EL MUNDO – 26/02/16 – F. JIMÉNEZ LOSANTOS
Reconozco que me cuesta criticar a Rita Barberá. Allá por los 80, cuando aterricé en esto del periodismo, di en Cambio 16 la primicia de que una joven periodista iba a ser la elegida por AP para tratar de asentarse en la difícil plaza valenciana. Y Rita, aunque creo que me engañaba y sí que sabía algo, siempre me agradeció el nombramiento porque desde que lo leyeron en Valencia la revoltosa tribu fraguista me creyó y la apoyó. Ha sido una gran alcaldesa y, con su odiado Zaplana, es responsable del mayor cambio, a mejor, de ninguna comunidad autónoma española, salvo Madrid. El que haya conocido la Valencia anterior y posterior a Rita lo reconocerá.
Por eso y porque creo que uno debe hacerse merecedor de un buen entierro, me produjo una mezcla de perplejidad y vergüenza ajena la rueda de prensa que protagonizó ayer. En síntesis, dijo que en un cuarto de siglo, el que lleva al frente de la segunda ciudad del Turia (la primera es Teruel), no ha habido una sola irregularidad, soborno o delito en la adjudicación de obra pública. Y deslizó que, de haberlo, será cosa de los técnicos, nunca suya. También aseguró que nunca ha habido ningún delito de blanqueo de dinero en sus campañas electorales, y que, de haberlo, será responsabilidad del partido, que es el que hace las campañas, no suya, porque, de creerla, en tres décadas y mil candidaturas nunca supo cómo se hacían sus campañas. Si hay ochenta imputados en el PP de Valencia, entre ellos nueve de sus diez concejales, y si Rajoy ha puesto una gestora al frente del partido, es culpa de Isabel Bonig, a quien no nombró en la letanía de agradecimientos.
Yo quería creer lo increíble –hasta que su segundo, Grau, está en el banquillo de Nóos por darle dinero a Urdangarin a sus espaldas– hasta que, tras pedir la presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario y que la carga de la prueba corresponde al que acusa y no al acusado, Rita acusó a Ciudadanos de financiación irregular en tres campañas electorales, tres, sin aportar prueba alguna. Peor todavía: alimentando la impresión de que si C’s hace mejores campañas que el PP con menos dinero (sus cuentas están explicadas en su web) es porque, hasta hoy, nadie se ha llevado la caja.
Aun así, es triste que, cumpliendo un destino fallero, lo que empezó en caloret haya acabado en cremá.