EL CONFIDENCIAL 15/07/15
JOAN TAPIA
Artur Mas habría ganado así la batalla de la lista única para las elecciones plebiscitarias del 27-S por la que viene batallando incansablemente, incluso desde antes de la seudoconsulta del pasado 9-N del 2014, y que replanteó en su discurso de Molins de Rei del pasado 20 de junio.
Por el contrario, Oriol Junqueras y ERC ceden y hacen marcha atrás del acuerdo independentista del pasado 14 de enero (que Artur Mas tuvo que tragar contra voluntad) que establecía listas separadas de la de CiU y ERC entonces, pero con un programa común independentista. En la lucha sorda por el liderazgo independentista entre Mas y Junqueras, al final el líder de ERC ha tenido que dar su brazo a torcer. Y ello pese a que pocas horas antes la idea de una lista unitaria sin políticos, lanzada por Junqueras, había conseguido el apoyo de las CUP, Òmnium y la propia ANC pese a la oposición total (explicitada sólo a medias) de CDC.
· La lista única era necesaria porque CDC sola se desplomaba y ERC podía ser superada por Ciudadanos y Podemos
¿Qué ha pasado? Dos cosas. Primero, que Artur Mas dijo a las entidades de la sociedad civil el lunes por la mañana que no convocaría elecciones el 27-S si se imponía la idea de una lista unitaria sin políticos. Y como la ANC y Òmnium son asociaciones integradas por creyentes –para los que el 27-S se ha convertido en una fecha mágica que significa algo así como la llegada a la Tierra Prometida– acogieron con cierto desespero la posible no celebración de las “plebiscitarias”. Y como además en las cúpulas de la ANC y Òmnium (menos en sus bases) la influencia de CDC es alta, este desgarro se convirtió en presión sobre ERC para que se frustaran (por su culpa) las esperanzas puestas en el 27-S. Y debido a esta presión Junqueras acabó cediendo ayer por la tarde, no sin asegurarse antes que la lista única estaría encabezada por alguien de la sociedad civil y no por Artur Mas. Lista única sí, pero no con Artur Mas como número uno. Se habla del catedrático de Derecho Constitucional, exvicepresidente del Tribunal Consitucional y hoy presidente del Consell Asesor de la Transició Nacional Carles Viver Pi Suñer, o incluso de Carme Forcadell, la presidenta hasta hace pocas semanas de la ANC y la principal organizadora de las manifestaciones del 11-S del 2012, 2013 y 2014.
Con todo, la razón de fondo es que las encuestas venían prediciendo un desastre electoral –no una derrota, pero sí un empate poco ventajoso con los no soberanistas– que no confirmaba la pretendida voluntad independentista muy mayoritaria del pueblo catalán.
No es ya que las encuestas digan –de forma casi unánime– que los independentistas son un 42%- 44% de la población frente a un 50-52% de no independentistas. Ni que la última de La Vanguardia (publicada el pasado domingo) señale con claridad que sólo el 38,3% cree que la única solución es la independencia frente al 38,9% que cree que, “si se reformara la Constitución, los catalanes podrían ver reconocidas sus demandas y mejoraría el encaje entre Cataluña y España”, y frente a otro 18,3% que opina que sólo se necesita interpretar la Constitución de una forma más flexible. Este dato es relevante porque indica que alguna forma de Tercera Via (reformar o interpretar de forma menos cicatera la Constitución) vence en 19 puntos al independentismo. La concepción de Pedro Sánchez sobre el encaje de Cataluña en España gana en Cataluña a la de Artur Mas y Oriol Jonqueras. Lo que pasa es que en la Moncloa manda Mariano Rajoy, que presume de no moverse.
· El independentismo no logra ser mayoritario porque la lista unitaria completa (con las CUP) se quedaría en el 46,7%, en retroceso respecto al 2012
Estos son relevantes datos de fondo, pero la clave ha sido que la previsión electoral de La Vanguardia (cuya casa de encuestas trabaja también para CDC y cuyos resultados son similares a los recientes sondeos de El Periódico y el CEO de la Generalitat) auguraba un desastre para Mas, para Junqueras y para el independentismo.
Mas necesita la lista única porque CDC en solitario sufriría una auténtica debacle ya que pasaría de los 50 diputados actuales (62 en el 2010, cuando salió elegido por primera vez) a 32-34 escaños. Un descenso en voto del 30,7% al 22%. Con 34 diputados sobre 135 y una caída de 8,7 puntos en el resultado, Mas no podía aspirar a liderar nada. Necesitaba imperativamente alguna lista que permitiera visualizar más diputados y dificultara la comparativa con las elecciones del 2012. Por eso el pasado 20 de junio –ante la incomprensión de los analistas y de buena parte de su partido– volvió a insistir en la lista única. Casi la imploró en una entrevista con Josep Cuní en TV8, la televisión catalana del grupo Godó.
Pero para Junqueras las cosas también han cambiado. En las elecciones europeas del 2014 consiguió sobrepasar a CiU, pero ahora las encuestas le colocan detrás de CDC (22 diputados frente a 32-34). El entusiasmo por la lista propia ha tenido que disminuir. Pero es que, además, en la encuesta de La Vanguardia ERC quedaba en empate técnico en número de diputados (22) con Ciudadanos y Podemos-ICV y detrás de esas dos otras fuerzas en estimación de voto.
Junqueras corría pues el peligro de resultar ser el culpable de la no existencia de la lista unitaria y, además, de quedar por detrás de Ciudadanos y Podemos, algo que sus militantes y electores habrían considerado un oprobio que le habrían hecho pagar.
Además, la suma de CDC y ERC se quedaba en un 37% del voto frente al 44,4% del 2012 porque su suma cede voto a las CUP, Podemos y Ciudadanos. Y en diputados se quedaban con 56, a doce de la mayoría absoluta de 68 y con quince menos que en el 2012. Un desastre.
Con la lista única puede que la suma de CDC y ERC no aumente y se sigan quedando a doce de la mayoría absoluta. Entonces pueden aspirar a alcanzarla con las CUP (tampoco fácil) pero como mínimo ese bloque (heteróclito) de 56 diputados se convertiría en la clara lista ganadora frente a los 22 diputados de Ciudadanos y Podemos. Mas y los independentistas habrían logrado salvar los muebles.
Pero la esperanza de Mas y Junqueras es que la dinámica generada por la unión de CDC, ERC, la ANC y Òmnium se pueda transformar en un entusiasmo similar al de las grandes manifestaciones de los últimos tres años. Y que, así, su resultado se aproxime algo al que la encuesta de La Vanguardia otorgaba a una lista unitaria con las CUP dentro: 46,7% del voto (en el 2012 fue 47,9%) y una horquilla de 68-72 diputados (en el 2012 fueron 71 sólo CiU-ERC y 74 contando las CUP).
Este resultado tampoco sería una victoria inapelable del independentismo y es muy difícil que la lista unitaria de CDC y ERC se aproxime al previsto para la lista unitaria completa de CDC-ERC-CUP, que además sólo obtendría el 46,7% de los votos. No llegaría al 50,1% necesario para ganar un referéndum. Pero la lista unitaria de Mas y Junqueras sí puede permitir salvar los muebles y dar sensación de victoria. Y, ante la ausencia de mayoría y proyecto alternativo, podría permitir a Artur Mas seguir en la presidencia de la Generalitat. Y entonces en un gobierno de coalición con ERC y con el apoyo de las CUP tendría que dar algún salto hacia el vacío.
El resumen es que el independentismo no ganará con claridad en Cataluña, pero –aun con pérdida de gas– sigue siendo muy fuerte y que, en ausencia de iniciativa política inteligente del Estado, se ha convertido en un elemento de inestabilidad permanente para España.