Luis Ventoso-ABC

La división de la derecha en tres era la felicidad del PSOE

Se puede entender aquel hartazgo, cómo no: casos Bárcenas, Púnica, Gürtel, Lezo… expresidentes autonómicos detenidos; un exvicepresidente del Gobierno, Rato, en la trena; y otro, Cascos, sumido en chamullos cutres en un partido regional a su medida. La corrupción desacreditó la marca PP y muchos electores de centro y centro-derecha, sobre todo jóvenes profesionales urbanos, buscaron unos aires que se prometían más limpios en la esperanza naranja de Rivera.

Se puede entender también el hartazgo de muchísimos españoles con la aparente rendición dialéctica ante el nacionalismo y el separatismo, a los que durante demasiados años PSOE y PP dejaron crecer sin presentarles batalla política y filosófica. Se puede entender, por supuesto, la saturación ante la impostada y cansina superioridad moral

de la izquierda y el intento de imponer su ideología como una suerte de nueva religión laica. Votantes que estaban hasta las meninges del separatismo y el «progresismo» obligatorio reaccionaron trasladando sus votos a lo más contundente que encontraron, que se llamó Vox.

Pero la respetable búsqueda de nuevas alternativas en el centro y la derecha tuvo consecuencias en la aritmética electoral. Aunque los últimos irreductibles de Ciudadanos no lo vean todavía claro, y aunque los simpatizantes más fogosos de Vox me pongan a parir con su cortesía habitual, la verdad es que la división de la derecha en tres supuso el más extraordinario de los regalos para Sánchez, que vio como se repetía en la finca de enfrente la jugada que le había hecho a él Soraya (impulsar la eclosión de Podemos, para propinarle una dentellada electoral al PSOE que le impidiese ganar las elecciones, como de hecho ocurrió en tres comicios consecutivos).

Las encuestas de Gad3 en ABC presentan una curiosidad: aciertan. El vidente Michavila ha vuelto a firmar en Galicia y el País Vasco el sondeo más certero. Hoy este periódico publica un estudio de ámbito estatal que arroja una importante novedad: el PP superaría en diputados al PSOE (121 frente a 117). Los socialistas serían la fuerza más votada en unas generales, pero con solo un 1,5% más (situación de empate técnico). Sin embargo, la caída de Vox y de Cs otorga al PP una prima que lo coloca en cabeza en escaños. Vox perdería 19 de sus 52 diputados, porque durante la pandemia se les ha visto más atentos al espectáculo que a la política de Estado, y Ciudadanos continuaría cayendo -de diez a seis-, en lo que semeja un imparable crepúsculo a lo Rosa Díez. La derecha superará a Sánchez si tiende a aglutinarse de nuevo en una marca fuerte, lo que fue la obra de Fraga. Si Casado mantiene limpia la cocina y navega bajo las brisas centristas que soplan desde Galicia, el tiempo corre a su favor, porque si nos abstraemos de la propaganda, el Gobierno actual es muy malo. Además, el descalabro económico dará la puntilla al Ejecutivo. En cuanto a las emociones de la Nueva Política, verde o naranja, son reconfortantes, sin duda; y a veces, necesarias. Pero al final se llaman más Sánchez.