SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO – 16/09/15
· «Hay un calendario marcado», dijo ayer la portavoz Munté, añadiendo que se mantienen los planes para convocar en octubre 60 plazas para dotar de personal a la nueva Hacienda catalana. La ley no prevalecerá contra el calendario, por lo visto, y ya, en un alarde, añadió que la Generalidad seguirá trabajando porque la ley suspendida por el TC entra dentro de la «legalidad absoluta». ¿Qué querrá decir con legalidad y con absoluta? Misterio.
Los rupturistas han roto ellos mismos todo lo que estaba a su alcance: la coalición de Convergència i Unió y la sociedad catalana para empezar. La propia Diada, celebración que no era un monumento al rigor histórico y sí era en cambio un festejo unitario que celebraban todos los partidos con distinto grado de entusiasmo. Mas ha conseguido hacer de ella un acto partidista de campaña electoral.
El nacionalismo tiene voluntad de hacer rancho aparte en todos los aspectos de la vida, de expulsar a los otros. Algo parecido ya le había pasado al PNV cuando se celebró en Bilbao el primer Aberri Eguna (Día de la Patria) legal, el domingo de Pascua de 1977. Fue una marcha multitudinaria y de unidad. Tanto que la empresa convocante se alarmó y aquel mismo año crearon el último domingo de septiembre el Alderdi Eguna (Día del Partido) para poder estar solos y felices.
Imaginen. Una candidatura, Juntos (pero no revueltos), engloba al partido que gobierna la comunidad autónoma y al principal partido de la oposición, así como a un par de ONG financiadas por la Generalidad. El candidato a presidente va emboscado en el puesto cuarto de una lista encabezada por un señor que tiene la cabeza llena de ruidos, los que hacen los motores de los F-18 del Ejército del Aire cuando sobrevuelan Barcelona para acojonar a los buenos independentistas. Fue el mismo lumbrera que dirigió una solicitud formal a la UE para que tomara medidas por el pisotón que el madridista Pepe había dado a Messi.
Hace ya tiempo que no cumplen las sentencias; no se cumplen y van a dejar de pagar impuestos a la Hacienda española. Llama la atención que tantos partidos sean reacios a tomar medidas para que los separatistas cumplan leyes y sentencias. Quizá confíen en la victoria de Pablo Iglesias, que ayer le decía a Herrera con una cómica seriedad que si Mas se mete con él, es porque sabe que cuando gane las elecciones los catalanes ya no se querrán ir de España.
¿Incorporar el reconocimiento de Cataluña como nación al texto constitucional como puso Juliana en boca de Felipe? Podría ser si la embutimos con el brillante neologismo que acuñó el grandísimo Luis Ciges en La Corte del Faraón, bien entendido que es la Cataluña de hoy en día, el legado de Mas: Cataluña es la descojo-nación.
SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO – 16/09/15