EL CONFIDENCIAL – 09/07/17
· Ser policía autonómico en Cataluña tiene su intríngulis, ya que deberá aprender una historia que, en ocasiones, no coincide con la versión que conocemos.
Y, en otras, muestra conceptos de indudable partidismo y que científica o históricamente pueden ser puestos en tela de juicio. Pero el ‘procés’ y la idiosincrasia de la clase gobernante de Cataluña obligan a estas particularidades.
A los aspirantes a Mossos se les entrega un manual de 252 páginasdonde hay auténticas ‘perlas’. Entre otras cosas, y siguiendo las teorías revisionistas que la Administración catalana ha alimentado durante los últimos años, se data el nacimiento de la ‘Cataluña Vieja’ en el año 801, aunque oficialmente no se consideró nunca hasta cientos de años después un territorio con una unidad jurídica, territorial o incluso cultural. En aquella fecha, no obstante, “se enmarcó un territorio que aglutinaba a los territorios pirenaicos […] que fueron divididos en condados”.
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«Con el paso del tiempo [añade el texto] Guifré el Pilós [Wifredo el Velloso], fundador del ‘casal’ de Barcelona, reunió diferentes condados y repobló las planas interiores de la Cataluña central. A partir de ese momento, se produjeron dos fenómenos que fueron definitivos para que Cataluña se convirtiese en una unidad política independiente”. El primero fue un “proceso hereditario del poder condal” y el segundo, la “desvinculación final de los condes catalanes ante la monarquía francesa, lo que aconteció hacia el 988, con el conde Borrell II”. Así se formó la “Cataluña soberana” que significó la “consolidación definitiva de Cataluña como una unidad política de Estado feudal, independiente y aglutinada por la casa de Barcelona”.
Otra de las particularidades que aporta el manual de los Mossos d’Esquadra es el invento de otro concepto controvertido: la corona catalanoaragonesa. “Jaume I el Conqueridor fue quien inició la expansión de la Corona catalanoaragonesa”, dice el libro en cuestión. Lo malo del caso es que esa Corona nunca ha existido, ya que los territorios hoy asimilados a Cataluña estaban bajo el manto protector de la Corona aragonesa.
Se abonan, así a las tesis de los historiadores afanados en reinventar la historia para justificar ‘anhelos milenarios’ de Cataluña como nación e incluso, como se ha dejado caer en muchas ocasiones –hasta en discursos oficiales de la cúpula de la Generalitat–, como “la nación más antigua de Europa”. En los textos de oposición de los Mossos no solo se niega que hubiese una Corona de Aragón, sino que se afirma que los catalanes pactaron de tú a tú con los aragoneses. Así, subraya que la Confederación Catalanoaragonesa era “una unión dinástica más que una fusión entre Aragón y Cataluña, en la cual cada territorio conserva sus instituciones, leyes y tradiciones y solo comparten el monarca que se convierte en el ‘Conde Rey’. Lo que no se pudo mantener fueron los derechos sobre Occitania [comarcas sureñas de Francia]”.
Reconoce el texto, eso sí, que “en el siglo XIV nace la Diputación del General o Generalitat, que era una permanente de las Cortes [españolas], con la misión de ejecutar las decisiones de estas, la defensa de las constituciones y leyes y la recaudación de impuestos”. Y añade a continuación que “la Monarquía hispánica tenía el centro político en Castilla, donde residían el Rey y las Cortes. Cataluña mantenía sus instituciones y el virrey era el representante del Rey en nuestro territorio”.
Tiros contra el PP
En el apartado de las ‘ideas fuerza’ de historia, el manual de los futuros agentes de la autoridad destaca que “Cataluña nace como entidad política soberana bajo las mismas circunstancias que muchos reinos medievales”. También destaca que “la pérdida de las libertades colectivas de Cataluña es consecuencia de la derrota militar del 11 de septiembre de 1714 ante las tropas francesas y castellanas de Felipe V en lo que llamamos Guerra de Sucesión y que se produce por la muerte sin descendencia del rey Carlos II”.
El documento es muchos menos explícito y detallado con la historia reciente. Así, zanja el resumen de la II República diciendo que el 14 de abril de 1931 “Francesc Macià proclamaba la República Catalana que, tres días más tarde, se convertiría en la Generalitat de Cataluña”. Y respecto al Estatuto de 2006, el que acordaron el entonces presidenteJosé Luis Rodríguez Zapatero y el líder de CiU, Artur Mas, apunta con bala hacia el PP. Tras recordar que fue un texto aprobado por el Parlament, por las Cortes y en referéndum, subraya en varias ocasiones que el PP presentó diversos recursos de inconstitucionalidad contra el mismo y, después de cuatro años en vigor, “salió la sentencia del TCque modificaba sustancialmente el Estatuto”.
El texto realza que en 2012 Artur Mas “comenzó a reclamar un Estado propio para Cataluña una vez fracasada su propuesta de pacto fiscal a Rajoy»
También explica en otro capítulo que la Constitución “no establece directamente el modelo territorial”, sino que deja las puertas abiertas a transformar el Estado y permite que las comunidades tengan sus propios Estatutos de Autonomía, que asumen así una “función constitucional”. El de Estatuto de Cataluña, añade, tiene una doble naturaleza jurídica: “Por un lado, es la primera y fundamental ley del ordenamiento jurídico catalán; y, por otro, es una ley orgánica estatal” y, aunque “está subordinado a la Constitución, está supraordenado al resto de normas del ordenamiento, tanto estatales como autonómicas”.
El texto sobre la historia más reciente realza que en 2012 Artur Mas “comenzó a reclamar un Estado propio para Cataluña una vez fracasada su propuesta de pacto fiscal después de reunirse con el presidente español, Mariano Rajoy. Y lo hizo convocando elecciones al Parlamento de Cataluña, celebradas el 25 de noviembre, que dieron una mayoría favorable al ‘derecho a decidir’ y que determinaron que toda la estrategia política fuese orientada a intentar celebrar un referéndum para pedir la opinión al pueblo de Cataluña sobre su futuro”. Así, destaca que el 12 de diciembre de 2013 hubo un consenso entre CDC, UDC, ERC, ICV, EUiA y la CUP para realizar una ‘consulta’ a la ciudadanía el 9 de noviembre de 2014. “Esa consulta se hizo con la participación de más de dos millones de personas. La consulta fue suspendida y prohibida por el Tribunal Constitucional, que llevó a la Fiscalía a denunciar a los miembros del Gobierno Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau y Francesc Homs”.
Nada de la caída de Artur Mas, ni de los conflictos políticos con los socios parlamentarios, ni de las tensiones con ERC por la lista única para el 27-S…
Y más cáustica es la historia actual, zanjada con un solo párrafo: “La situación política desencadenó movilizaciones ciudadanas y llevó a la convocatoria de nuevas elecciones al Parlamento de Cataluña el 27 de septiembre de 2015. En estas, se presentó la coalición Junts pel Sí, que las ganó, y de donde saldría una mayoría parlamentaria a favor de la celebración de un referéndum por la independencia [en realidad, es falsa esta afirmación porque el referéndum no figuraba en el programa electoral de JxS]. Fue investido como nuevo presidente de la Generalitat el Muy Honorable Señor Carles Puigdemont”.
Nada de la caída de Artur Mas, ni de los conflictos políticos con los socios parlamentarios, ni de las tensiones con ERC cuando el propio Mas, acompañado del presidente de la ANC, Jordi Sánchez, y la entonces presidenta de Òmnium Cultural, Muriel Casals, obligó en una reunión sorpresa al republicano Oriol Junqueras a aceptar una lista única para las últimas elecciones autonómicas del 27 de septiembre de 2015, que los independentistas consideraron ‘plebiscitarias’ hasta que no alcanzaron la mayoría absoluta y dejaron de considerarlas como tales.
Los dos dialectos del catalán
Los textos de los Mossos tienen más pasajes polémicos. Entre otras afirmaciones, aseguran que el catalán tiene dos grandes dialectos: el catalán oriental y el occidental. En el primero, se encuadran el rosellonés (hay autores que defienden que el catalán es, en realidad, un dialecto del occitano), el central, el balear y el alguerés, de El Alguer, en Cerdeña. En cuanto al catalán occidental, incluye el “noroccidental o leridano y el valenciano”. En otro de los apartados, define al catalán como “la lengua de uso normal y preferente de las Administraciones públicas”. También destaca que en 1961 se creó “Òmnium Cultural, que comienza a enseñar el catalán” ante la represión del régimen de Franco.
Apartado de la guía en el que se refiere la diversidad lingüística del catalán.
En el apartado de las instituciones, detalla que los diputados autonómicos tienen tres características: inviolabilidad, impunidad y fueros. “No pueden exigírseles responsabilidades a causa de sus opiniones, manifestaciones o votos expresados en el ejercicio de su función parlamentaria (entendiendo por estas solo las que se hagan en actos parlamentarios o, por excepción, en actos exteriores a la vida de la cámara que sean reproducción literal de un acto parlamentario)”.
Pero las teorías plasmadas son claras y diáfanas, bastante ajustadas a planteamientos meramente jurídicos. Así, reconoce que “las normas emanadas del Parlamento –las leyes– solo pueden ser controladas por el Tribunal Constitucional y no por los órganos jurisdiccionales que integran el poder judicial”. También reconocen los textos que “las leyes del Parlament, desde el punto de vista jerárquico, son iguales a las de las Cortes Generales del Estado y, de la misma manera que estas, desde el punto de vista de la competencia, tienen limitadas las materias sobre las que pueden actuar”. En definitiva, que el manual explica las circunstancias jurídicas en que se pueden mover las instituciones catalanas. Solo hace falta que los políticos de esta comunidad que hablan de reventar el marco constitucional se dignen a estudiar el capítulo correspondiente.
EL CONFIDENCIAL – 09/07/17