El maletín nuclear

IGNACIO CAMACHO – ABC – 29/10/15

· El golpe soberanista es un problemón que sin embargo otorga al Gobierno la oportunidad de encontrar un discurso político.

Es como si hubiese comenzado una nueva partida, con las cartas recién barajadas. El golpe soberanista es un problemón que sin embargo otorga al Gobierno la oportunidad de encontrar el discurso político que venía buscando. El debate de la campaña ha girado de golpe para situarse en el plano de la unidad de España, el concepto matriz de la derecha y, por lo mismo, una idea en la que la izquierda se siente visceralmente incómoda. La intentona de secesión ofrece al PP y a Ciudadanos el marco mental que mejor dominan y coloca a los socialistas ante su pesadilla más ingrata: la del ensamblaje nacional, una tarea que desde el final del felipismo nunca han tenido clara.

De repente el marianismo, atascado en la dificultad de vender sus logros económicos, se encuentra con el poder de la iniciativa. Se trata de un instrumento de peligroso doble filo que debe manejar con extrema delicadeza, calibrando muy mucho la intensidad de la respuesta. Pero tiene lo que no tenía: la posibilidad de elegir la música del baile y de interpretarla, aunque C’s haga ruido desde el patio de butacas. El PSOE, en cambio, pierde compás porque su modelo territorial es difuso y carece de homogeneidad ideológica.

La gaita reformista y federal de Sánchez puede sonar templada en Cataluña pero es dudoso que funcione a escala española; el soberanismo ha provocado tanto hartazgo que el país no está para terceras vías. El jefe de la oposición se halla emparedado entre su obligación de lealtad y las contradicciones de su partido. El conflicto catalán le achica el campo y amenaza con dejarlo en offside.

Para Rajoy, la oportunidad supone también el riesgo. Hay en la derecha sociológica un clima de exaltación antiseparatista que reclama solucione drásticas y confunde responsabilidad con mano blanda. El presidente tiene en su despacho el maletín nuclear del Artículo 155, la intervención de la autonomía catalana, y muchos de los suyos le piden que apriete el botón sin titubeos. La perspectiva electoral resulta tentadora para la sobreactuación pero ese mecanismo jurídico es un arma de destrucción masiva.

Y de consecuencias imprevisibles porque más allá del golpe de autoridad se perfila una secuencia de conflictos de orden; la serenidad de las urnas no es compatible con la alteración de la calle. Al final es probable que de todos modos haya que invocar el principio de coerción constitucional dado que la actitud sediciosa parece irreductible. Quizá sea, empero, una decisión para el próximo Gabinete; lo último que le faltaba a este era terminar su abrasivo mandato tirando en Barcelona la bomba atómica del Título Octavo.

Mientras pueda, Rajoy se va a mover en la amenaza, con la mano en el interruptor y el discurso de firmeza solemne. De modo inesperado, una situación delicadísima le favorece si sabe manejarla. Lo va a intentar sin enormidades pero ojo con la cólera de los mansos.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 29/10/15