ABC 26/02/16
· El embajador presentó su libro de memorias políticas y diplomáticas, «La mirada sin ira»
Mucho antes de la aparición de internet, de Wikileaks, y mucho antes de que existieran las negociaciones televisadas, la verdadera información confidencial se movía por los pasillos de las embajadas y los despachos de algunos parlamentarios. Javier Rupérez fue uno de ellos. Trabajó por la Transición desde un escaño de la UCD, vivió el 11-S como embajador de España ante los Estados Unidos y ahora sus recuerdos aparecen negro sobre blanco en «La mirada sin ira. Memorias de política, diplomacia y vida en la España contemporánea» (Editorial Almuzara).
El que fuera diputado en seis legislaturas distintas desde el año 1979 presentó ayer un libro que es en parte un resumen de toda su trayectoria vital, pero también un pedacito de la historia de España. El primero en intervenir fue Manuel Pimentel, ministro de Trabajo entre los años 1999 y 2000 y ahora presidente de la editorial Almuzara. Él, que ha querido apostar por el libro de Rúperez, dijo que «la vida de los demás es un magnífico laboratorio que nos puede evitar algún que otro error. Ver esos años desde su punto de vista enriquece y os hará comprender».
Tras las presentaciones comenzó una entrevista-diálogo entre el autor y Ramón Pérez-Maura, que recorrió algunos de los pasajes de la vida y el libro de Rupérez, como sus inicios en la oposición franquista desde la democracia cristiana. Pérez-Maura le preguntó por «Cuadernos para el diálogo», una publicación clave durante la Transición y en la que Rupérez dio sus primeros pasos. La misión de esta revista cultural era, según el diplomático, «imaginar cómo podíamos redescubrir el diálogo entre españoles para sentar las bases de un futuro común».
Después de aquello llegó su etapa como parlamentario, que le convirtió en objetivo de ETA a mediados de 1979, cuando un comando en el que participaba Arnaldo Otegi decidió secuestrarlo. Pérez-Maura le preguntó por sus sensaciones ahora que el militante etarra será puesto en libertad el próximo martes: «Desde el punto de vista emotivo no tengo ansia de venganza o de revancha», aseguró. «Otegi no tiene biografía, tiene historial delictivo. Cuando me secuestran él tenía 21 años. Que le comparen con Mandela me parece aberrante».
También hubo tiempo de hablar del 23-F, un hecho histórico que le pilló solo tres filas por detrás de Leopoldo Calvo Sotelo. «Pensé que la democracia se había acabado. Llegué a pensar: ¿Dónde me asilo?». A la mañana siguiente tenía que asistir a unas conferencias sobre seguridad. «Menudo papelón», le dijo Calvo Sotelo durante el encierro. Pero al final la Democracia se impuso y tanto Rupérez como los demás han podido contarlo. Y en su caso escribirlo.