EL MUNDO – 08/08/15
· Se muestra dispuesto a abrir el debate sobre la Carta Magna en la próxima legislaturaInsinúa un cambio en el Título VIII, que alude al diseño territorial del Estado Advierte de que nada «dejará satisfechos a los independentistas»
«Claro que la Constitución se puede modificar, ya se ha hecho dos veces». Así de claro habló ayer Mariano Rajoy en sede real–lo hizo en el Palacio de Marivent, la residencia estival de los Reyes, tras reunirse con el Rey Felipe– sobre una posible reforma de la Carta Magna. Y, por si quedaba alguna duda, posteriormente lanzó un mensaje en las redes sociales que hacía evidente que el Gobierno quiere abrir este debate en plena precampaña de las elecciones del 27-S en Cataluña: «En la próxima legislatura estamos dispuestos a dialogar para abordar una futura reforma de la Constitución».
Con ello, el presidente confirmó el nuevo posicionamiento del Gobierno y del PP, adelantado el día anterior por el ministro de Justicia. No ofreció Rajoy ningún detalle de la posible reforma, aunque hizo alusiones que muestran que podría afectar al Título VIII de la Constitución, que regula la organización territorial del Estado, entre otros aspectos.
Sobre por qué ahora y no antes, Rajoy explicó que «cada legislatura tiene sus prioridades» y la del Gobierno había sido «evitar la quiebra y el rescate y empezar a crecer y crear empleo».
El presidente aseguró que no había tratado el asunto durante su encuentro con el Rey Felipe, pero estaba abocado a tener que dar una respuesta después de que su ministro de Justicia, Rafael Catalá, abriera el día anterior el debate, al proponer en una entrevista reformar la Constitución para, entre otras cosas, delimitar las competencias del Estado y de las comunidades autónomas.
Rajoy marcó los tiempos (electorales) para empezar hablar de una posible reforma, y también quiso marcar unos límites. Más cuando se vincula la posible reforma a las aspiraciones independentistas de Cataluña. «Una cosa es lo que digan los independentistas catalanistas y otra lo que pudiera ser la reforma de la Constitución», dijo primero. Después, apuntaló su discurso con más vehemencia: «No se va a plantear ninguna reforma en esos parámetros, no les contentaría en absoluto porque lo que quieren es liquidar la soberanía nacional», dijo, para zanjar que «ninguna reforma de la Constitución dejará satisfechos a los independentistas».
Entre las pistas que dio ayer el presidente figura el dictamen que el Consejo de Estado elaboró en 2006, bajo la presidencia de Francisco Rubio Llorente, a instancias del Gobierno. Es un informe de casi 400 páginas sobre varios posibles puntos de reforma de la Constitución, entre ellos la función del Senado y las competencias del Estado y las autonomías.
Sobre Cataluña, Rajoy insistió en que «no se va a producir ninguna secesión de España», ya que, dijo «no tiene ningún sentido en el mundo en el que vivimos». Y fue más allá: «Garantizo que no se va a obligar a nadie a decidir entre ser catalán o español y europeo».
En esa línea Rajoy halagó la Carta Magna, incidiendo en que «con esta Constitución España ha sido uno de los países del mundo donde más ha crecido la renta per cápita, y la que le ha permitido entrar en la Unión Europea».
Preguntado por el posible resultado de las próximas elecciones en Cataluña, en las que aseguró que va a hacer campaña de forma activa «porque sería irresponsable si no lo hiciera», insistió en que «lo que sea España lo deciden todos los españoles en una clara y nítida apuesta por la concordia».
Ahora bien, en cuanto a las reformas, el mismo Rajoy sumó ayer una más: «No me niego a hablar de una reforma de la Constitución, pero habrá que hablar también de una reforma de la financiación autonómica». En este punto recordó que el actual sistema fue aprobado por el PSOE con los votos del PP «en contra». Por eso quiso explicar por qué no se había reformado durante esta legislatura. Lo hizo con dos ideas muy gráficas: «Aquí primero había que salir del pozo», dijo, para asegurar después que «no había nada que repartir: no se puede repartir la nada».
Como ya había hecho con la Constitución, se remitió a la próxima legislatura. Insistió en que ahora, una vez que la economía española funciona mejor –aunque reconoció que siguen existiendo «secuelas de la crisis»–, las autonomías van a recibir más de «10.000 millones de euros». «Y no porque lo diga yo, sino porque ha subido la actividad económica y con ello la recaudación», desgranó. Ante la continua demanda de autonomías como Baleares, que exigen corregir su déficit fiscal, Rajoy no quiso hablar de beligerancia: «No la veo», señaló. Es más, lo revistió de cotidianidad: «Lo normal es que todo el mundo defienda sus intereses, es su obligación, hay opiniones para todos los gustos».
El despacho de ayer en Marivent se mantiene cada agosto entre el presidente del Gobierno y el Rey, aunque normalmente se realizaba al mediodía. En él, según explicó el mismo Rajoy, se tratan, igual que en los que suelen mantener en Madrid, las cuestiones políticas del momento. Ayer, en clave nacional, el jefe del Estado y el jefe del Ejecutivo trataron sobre las cifras del empleo y los próximos presupuestos generales. Recordó Rajoy en este sentido que los datos de empleo son «positivos y van en buena dirección» y cifró en 600.000 los puestos de trabajo totales que se van a generar este año. Asimismo, aseguró que los Presupuestos «mantienen la línea política y económica de esta legislatura, pero dado que el crecimiento económico ya está aquí y que vamos más holgados se puede empezar a hacer otras cosas». Aprovechó para vender la subida del sueldo a los funcionarios y la de las pensiones, aunque no quiso despegarse de la línea económica del Gobierno: «Seguirá la política reformista y seguiremos controlando el gasto público».
El despacho fue seguido de una cena: el Monarca le había invitado antes de la reunión y Rajoy aceptó la misma. Estaba previsto que compartieran mantel sólo ellos.