Angel Villarino-El Confidencial
El ex primer ministro francés también había participado horas antes en un desayuno en el que compartió cartel con el candidato popular, Xavier García Albiol
La victoria del constitucionalismo en Cataluña como un logro de los valores europeos. Es el mensaje que ha buscado transmitir hoy Ciudadanos arropando a su candidata a la Generalitat, Inés Arrimadas, con la presencia de Albert Rivera y con dos figuras internacionales: el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el ex primer ministro francés, Manuel Valls.
El acto, planteado como una mesa de debate donde todos estaban de acuerdo, tuvo lugar en el céntrico teatro Goya de Barcelona. Aforo completo (decenas de personas se tuvieron que quedar en la puerta) y banderas de la Unión Europea para argumentar que la derrota del nacionalismo no solo afecta al futuro de Cataluña y al de España, sino que es uno de los problemas más graves que afronta el futuro de la UE.
El ex primer ministro francés, que venía de otro acto donde compartió cartel con Xavier García Albiol, ha entrado en campaña sin reservas, tirando de sus raíces catalanas y subrayando lo mucho que le gustaría ver a Arrimadas como presidenta de la Generalitat. «Ver a Arrimadas de presidenta abriría para Europa una etapa muy importante» (…) «Siempre he hablado en catalán con mis padres y continúo haciéndolo con mi madre y mi hermana. Conozco la historia de Cataluña perfectamente. Pero tengo en la mente algo clarísimo y por eso he decidido desde hace semanas participar en esta campaña: España es una democracia, España tiene una Constitución que es una de las más democráticas que existen. Y España es un Estado de derecho, con sus defectos como tienen todos los países».
En un tono menos mitinero, Vargas Llosa ha tirado de repertorio para hablar de los males del nacionalismo, «una fuerza profundamente reaccionaria aunque en los países colonizados, que tienen el problema de un imperio colonial que los aplasta y los frena, puede parecer una ideología progresista de manera coyuntural. Pero luego el nacionalismo se manifiesta siempre como una fuerza antihistórica, reaccionaria y regresiva».
No creo que haya un partido más tradicionalista y reaccionario que la CUP.
Ha cargado también contra la izquierda actual, convertida, en su opinión, en una «izquierda reaccionaria y antiprogresista». «El vocabulario que manejamos nos confunde extraordinariamente. No creo que haya un partido más tradicionalista y reaccionario que la CUP. Y no creo que haya un partido más progresista que Ciudadanos». Pero el «gran enemigo del verdadero progreso en Europa», ha subrayado varias veces, «es el nacionalismo y nadie lo ha dicho y lo ha manifestado como lo ha hecho Ciudadanos».
A ratos, a Vargas Llosa apenas le han dejado hablar de tanto aplauso, hasta el punto de que una parte del público pedía espaciar el entusiasmo un poco para facilitarle la sintaxis al premio Nobel, que se veía obligado a retomar una y otra vez la misma frase. «El día que Inés Arrimadas sea presidenta de la Generalitat, ese día habremos derrotado verdaderamente al nacionalismo y habremos demostrado la verdadera tradición democrática, progresista y libertaria de Cataluña».
El ejercicio de mezclar mitin con debate, moderado por la periodista María Rey, entrañaba ciertas complejidades y dejaba ver algunas costuras. Había que hablar del «futuro de Europa» (así se titulaba el acto) sin perder de vista la urgencia de la campaña. Arrimadas empezó preguntándose si hay futuro fuera de la UE. «Evidentemente lo hay. Y esta campaña va de si queremos seguir defendiendo los valores de este proyecto europeo o queremos volver atrás en el tiempo». Propuso enfrentar las ideas del nacionalismo a las de la UE: igualdad y solidaridad entre personas y regiones, libertad, democracia, unidad ante el reto de la globalización… «Nos estamos jugando el futuro de Europa también en Cataluña».
Catalán y francés
Valls retomó el tema para hablar de los avances propiciados por la UE, las décadas de «democracia, paz, estado del bienestar y prosperidad». «La gente se olvida de esto y se olvida de que la historia puede repetirse. Cuando se tocan las fronteras y entra el nacionalismo… El nacionalismo es guerra, que decía Miterrand», explicó, mostrándose «muy, muy orgulloso» de participar junto a Rivera y Arrimadas. «Yo me siento catalán. Pero en Europa te puedes sentir catalán y español, catalán y francés… y europeo. Yo, nacido en Barcelona y naturalizado francés, fui primer ministro en Francia. No hay muchos países ni muchos continentes donde esto sea posible», dijo, asegurando que no se puede quedar ajeno al debate cuando ve cómo el independentismo se «está cargando» el cosmopolitismo y la apertura de Barcelona, «seña de identidad del propio catalanismo». Después hizo un paralelismo entre el nacionalismo catalán y el auge de los movimientos populistas en todos los países occidentales, sobre todo Reino Unido y EEUU.
Cuando en el mundo se están construyendo potencias políticas y económicas cada vez más fuertes, Europa se está fracturando
«Los efectos negativos de la globalización hacen que haya mucha gente que tiene miedo. Europa se mira desde lejos con mucha inquietud. En Asia se mira lo que pasa en Europa con asombro. El Brexit y ahora este debate en Cataluña… Cuando en el mundo se están construyendo potencias políticas y económicas cada vez más fuertes, Europa se está fracturando. Con gobiernos que no juegan el juego de los valores como Polonia, Hungría, lo que está pasando en Austria… y este debate de Cataluña». Acabó comparando la irrupción de Ciudadanos con la de Emanuelle Macron en Francia (candidato al que él apoyó). «Este es el gran debate para Europa, entre ellos y el populismo. No va a ser fácil, pero para devolver la esperanza tenemos que mandar un mensaje y traer alternativas».
Rivera también tomó la palabra para revindicar a la UE «el mayor invento que ha hecho el hombre en el siglo XX», capaz de «convertir un continente de guerra, de hambre, de nacionalismos y fascismos, en un continente de libertad». Y continuó: «Para poder seguir construyendo Europa hay que ganar esta batalla. Lo importante es que de aquí salga un mensaje claro a Europa entera, que diga que Cataluña quiere ser mayoritariamente española y europea». Propuso avanzar en una mayor unidad política europea en la que España pase de «abrazar los consensos» a «liderarlos», junto a Alemania, Francia e Italia. E imaginó una escena de «justicia poética»: «que en el lugar donde el nacionalismo ha pretendido destruir España, nazca una nueva alternativa que la integre más en Europa (Ciudadanos)».
A Europa solo ha llegado el mensaje de los nacionalistas porque nadie se puso al frente
Sin hacer sangre, Arrimadas dedicó unos minutos a arañar a sus rivales por el voto constitucionalista. Al PP lo acusó sin nombrarlo de dejación de funciones, asegurando que «a Europa solo ha llegado el mensaje de los nacionalistas porque nadie se puso al frente». Y sin mencionar tampoco al PSC, ni a Iceta, los acusó de no haber defendido «sin complejos» la idea de España. «El discurso nacionalista estaba tan integrado que parecía que no podías defender a los catalanes si no eras nacionalista. La realidad lo que ha demostrado es que precisamente los que más estamos siendo perjudicados por los nacionalismos somos los catalanes. Cuando las tesis nacionalistas se llevan a cabo, al final sufrimos huida de empresas, bajada de inversiones, huida del turismo, etcétera. Pero se defienden mucho mejor los intereses de los catalanes cuando tienes un proyecto de unión».