Moción de censura de ida y vuelta

ABC 01/03/14
ÁLVARO MARTÍNEZ

Lo más extraño de la crisis navarra es que ninguno de los ofendidísimos partidos que aparecen en la operación «Acabemos con Barcina» se haya ido a un juzgado a denunciar la supuesta corrupción que observan en el seno del Gobierno foral. Ni uno. Más aún, incluso un personaje del pedigrí abertzale de Patxi Zabaleta –a quien no se supone simpatía alguna por la presidenta– reconocía que «no se ha podido demostrar la existencia de ilegalidades» en la comisión de investigación montada para dar coartada al enjuague.

¿De qué hablamos entonces? Cada vez está más claro que este intento de arrebatar el poder a quien lo ganó en las urnas esconde una operación política de mayor calado que, con la excusa de la corrupción (el veneno de estos días), pretende solventar urgencias y anhelos particulares e inconfesables en público. Los proetarras, por ejemplo, intentan eliminar así el dique de contención que UPN y PP suponen para la quimérica anexión de Navarra a Euskal Herria, el sueño de siempre. El socialista Roberto Jiménez, por su parte, trata de apuntalar su enclenque liderazgo en la Comunidad, dado que su gestión no solo se ha convertido en un dolor de cabeza para el PSN, donde ya tiene una notable contestación interna, sino también para Ferraz, donde el navarro tiene peor fama que un sacamuelas del lejano Oeste. Acabar con un gobierno de derechas –debió de pensar Jiménez cuando se metió en tratos con los filoetarras de Bildu– les daría algo de aire a sus remotas posibilidades de repetir como candidato. Cierto es que nunca se ha distinguido por su perspicacia, pero no ver la que se le venía encima al aliarse con tan indeseable socio lo coloca en el cuadro de honor de la irresponsabilidad política.
 
Ayer Yolanda Barcina repitió que ni dimite ni convoca elecciones y que quien quiera plantee la censura contra ella. Entretanto, Alfredo Pérez Rubalcaba aguarda silente como un cartujo, temeroso de que Jiménez se eche finalmente al monte, coja la mano de quien jaleó 857 asesinatos y haga trizas la baza electoral del PSOE en los próximos comicios europeos. Y que, de paso, la moción de censura se revuelva como un bumerán y se la presenten a él todos los españoles. [ESPAÑA]