EL MUNDO – 29/02/16
· Rajoy presentará el debate en el Congreso como un «simulacro» de investidura y el colofón de una campaña de imagenAtacará a Sánchez, reconvendrá a Rivera y descalificará el proyecto de Iglesias.
Mariano Rajoy prepara un discurso que pretende decisivo. En La Moncloa se trabaja en él desde hace más de una semana y aunque se retocará mañana, después de escuchar la intervención del candidato a la investidura, la estructura argumental ya está sobre el papel. El presidente en funciones lo empezó a construir minuciosamente la misma noche del 20-D, cuando comprobó que, pese a ser el ganador de las elecciones, no tenía fuerza suficiente para gobernar.
De «diabólico» ha llegado a definirlo una de las personas que trabaja en un texto en el que deben conjugarse principios y roles aparentemente contradictorios. Rajoy tiene que triturar sin concesiones el razonamiento de Pedro Sánchez, aún a sabiendas de que cuando él mismo cambie de papel y pase de ser un líder de la oposición sin piedad al presidente que aspira a repetir mandato, tendrá que tender la mano al PSOE porque su propuesta de gobierno, basada en una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos, no puede existir sin los socialistas.
Todo ese juego de sombras y luces debe estar recogido en una intervención que ya no cuenta con la ventaja de no tener límite de tiempo, una prerrogativa del presidente del Gobierno en los debates. Rajoy debe acomodarse a los 40 minutos que el reglamento del Congreso le impone en esta ocasión y, aunque la Presidencia de la Cámara en las sesiones de gran gala siempre es flexible, en este caso deberá velar para que el pleno no supere el listón de la medianoche. Si así fuera, se trastocaría la estricta cadena de plazos que marca la Constitución para la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones en el caso de investidura fallida.
Rajoy es un político que gusta de enarbolar la sensatez y la más pura lógica, que se deleita en la cuadratura perfecta del número dos: el único que sumado consigo mismo o multiplicado por sí mismo ofrece idéntico resultado. O dicho en sus propias palabras: un plato es un plato y un vaso es un vaso y no se le puede dar más vueltas. La teoría de lo inapelable. Y a ella recurrirá una vez más en su intervención ante la Cámara.
Lo hará, por ejemplo, cuando constate que, por primera vez en la historia, un político como Sánchez se presenta a una investidura sin haber ganado las elecciones y con los apoyos claramente insuficientes de sus 90 diputados más los 40 que Rivera le presta. Sólo de «simulacro», en su opinión, puede calificarse un trámite parlamentario que, desde antes siquiera de comenzar, ya se vaticina fallido.
Para Rajoy, Sánchez ha protagonizado una larga comedia de «líos absurdos» con el único objetivo de, siendo él el actor principal, conseguir que el eco de los aplausos le acompañe en la campaña electoral que se vislumbra en el horizonte.
Una campaña, en la que –mantiene Rajoy– el socialista intentará cambiar los actores de reparto. Si para la primera entrega ha «reclutado» a Albert Rivera, un hombre que le ha permitido presentar un pacto para que su militancia vote; en la segunda, el objetivo será Pablo Iglesias, con los nacionalistas e independentistas como «figurantes». Con este símil cinematográfico explican en La Moncloa el pronóstico del presidente en funciones.
Ni qué decir tiene que una escena así se presta para que el popular dispare hasta al pianista: A Sánchez por «engañar» a los ciudadanos presentando un acuerdo «imposible», prometiendo incluso lo que no puede cumplir –modificar la Constitución– y animando a demoler las reformas que, insiste Rajoy, han sacado a España de la crisis.
A Rivera por su debilidad ideológica, que le lleva de calificar como «razonable» el plan «de consenso» del propio Rajoy a abrazar la «ensoñación excluyente» de Sánchez, y por desplegar una estrategia «sorprendente» en la que se presta a intentar atraer al pacto con el PSOE precisamente a aquel a quien el socialista pretende aislar y marginar. «Es realmente notable», apunta uno de los ministros más políticos del Gabinete, haciéndose eco de una de las coletillas más repetidas por el presidente en funciones.
Rajoy descalificará también a Pablo Iglesias, finalmente, por su propuesta radical que, en opinión del líder popular, situaría a España al borde del abismo, en la periferia del proyecto europeo y a un paso de la desmembración que auspician los nacionalistas e independentistas.
Frente al dibujo de caos que esbozará en torno al candidato a la investidura, Rajoy presentará de nuevo su propio proyecto, adornándolo con las virtudes que a él le gustan: la lógica, la sensatez, el orden. Lo sustentará sobre el voto de 7,2 millones de españoles lo que, desde su punto de vista, le confiere un marchamo democrático incuestionable. Porque para Rajoy no hay mayor verdad, en las circunstancias actuales de fragmentación del voto, que lo que los españoles piden es «diálogo y pacto», eso sí, liderado por el primero «no por el segundo apoyado por el cuarto». «El pacto es el verdadero cambio que han traído las urnas», defendía él mismo la pasada semana.
El miércoles, cuando suba a primera hora de la mañana a la tribuna de oradores, Rajoy pondrá sobre el tapete las dos opciones que, según él, existen, si se quiere evitar una nueva confrontación electoral: o el Gobierno de exclusión contra el PP o el de consenso que él plantea.
Y recalcará, una vez más, que la única combinación posible que puede llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa es la que incluye el respaldo tácito o expreso de Podemos y las formaciones independentistas.
A partir del día 5, cuando salvo vuelco insospechado de las filias y fobias, se constate la investidura fallida del candidato socialista, Rajoy emprenderá una nueva etapa en la que, según sus colaboradores, intentará retomar la iniciativa política. Cabe esperar la apertura de contactos con Rivera y quizá también con Sánchez, aun cuando esto último apenas suscite esperanzas en el líder del PP.
Desde ese momento el tiempo jugará un papel esencial. El calendario correrá ya imparable y las negociaciones tendrán que intensificarse. Probablemente entrarán en el juego las presiones externas del ámbito internacional y, posiblemente, del mundo económico. Rajoy espera convertir el debate de investidura que empieza mañana en un cuadrilátero de boxeo en el que da por descontada la derrota de Sánchez. Él se ve con magulladuras pero aún en condiciones de afrontar una larga campaña electoral.
COSPEDAL dice QUE EL PACTO PSOE-C’S lleva «encubierto» un referéndum en Cataluña
El acuerdo de Gobierno entre PSOE y Ciudadanos sigue siendo objeto de comentario por parte del PP. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, dijo ayer que el pacto «no es ni reformista ni de progreso» y avisó de que lleva «encubierto» un referéndum en Cataluña. En opinión de su formación, el texto pactado entre Pedro Sánchez y Albert Rivera «no habla claro de la defensa de la unidad de España» y, por tanto, no puede contar con los votos del PP, partido al que el propio Sánchez – apostilló ayer en un acto en Alcorcón (Madrid) – le ha dicho que «no quiere que aparezca por allí», porque no desea ni su respaldo ni su abstención, informa Efe. El acuerdo PSOE-C’s incluye este texto: «Oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación».
EL MUNDO – 29/02/16