práctica violenta, quiere sobrevivir detentando el discurso que la ha generado. Y para ello necesita acontecimientos como el de los verificadores, en los que se dé expectación, boato, solemnidad, representantes internacionales, presencia de los partidos y colectivos más o menos pacifistas… y que ETA diga cuatro chorradas. Son delincuentes, no hay que escucharlos. Como prestemos atención a los violadores intentando entender sus causas, posiblemente lo que estemos haciendo es posibilitar la publicidad de los delitos de violación. Se está creando expectación hacia el terrorismo. La parafernalia, el darle una escenografía ampulosa, recargada, barroca, a unos terroristas es favorecer la dignificación y la legitimación de su discurso.
P.– ¿Cuál debe ser el final entonces? El mantra es un final ordenado.
R.– ¡No, no, mentira! La garantía de su final es que no exista final.
P.– ¿Cómo es eso?
R.– Como insistamos en que hace falta un final, daremos lugar al principio. Porque cuando nuestros políticos y medios quieran darle un final rotundo, solemne y fotografiado, estaremos escribiendo el prólogo de la reencarnación de ETA. No tiene que haber final. El final ya existe desde que ETA no puede ser lo que es, terrorismo. El resto, el discurso, se tiene que ir con la práctica violenta.
P.– Al menos para el socialismo los verificadores tienen más credibilidad que Brian Currin.
R.– Los verificadores se comportan como si aquí hubiera habido un conflicto de verdad. A alguno lo conocí en el Parlamento británico. Les encanta que existan conflictos para hacerse necesarios, como al conductor de carreras le encanta que haya un circuito para poder correr. ‘¡Y además es el último conflicto en Europa! [Habla como si fuera un verificador, abriendo mucho los ojos]. ¡Qué gran conflicto! ¡Qué gran verificación vamos a hacer y qué grandes dietas vamos a cobrar del Gobierno de Noruega y del Gobierno suizo!’. [Ríe a carcajadas]. Si, como nos dijeron en Sudáfrica [a la Fundación para la Libertad], son la industria de la mediación, viven de eso. Oigan, no me vengan ustedes, ex ministros, ex embajadores, ex políticos de la ONU… a verificar algo que ya está muerto, porque me lo van a acabar resucitando en su funeral.
P.– Si no debe haber final, ¿tampoco entrega de armas?
R.– No, no, ¡tampoco!
P.– ¿Y qué se hace con ellas?
R.– ¡Que se pudran! No serán las primeras. No hay que aceptar ningún cese. Hay que aceptar que se vayan aburriendo.
P.– El Gobierno de Rajoy dice que podrá cambiar la política penitenciaria cuando ETA se disuelva.
R.– Sí, sí, pero afortunadamente Rajoy es incapaz de hacer nada, quitando la política económica. [Ríe].
P.– ¿Qué condición habría entonces para cambiar la política penitenciaria?
R.– No hay condiciones. Tienes que ser tú el que vayas haciendo las cosas sin tener en cuenta lo que hagan ellos.
Entrevista a TEO URIARTE, EL MUNDO 23/02/14