ISABEL SAN SEBASTIÁN – ABC – 12/11/15
· La marca de Pablo Iglesias ya no asusta. Ya no impone. Ya no importa. Podemos ha dejado de contar en la pugna por La Moncloa.
Podemos ha dejado de contar en la carrera por La Moncloa. No sólo lo indican las encuestas, cuyo diagnóstico unánime es una caída en picado, sino que lo confirma el olfato de los poderosos, más fino que el mejor de los sondeos y por tanto más fiable.
La marca de Pablo Iglesias ya no asusta. Ya no impone. Ya no importa. Si asustara, si impusiera, si importara, si los grandes empresarios españoles pensaran que tras el 20-D iban a tener que entenderse con un gobierno integrado o influido por quien se autodenomina «coleta morada», habrían venido el martes al Foro ABC con el fin de acercarse a él y presentarse. Lo hicieron masivamente, de hecho, un par de semanas atrás, cuando fue Albert Rivera el que ocupó esa tribuna a fin de explicar sus propuestas, empezando por el compromiso de nunca formar gobierno con quienes quieren romper España.
El líder de Ciudadanos vio ante sí una larga cola de personas influyentes empeñadas en darle su tarjeta. Gentes que hace un año no daban un duro por él y ahora están seguras de que será un interlocutor clave en la composición del próximo Ejecutivo. Esas mismas gentes ignoraron la comparecencia de Iglesias porque le saben derrotado antes de salir a correr. No hará ministro de Defensa al tránsfuga Julio Rodríguez ni colocará la Justicia en manos de la portavoz de Jueces para la Democracia, Victoria Rosell. No convocará un referéndum de autodeterminación en Cataluña, como anuncia que haría si dependiese de él. No subirá los impuestos para multiplicar los gastos. No arruinará a España con políticas económicas chavistas, ni cerrará medios de comunicación críticos ni perseguirá a los periodistas que hoy señala. Será sencillamente irrelevante.
La proyección de los resultados municipales y autonómicos de mayo a unas generales puso a muchos los pelos de punta: PP, 110 escaños; Podemos, 80; PSOE, 78; Ciudadanos, 60. Trascurridos apenas seis meses, y vista la gestión de los ayuntamientos en manos de los podemitas, la cosa ha dado un vuelco considerable. La encuesta más favorable para ellos, de Metroscopia, les asignaba hace unos días entre 42 y 46 asientos en la Cámara, a sumar a los 88 a 98 de sus aliados socialistas.
La de ABC los dejaba en 39, más 84 para el PSOE. Ninguna de las dos les acercaba siquiera a la posibilidad de gobernar, incluso incorporando a sus huestes a todos los separatistas. Una gran noticia para la Nación y la estabilidad; no tan buena, tal vez, para quienes confiaban en movilizar el voto del miedo agitando el espantajo del peligro antisistema. Ese peligro ha dejado felizmente de existir, como han identificado con acierto los capitanes de empresa. El próximo 20 de diciembre los españoles votaremos en libertad, que es el único modo digno de acudir a las urnas cuando se vive en democracia. En libertad y en conciencia.
La carrera por La Moncloa se disputará por tanto entre tres jinetes con distintos grados de credibilidad y capacidad para despertar entusiasmo, aunque sin tacha en términos democráticos. Ni Rajoy, ni Rivera ni Sánchez constituyen peligro alguno para el sistema político que nos rige. Los tres han cerrado filas ante el desafío sedicioso catalán, una amenaza sin precedentes en la historia reciente, y cualquiera de los tres podría entenderse con los otros a fin de configurar una mayoría parlamentaria. Las fórmulas de coalición están abiertas: PPC’s, C’s-PSOE o incluso PSOE-PP. Un frente de «todos contra el PP» sería un suicidio para Rivera, por lo que parece poco probable. Nada, sin embargo, es descartable y nada está cerrado todavía. La aritmética tendrá la última palabra.
ISABEL SAN SEBASTIÁN – ABC – 12/11/15