FERRAN BRUNET – ABC – 01/09/15
· ¡Desconéctese!, han ordenado los separatistas que gobiernan Cataluña. Persiguen la independencia, la desconexión política, legal, económica y social del resto de España. Pretenden negar la historia común española, el presente de integración europea y el futuro en el mundo global. Políticamente resulta rentable; penalmente es gratis; y en cualquier caso, alguna subvención caerá.
En cierto sentido, Cataluña está ya bastante desconectada de España. En Cataluña, el Estado español es inexistente, invisible y ausente. El Gobierno de España ni está ni se le espera. En la Cataluña rural, y para el 27 por ciento de los electores catalanes que el 9N de 2014 votaron sí a un Estado catalán independiente, la desconexión y desafección de España es total.
A los separatistas les haría felicísimos la total ruptura con la legalidad española (esto es, el «aquí mando yo») y la desaparición del mercado español. Afortunadamente para los catalanes, la separación ni es probable ni es realmente posible. Fijémonos: el principal cliente de Cataluña es Aragón (1.325.385 personas), donde vende 11.500 millones de euros al año; el segundo cliente es Francia (66.867.807 personas), donde vende 9.800 millones. Por este orden siguen Alemania, Valencia, Andalucía, Italia, Madrid…
Si los separatistas lograsen desconectar de España e imponer verdaderamente su poder, Cataluña quedaría también sin encaje con el resto de Europa y el resto del mundo. La quiebra de la legalidad española supondría su exclusión de la Unión Europea y del eurosistema, el establecimiento de fronteras policiales, comerciales, judiciales y militares con el resto del mundo. Físicamente, una Cataluña separada seguiría en el mismo lugar de Europa. Jurídicamente, políticamente, económicamente y socialmente el «nou pais» entraría en parajes ignotos, entre Serbia, Kosovo, Somalilandia y Corea del Norte.
El separatismo catalán actual combina nacionalismo y populismo, milenarismo y egoísmo, carlismo y comunismo, anarquismo y posmodernismo. Vamos, lo mejor de cada casa. Es la síntesis de todos los radicales locales juntos en la deconstrucción de España. Mezcla ingeniería social con totalitarismo, y lo abona con cantidades ingentes de propaganda pueril, amén de vulnerar la ley española y los derechos de las personas, entre ellos los lingüísticos. Los agravios que el Gobierno de la Generalitat ha infringido impunemente a la sociedad catalana son extraordinarios. A la vez, los catalanes normales hemos estado abandonados por los gobiernos de España durante décadas. La gravísima situación presente no es mérito sólo de los separatistas.
En esta Europa del siglo XXI el espectáculo catalán y español es inaudito y surrealista: retransmisión en directo de un golpe de Estado de un gobierno regional. Es el momento de cumplir la Constitución, de hacer vigente el Estado de derecho para todos los españoles. Los catalanes decimos: ¡Ayuda, España! La democracia española es la garante de la libertad de Cataluña y del progreso de los catalanes.
FERRAN BRUNET – ABC – 01/09/15