Un mensaje diferente

EL MUNDO – 19/06/15 – VICTORIA PREGO

· Si Mariano Rajoy hubiera hecho antes de las elecciones las consideraciones que hizo ayer ante los suyos y los hubiera convocado a tiempo para salir a dar la batalla en la calle, y no sólo en el terreno de la recuperación económica –su único argumento durante toda la legislatura–, puede que ahora no estaría lamentando los resultados que han dejado a su partido a las puertas del poder pero por la parte de fuera.

En ese sentido, no importan tanto los anunciados cambios en la cúpula como el mensaje lanzado, que es la muestra de que, por fin, el presidente del PP se ha decidido a examinar de frente toda la realidad y no únicamente una parte de ella y ha comprendido que los problemas con sus votantes tradicionales eran mucho más numerosos y más hondos que los que se han pretendido atemperar con los datos macroeconómicos o la atosigante insistencia en el rescate que España consiguió evitar.

Por eso, a los nuevos nombramientos en la dirección del partido les faltan unos cuantos elementos sin los cuales poco se habrá conseguido. Antes que nada, falta conocer hasta dónde llega la remodelación del Gobierno, de la cual ayer no avanzó Rajoy ni una sola indicación. Sin un cambio significativo en el Ejecutivo, el mensaje de que ha entendido la situación quedará muy escaso. Porque la otra herida, la causada por la devastación de importantes dirigentes territoriales del partido, se mantendrá abierta hasta el año que viene.

Cierto que para la sustitución de los barones regionales no queda más que esperar a la celebración de sus respectivos congresos, siempre después de las generales porque la dirección nacional del PP no quiere que se les desmanden a destiempo las organizaciones. Pero no deja de ser un muy serio inconveniente para la pretendida renovación la situación de un partido con buena parte de sus dirigentes autonómicos en retirada y sin ser sustituidos por líderes nuevos, con nuevos talantes y nuevos mensajes.

Así que lo más relevante, y lo que podría quizá llegar a modificar las perspectivas electorales del PP para noviembre, es el radical cambio en el discurso de Mariano Rajoy, que necesita ahora ser transformado en acciones coordinadas en todos los niveles del partido. La duda, una vez más, es si los populares llegan a esta batalla demasiado tarde y si el adversario –el PSOE con todos sus socios– va a cometer la ingenuidad de adoptar decisiones de gobierno en los ámbitos municipal y autonómicos que espanten al sector moderado de sus votantes y les confirmen que las duras acusaciones de Rajoy responden a la realidad. Pero eso es muy dudoso: estamos ya en plena campaña para las generales.