EL MUNDO – 08/12/15 – ENTREVISTA GUSTAVO BUENO, FILOSOFO
· «Hay que aplicar el artículo 155 en Cataluña, llevar más policia o lo que sea».
El filósofo Gustavo Bueno, a los 92 años, mantiene intacta la capacidad de pensar más allá de los manuales y de incordiar más allá de cualquier cortesía. Es uno de los grandes intelectuales del presente, capaz de pisar todos los barros con un argumentario de erudición abundante y de salir sin mácula de las batallas dialécticas en las que entra. Desde Hegel a Marx. De Gran Hermano a la Guerra de Irak. Más contra la izquierda que contra la derecha. Asómense y verán. Es imprevisible pensando.
Pregunta.– ¿Cuál es el atractivo de este momento político?
Respuesta.– El de estar en el momento en que se van a resolver algunas de las hipótesis posibles de la filosofía política que se plantean en este momento y en este país. Es un tiempo que observo con interés, aunque sin entusiasmo. Me siento implicado y poco más.
P.–La campaña se va a seguir jugando en las televisiones. Usted escribió Telebasura y democracia, ¿estamos en un momento de telebasura política?
R.– De la televisión hay que dudar siempre. Más aún en este momento tan degradado. La corrupción más peligrosa que padece España no es política, financiera o fiscal, sino cultural. La falta de ideas claras, la confusión, el todo vale. Esta corrupción a la que me refiero no se puede eliminar por vía judicial y genera un porvenir siempre incierto.
P.– Ahora se habla de política más que nunca, ¿qué significa eso?
R.– Un reconocimiento de que la política es esencial aunque a la vez se ataque a los políticos. Este interés renovado es el origen de los partidos emergentes, que tienen el problema de que olvidan la Historia. Y no la Historia del pasado, sino la del presente. A mí me dio muy mala espina, en el 15-M, cuando los grupos precursores de Podemos se reunían en Madrid con afán de partir de cero y establecer un régimen asambleario democrático puro. Eso sería como volver a Rousseau. A las cavernas de la política. Una pura ficción. Aunque Pablo Iglesias ha ido rectificando ese disparate.
P.– Los discursos se mueven entre el desafío y la ingenuidad, ¿es el síntoma de una democracia sin exigencias intelectuales?
R.–Depende de cada cual. En el caso de Pablo Iglesias se ve claramente a un demagogo mientras que Albert Rivera peca de europeísmo.
P.– ¿De europeísmo?
R.–Sí. Cree que Europa lo resolverá todo. Una ingenuidad, porque Europa es, como ya hemos visto en tantos casos, la forma de disolverlo todo.
P.– ¿Albert Rivera es el mirlo blanco de la política española?
R.–Eso parece, pero creo que más que un mirlo es un ajedrecista. Está estudiando jugadas para ver qué hacer, por eso el debate político suele ser tan pobre. Sólo manifiesta un ansia de gobernar. Él y todos los demás sólo quieren llegar a diputados.
P.– ¿Y Rajoy qué representa en esta encrucijada?
R.– Está muy oscilante. Depende demasiado de lo que le dictan los asesores. Lo de ir a casa de Bertín Osborne es un exceso innecesario. Aunque sacará su rendimiento electoral, porque hay que tener en cuenta a quién va dirigido eso.
P.–A quién.
R.–A todos los escépticos y gentes del PP que dudan de él.
P.– ¿Y Pedro Sánchez?
R.– Debemos suponerle una cierta inteligencia cuando está donde lo han puesto. Exhibe una buena condición teatral, pero es un hombre muy elemental y rudo, aunque sea joven y guapo. La cortesía académica y parlamentaria se ha perdido. Sus momentos más bochornosos fueron los días del Debate sobre el estado de la Nación. Ahí demostró una arrogancia increíble. No dice más que tópicos y tonterías, aunque sabe sonreír… Es un monigote de ventrílocuo.
P.– ¿Aún cree, como en El mito de la derecha, que hay una derecha a la izquierda de la izquierda?
R.– Lo que creo es que los conceptos de izquierda y derecha siguen siendo tan oscuros o más que el primer día. Precisamente Pedro Sánchez está siempre invocando la derecha y la izquierda. Pero qué coño es esa izquierda a la que se refiere. Tal y como él la entiende sólo se trata de un concepto. Esa izquierda es la de la paz, como cuando habla el Papa Francisco.
P.– Tras los atentados de París vuelve el mantra de la guerra. ¿España tendrá que intervenir?
R.– Depende de los compromisos que hayamos adquirido. Aunque de algún modo ya estamos comprometidos. Lo que sucede es que Rajoy es consciente de que en vísperas de elecciones no puede hacer una declaración formal. Sería catastrófico para él. La gente sigue muy sensibilizada por la paz erasmiana, pero yo invito a leer a Erasmo para que calculen su estupidez y su falso prestigio.
P.– ¿Cree que la solución es exclusivamente militar?
R.– No, pero el asunto es muy complejo. Como hay tal confusión de ideas, a lo que han contribuido desde el Papa a Obama o Rajoy, estamos discutiendo si el problema es religioso o de civilización. Y no es lo más importante en este caso.
P.– ¿Y qué lo es?
R.– Saber qué queremos. Y qué posibilidades tenemos.
P.– ¿Cuál es el problema más grave que tiene hoy España?
R.– La estupidez.
P.– ¿Cataluña tiene un proyecto formal o se mueve por imprevisión según los acontecimientos?
R.–La posición de los secesionistas, y sobre todo de Mas, es operar en lo que llamamos pensamiento aureolar. Es decir: como si todo aquello que dijesen estuviese revestido con la aureola de la verdad. Este hombre habla como si ya existiera una Cataluña independiente, aunque exactamente sea eso lo que se discute.
P.– ¿Mas sabe lo que hace o vive políticamente de prestado?
R.– No tiene idea de lo que lleva entre manos. Está arrastrado por unas ficciones confusas que le han dejado el cerebro hecho cisco.
P.– ¿Cuál puede ser el siguiente paso del independentismo en Cataluña después de la anulación de la declaración soberanista por parte del Tribunal Constitucional?
R.– No sé qué será lo próximo, pero tengo claro que el Ejecutivo debe intervenir de una vez. Ahora todo se está reduciendo al Poder Judicial, pero si el proceso sigue entraremos en el territorio de la ficción. Así que hay que aplicar el artículo 155 de la Constitución. Llevar más Policía o lo que haga falta. Rajoy tenía que haber intervenido hace tres o cuatro años, pero entiendo su prudencia pese a la demora. No ha sido inacción, sino excesiva responsabilidad.
P.– ¿Votará el 20-D?
R.– Sí. Y además a Rajoy, pese a todo.
P.– ¿Por?
R.– Porque es el único en el que confío para mantener algo más de tiempo la unidad de España.