EL MUNDO – 28/01/16 – VICTORIA PREGO
· El ofrecimiento de ayer de Mariano Rajoy a Pedro Sánchez tiene mucho calado aunque pueda tener poco recorrido. Lo que el presidente en funciones le ha puesto delante al líder socialista es una de esas ofertas a las que no se podría negar si no estuviera tan obcecado en correr hacia la boca abierta del dragón, que le espera satisfecho y confiado.
Porque garantizarle a un partido que no ganó en las elecciones autonómicas y municipales ninguna de las plazas que ahora ocupa, y sin embargo preside, es una garantía de estabilidad que su aliado en esos lugares –mayoritariamente Podemos– no le asegura en ningún caso. Pero Rajoy se ha comprometido a que su partido, que es el ganador real de las elecciones en todas esas plazas, se someta a lo que es una clara humillación autoimpuesta y sostenga con sus votos el Gobierno de un partido rival que, además, ha perdido esos comicios.
Ya sabemos que Sánchez ha vuelto a decirle que no y que no, pero esa cierta irritación que se traslucía en su cara y en su expresión de ayer demuestra que el disparo ha hecho diana. Porque esa propuesta, de una trascendencia política notable, es muy significativa de lo mucho que le importa a Rajoy, no ya gobernar él, sino que el Gobierno de España no caiga en manos del equipo de Pablo Iglesias, que haría mangas y capirotes de lo que quedara del Partido Socialista, víctima de un acuerdo con Podemos que sería a todas luces suicida para la formación de Sánchez.
Pero la proposición del presidente en funciones no afecta sólo al secretario general del PSOE: atañe también a algunos de los barones socialistas más críticos con las posiciones de su líder. Y al señor Fernández Vara, que se indignó tanto con la renuncia de Rajoy a presentarse a una investidura imposible y que dijo que la Constitución le obligaba a aceptar la invitación del Rey y a acudir a ese debate –lo cual no es en absoluto cierto–, podría resultarle interesante la idea de tener la certeza de que su Gobierno va a acabar la legislatura sin sobresaltos y que los presupuestos de los años próximos los va a poder aprobar sin amenazas ni condiciones. Y como a él, le puede pasar tres cuartos de lo mismo a quienes, sean presidentes autonómicos o alcaldes, estén gobernando en minoría y dependan de Podemos o de sus marcas adheridas. Que son casi todos los socialistas con poder en este momento.
Desde luego, el episodio del martes en Valencia, en el que el PP y muchos de sus antiguos dirigentes –ya expulsados, sí, pero que mandaron en el partido durante años y fueron respaldados y aplaudidos por Rajoy en persona– están implicados, no ha hecho más que complicar, probablemente de manera irreversible, un posible acercamiento, aunque fuera por una persona intermedia, entre los dos primeros partidos españoles. Aquí a Pedro Sánchez se le ha puesto en la mano un argumento último imbatible contra el que no podrán alzarse los barones cuando este sábado se reúna el Comité Federal.
Ésa es una convocatoria de la máxima importancia porque va a tener lugar antes de que el secretario general del PSOE sea recibido por el Rey y, por lo tanto, va a ser la ocasión en que todos ellos decidan la postura a adoptar en lo tocante a formar Gobierno. ¿Con quiénes y a qué precio? Eso es lo que deberá quedar meridianamente claro en la reunión del sábado. Pero, eso sí, a partir de ese momento no se podrá adjudicar en exclusiva a Sánchez la responsabilidad de su actuación en esta materia. Todo el PSOE compartirá sus decisiones y ninguno podrá eludir la carga.
EL MUNDO – 28/01/16 – VICTORIA PREGO