EL MUNDO – 02/10/15
· Cuando parecía imposible, las conversaciones posteriores a las elecciones del 27-S están complicando aún más la situación política catalana.
· Junts pel Sí y la CUP negocian dejando al margen la principal incógnita: si Artur Mas repetirá como presidente de la Generalitat.
· El partido anticapitalista, cuyos 10 escaños son imprescindibles para formar un Govern independentista, planteó ayer la fórmula extravagante de la «Presidencia coral», que podría convertirse en una salida para que el líder de Convergència siga en primera línea.
La CUP, quizás como una forma de sacudirse la presión de políticos y opinadores convergentes –que empieza a ser extenuante–, apartó ayer los maximalismos y propuso varias fórmulas que no supondrían la muerte política de Mas, aunque tampoco que sea investido como un president al uso.
Precisamente esa expresión fue la que usó la número dos de la CUP, Anna Gabriel, para tranquilizar a Junts pel Sí, la coalición de Convergència y Esquerra que ganó las elecciones con 62 diputados. «No tenemos ningún interés en la muerte política de Mas», dijo en una entrevista en Catalunya Ràdio.
Pero eso no significa que hayan renunciado ya a su principal promesa de campaña
El partido se pasó dos semanas garantizando que sus votos no servirían para que Artur Mas repitiera como president, porque lo asocian con la corrupción y con los recortes sociales. Así, y como propuesta imaginativa, Gabriel planteó una «Presidencia coral, con tres o cuatro perfiles con un peso equivalente».
Esa fórmula, según ella, permitiría no «enterrar» políticamente a Mas y plantear «qué papel puede tener» el presidente en funciones de la Generalitat en la nueva etapa. En cualquier caso, el liderazgo «coral y menos presidencialista» serviría, según la CUP, para «reflejar la transversalidad del independentismo».
Aunque insiste en que no pondrá «condiciones imposibles», y ya se ha comprometido a no poner sobre la mesa de negociación aspectos de su programa como la salida del euro o el impago de la deuda, el partido anticapitalista sí exigirá que se aceleren algunos pasos del proceso soberanista antes de las elecciones generales para «evitar la subordinación a las lógicas estatales».
Por ejemplo, la número dos de la CUP habló de una «batería de propuestas para la desconexión política y legal de España». Esta hoja de ruta para el nuevo Govern se añadiría a la declaración de inicio del proceso a la independencia que Junts pel Sí llevaba en su programa.
Todo ello a pesar de que el independentismo sólo obtuvo el 47,7% de los votos en las elecciones del domingo. La CUP aseguró que con esos números no era posible una declaración unilateral para romper con España, pero eso no significa que aparquen el procés. Al contrario, lo quieren acelerar, como dejó también claro el ex diputado autonómico de la formación Quim Arrufat.
El número dos del partido en la legislatura anterior pareció incluso dar por hecho que, si no hay otra salida y si el proceso corre riesgo, acabarán aceptando a Mas como presidente. «Hay una fórmula muy fácil de conseguir para que la CUP vote a Mas como president: se cierra en banda Junts pel Sí, se hace presión contra la CUP durante dos meses, se llega hasta el final. Y como la CUP, antes que hacerlo descarrilar, estará al lado del proceso, pues se impone Junts pel Sí. Es la manera más fácil», dijo Arrufat, molesto por las presiones.
Es la misma fórmula que Convergència usó para que ERC se aviniera a pactar una lista unitaria para el 27-S. Sin embargo, Arrufat advirtió de que forzar a la CUP a desdecirse de su compromiso de no investir a Mas acarrearía efectos negativos. De ahí no podría salir, dijo, «una República que sea creíble, democrática y para todos», informa Efe.
Mientras tanto, ya se han celebrado las primeras dos reuniones entre miembros de Junts pel Sí y la CUP para tratar de acercar posturas. Lo primero que han decidido es dejar para el final el asunto más espinoso, el de quién debe presidir la Generalitat. Sí están hablando ya de la Mesa del Parlament –la mayoría absoluta independentista se plasmaría con tres asientos para Convergència y Esquerra y uno para la CUP–, y de los cargos del grupo parlamentario –Convergència podría obtener la Presidencia y ERC la portavocía–.
La Presidencia del Parlament sería para ERC si al final la de la Generalitat la ocupa algún miembro de Convergència, ya sea Mas o cualquier otro. En todo caso, lo que parece claro es que los independentistas no quieren rendirse tras el resultado electoral.
El Congreso aprobó ayer con los votos del PP la reforma que otorga al Tribunal Constitucional poder para hacer cumplir sus sentencias, incluida la posibilidad de inhabilitar a los cargos que incurran en desacato a sus decisiones. Toda la oposición votó en contra. Las razones de unos y otros no fueron unánimes: los nacionalistas porque defienden el derecho a decidir e incluso a «forzar la ley», y los unionistas porque creen que a la postre se alimenta el victimismo de Artur Mas. En cualquier caso, todos, sin excepción, hicieron girar sus argumentos en torno al desafío independentista de la Generalitat.
Las fuerzas nacionalistas, y no sólo las catalanas, coincidieron en acusar al Gobierno de haber planeado esta reforma con el único objetivo de castigar al presidente en funciones de Cataluña, por alentar y abanderar un movimiento, respaldado en las urnas por el 48% de los catalanes, que pretende la independencia.
Y aunque el partido que sustenta al Gobierno niega la mayor, lo hace con la boca pequeña. Su representante en el debate que ayer se produjo en el Congreso, el diputado Pedro Ramón Gómez de la Serna, vino a admitir que, en buena medida, la reforma tiene como primer objetivo poder cortar de raíz, si fuera necesario, derivas inconstitucionales y liquidacionistas del Estado como la de Mas. Pero no sólo.
EL MUNDO – 02/10/15