EL MUNDO – 15/02/16
· Intenta dejar en evidencia que, si ella se va por la corrupción de Madrid, él debería irse por la de toda España.
· «Como tiene problemas más acuciantes, ni siquiera es un alivio para Rajoy haberse quitado la espina de Aguirre».
· ‘Gürtel’, el espionaje y ahora ‘Púnica’ marcan 12 años de mandato esquivando un escándalo tras otro.
· «Su ambición, su osadía, su insolencia cañí han dejado huella en todos los palacios que ha ocupado».
· El PP de Madrid señala a Cifuentes como la heredera natural aunque Aguirre siga de líder municipal.
· Deja la Presidencia del PP de Madrid y le manda el recado de que «no es tiempo de personalismos, sino de sacrificios y cesiones» Rajoy tras saber de su marcha por «responsabilidad política»: «Te entiendo».
Esperanza Aguirre trató de meter ayer un nuevo gol por la escuadra pese a que su brío ya no es el de antes. Lo intentó como en los viejos tiempos. Se fue dándole un nuevo pescozón a Mariano Rajoy. Por tradición, por instinto y para arrastrarle con ella en la caída.
Aguirre dimitió como presidenta del PP de Madrid pero, por el momento, seguirá como portavoz en el Ayuntamiento. Deja la cúpula del partido después de haber avanzado que no volvería a presentarse a la presidencia de la formación madrileña y asegurando que no tiene ninguna responsabilidad directa en los tejemanejes que han agujereado de corrupción la organización que dirigía.
Lo hace ahora, dijo ayer, «por responsabilidad política», pero también defendiendo que «no es el tiempo ni de los partidismos, ni de los personalismos, sino de los sacrificios y de las cesiones», en referencia a Rajoy. La dirigente madrileña ha mantenido en privado que el presidente debe apartarse para facilitar un acuerdo con el PSOE y Ciudadanos y que la salida es ofrecer la dirección del Gobierno a Albert Rivera.
Desde ayer, Aguirre ya puede citarse como ejemplo. Su movimiento complica aún más la débil situación del presidente del partido. Si ella se va por la corrupción en Madrid, por qué no él por la del resto de España. Nadie en el PP pone en duda que su motivación real es ponerle «contra las cuerdas», elevar la presión sobre él, en un momento en que su liderazgo está muy discutido.
Es absolutamente consciente, explicaban ayer fuentes populares, de los «movimientos de fondo» en el partido, del debate abierto sobre la conveniencia de que Rajoy se marche si al final Pedro Sánchez logra formar Gobierno; o de que no repita como candidato si se celebran nuevas elecciones. Y también del cuestionamiento que hacen las bases del PP sobre cómo Rajoy ha gestionado los casos de corrupción. Con su renuncia, sostienen fuentes populares, Aguirre intenta «enseñarle el camino» a Rajoy.
Tres días después de que la Guardia Civil registrara el despacho del ex gerente del PP madrileño Beltrán Gutiérrez en busca de pruebas que confirmen la financiación ilegal del partido, dentro de la investigación de la trama Púnica, Aguirre decidía por sorpresa dejar la presidencia del partido, en la que no iba a continuar. No quiso abandonar ese puesto ni cuando se apartó de la política activa y fichó por una empresa privada. Y ni se lo planteó al comienzo de Gürtel, que tocó de lleno al PP de Madrid y a personas de su confianza, o tras el ingreso en la cárcel de su ex secretario general Francisco Granados.
Sin embargo, decidió marcharse ayer por «su responsabilidad política de todos estos años (…)». Porque, explicó ayer en rueda de prensa, «por mucho que yo lo destituyera en 2011, Granados fue secretario general por decisión mía. Que siga en la cárcel significa que algo grave debe de haber. Eso es lo que me lleva a asumir mi responsabilidad política porque yo elegí a este señor. Debía haber vigilado mejor».
La diferencia, intentó explicar, respecto a lo que se ha conocido hasta ahora, es que la investigación judicial apunta ahora a la etapa en que Granados estaba al frente del PP madrileño mientras que antes se había circunscrito a cuando era alcalde de Valdemoro. Desde la dirección del PP se añade también que Aguirre podría ser «llamada a declarar» y que por ello se va. El partido prevé crear ahora una gestora.
Justo ayer se conocía que el secretario general del PP madrileño, Ignacio González, dejó hace un mes su cargo. Nadie en la cúpula lo sabía, lo que invita a pensar que Aguirre ha forzado su salida junto a ella.
Fuentes del PP de Madrid sostienen que el viernes, después de su comparecencia en la Asamblea de Madrid en la comisión sobre corrupción, la presidenta empezó a valorar la dimisión. Otras fuentes aseguran que llevaba tiempo rumiándolo y que ha querido hacerlo en el momento en que más daño puede hacer a Rajoy. En ese punto, coinciden distintas fuentes, ha acertado. Aguirre deja el cargo pese a que mantiene que carece de responsabilidad directa sobre los hechos que se investigan judicialmente, mientras que Rajoy continúa al frente del partido después de avalar el blindaje de la ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, como aforada en el Senado, sin capacidad para conseguir que renuncie y con la perenne mancha sobre él de la financiación ilegal del PP, descubierta a partir del caso Gürtel y el caso Bárcenas.
Rajoy consiguió salvarse milagrosamente de los sms mandados al ex tesorero del PP –«Luis aguanta. Sé fuerte»–, pero desde ese momento en el partido son conscientes de que «la corrupción nos está matando». Ayer un nuevo mensaje telefónico entró a formar parte de la historia del PP. «Te entiendo», le dijo el presidente a Esperanza, después de que ella le advirtiera de esta forma de lo que se disponía a hacer. Aguirre le llamó pero no le cogió el teléfono. Después del sms sí mantuvieron una conversación.
No obstante, en la difícil coyuntura que atraviesa el PP, el nuevo intento de derribo de Aguirre al presidente se interpretó también como «un elemento más». Un problema añadido en un largo rosario cuyo origen es difícil de identificar. Probablemente todo empieza de verdad en los sms a Bárcenas y la falta de contundencia ante la corrupción, pero también en la lectura fallida que se ha hecho de la legislatura; en la ausencia de respuesta del PP a las reformas políticas que empezaba a demandar una parte de la sociedad; en la insensibilidad ante los efectos sociales de la crisis económica; en la ausencia de autocrítica ante la pérdida de apoyo electoral, y en la errónea gestión de las negociaciones para formar Gobierno. A todo esto, admiten, Aguirre ha añadido una cuestión más. Y, sobre todo, señalan otras fuentes, ha colocado en una situación «insostenible» a Barberá. Consideran que ahora no le queda más salida que renunciar a su escaño en el Senado.
En este contexto de movimientos en el PP, cargos intermedios defienden la necesidad de una «segunda Transición» no sólo en las instituciones, sino también en la organización. Algunas fuentes afinan más y apuntan a que se debe jubilar a toda la generación que fue alguien con José María Aznar.
De hecho, muchos en el PP quieren creer que el presidente, si finalmente Sánchez forma Gobierno, «no se presentará al próximo Congreso», con lo que da «igual» lo que Aguirre pretenda conseguir con su gesto. Sin embargo, aunque esta opinión está muy extendida, no falta quien asegura que si la investidura del líder socialista sale adelante con la abstención de los partidos independentistas, Rajoy «no se irá», con el pretexto de que la legislatura no durará.
El futuro del PP, reconocen, está condicionado por las decisiones que tome Rajoy. En esta coyuntura han empezado a producirse declaraciones públicas en favor de su dimisión. La red Floridablanca, un think tank que reúne a personas muy cercanas al PP y en el que colaboran cargos del partido, pidió ayer su dimisión. Por primera vez, de manera organizada, alguien ha puesto voz a lo que muchos sostienen en privado. Aguirre, la primera.